Los perros tienen un don único: conectar con los humanos de una manera que trasciende las palabras. En Yaracán, ese vínculo especial se convierte en el corazón de una labor transformadora.
Esta organización pionera en intervenciones asistidas con perros lleva más de una década ofreciendo momentos de sanación emocional en hospitales, residencias de mayores y centros educativos.
Hoy queremos destacar no solo el impacto de estos héroes de cuatro patas, sino también la inspiradora historia detrás de Yaracán y de su fundadora, Begoña Morenza Puerta.
Begoña Morenza Puerta, directora general de Yaracán, lleva 35 años dedicada al mundo del perro, una pasión que marcó su vida. De pequeña rescataba perros abandonados y les buscaba un hogar, muchas veces el suyo propio.
A los 12 años, tras un capítulo de acoso escolar que marcó su infancia, tomó una decisión que cambiaría el rumbo de su vida: dedicaría su futuro a ayudar a otros seres humanos a través de los animales que para ella habían sido un refugio y una fuente de fortaleza. Con tan solo 16 años ya era la segunda delegada del Club del Perro de Aguas en España. Pero su compromiso fue más allá del simple amor por los canes.
Licenciada en Gestión Comercial y Marketing por ESIC y experta en desarrollo de mercado, Begoña trabajó durante años como Business Development Manager para España y Argentina en el sector de las telecomunicaciones. Sin embargo, en 2010 decidió dar un giro a su carrera y fundó Yaracán Intervenciones Asistidas con Animales (IAA), materializando su sueño de infancia.
Hoy, Yaracán es un referente en intervenciones asistidas con perros. “Los perros tienen una capacidad innata de conectar con las emociones humanas, y eso los convierte en aliados inigualables en terapias y actividades que buscan mejorar la calidad de vida de las personas. Nuestra labor es guiarlos y estructurar su impacto para maximizar los beneficios”, explica Begoña.
Junto a su equipo de terapeutas y guías, Yaracán ha diseñado programas que abarcan desde el trabajo con niños con dificultades emocionales hasta el acompañamiento a personas mayores con Alzheimer.
El impacto de Yaracán va más allá de las estadísticas. Cada intervención está cargada de momentos únicos y transformadores. Perros como Luna, si pudieran hablar, seguramente dirían:
“No sé poner en palabras lo que siento, pero con mi presencia, mi mirada y mi energía intento curar corazones y aliviar almas”.
Por ejemplo, los perros de Yaracán ayudan a los niños a superar su miedo al entorno médico en los hospitales. O su contacto devuelve la alegría a las personas mayores en las residencias. Su impacto y su ayuda son palpables e inconmensurables.
El trabajo de Yaracán necesita apoyo para continuar llevando sonrisas y consuelo a quienes más lo necesitan. Ya sea a través de donaciones, voluntariado o simplemente ayudando a difundir su labor, hay muchas maneras de contribuir.
Si quieres conocer más sobre esta inspiradora organización y cómo puedes colaborar, visita su página web. Porque en Yaracán, las voces que sanan corazones no necesitan palabras, solo una pata amiga y un corazón lleno de amor.
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