Los fieles seguidores que leen desde el principio estos Diarios, saben de sobra mis manías y temores, que mi amo se empeñó en que divulgara hace ya unos meses. Pues bien, conociendo como conoce mi natural canguelo, el otro día se puso a contarnos en casa la leyenda de fantasmas más antigua de los Estados Unidos: el Fantasma del Perro Azul. Y claro, como el tema va de canes, ha estado insistiéndome para que se la relate a los lectores de The Luxonomist. He de confesarles que me ha costado mucho hacerlo. Llevo toda la semana con los pelos como escarpias y pernoctando en un rinconcito-refugio del dormitorio de mis amos. Sí, ese que ven en la foto de portada.
Todo empezó allá en el 1700 en Port Tobacco, pueblito de 13 habitantes ubicado en el condado de Charles, estado de Maryland, Estados Unidos. En aquella época, Port Tobacco llegó a ser el segundo puerto fluvial de Maryland, asentamiento de descendientes directos de los primeros colonos llegados de Inglaterra. Como plaza de gran actividad comercial, tenía numerosas tabernas portuarias.
Una heladora noche de febrero, un soldado forastero llegó a la villa y empezó a beber en uno de aquellos tugurios. El hombre, Charles Thomas Sims, presumía de tener oro y las escrituras de una finca. Tras una larga noche de bebida, Sims y su fiel perro, un gran sabueso azul, dejaron la taberna para salir de la aldea por la calle Rose Hill Road. Un tal Henry Hanos y sus compinches siguieron a Sims y lo atacaron a traición para robarle el dinero y la propiedad.
El soldado y su perro fueron asesinados. Pese a la valiente defensa que éste hizo de su amo, ambos cayeron muertos sobre una gran roca cercana. El asesino enterró el oro y el título al pie de uno de los acebos que flanqueaban la calle y escapó. Al día siguiente, los lugareños encontraron los cadáveres yaciendo en aquella roca y les dieron sepultura. Pero poco después, cuando el malvado Hanos decidió volver para recuperar su tesoro, fue asaltado por el fantasma del can y cayó enfermo, muriendo rápidamente. Desde entonces, el Perro Azul sigue protegiendo sin descanso los bienes de su amo. Y cada 8 de febrero, regresa a la roca donde éste falleció, aullando estremecedoramente toda la noche. Terrorífico, ¿no les parece? Uf y reuf.
La primera referencia a la Leyenda del Perro Azul data de 1897, cuando Olivia Floyd, agente de la Confederación durante la Guerra Civil Americana, declaró haber visto al fantasma del animal. Hoy en día, más de doscientos años después, la leyenda sigue viva y uno puede comprobarlo acercándose al pueblo de Port Tobacco y comiendo en el famoso Blue Dog Saloon o en uno de los establecimientos herederos de aquellas tabernas a pie de río, el Port Tobacco Restaurant, donde podrán disfrutar de los manjares locales.
Pero si lo que quieren es tener una experiencia de verdadero lujo, nada mejor que pasar un fin de semana, celebrar una boda o una recepción en la mansión Rosewood Manor, diseñada en estilo francés de los años 30 y rodeada de jardines y una exuberante naturaleza. Lo que no les puedo garantizar es que durante algún paseo nocturno no vayan a encontrarse con una azulada figura canina espectral vigilándoles atentamente. Si eso ocurre, ya saben: corran. Yo, por si acaso, ya estoy escondida. Guau.
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