Alain Hernández: “Nada puede dulcificar lo indigno que es el Alzheimer”
Cuando llegó a sus manos el guión de PARIS 70, Alain Hernández nunca pudo imaginar toda la revolución de emociones que ese corto le iba a hacer gestionar. Es la revelación de la temporada, que ya colecciona 61 premios a día de hoy. La producción de Dani Freixas le está permitiendo al actor sentir orgullo por poder dedicarle a su padre varios premios que ha conseguido. Y sobre todo, a su hermano pequeño y su madre, “que fueron quienes más lo cuidaron”…
The Luxonomist: “París 70”, el corto revelación de este año. Incontables premios y un mensaje emotivo y doloroso. ¿Sorpresa también para ti?
Alain Hernández: Sorpresa para todo el equipo. Cuando rodábamos, veíamos y sentíamos que estábamos rodando algo muy especial. Se sucedían momentos mágicos de conexión e implicación total por parte de todos, tanto delante como detrás de la cámara. Pero nadie podía intuir que luego el corto tuviera tantas selecciones y que ganase tantos premios. Es una barbaridad todo lo que está consiguiendo.
TL: Te ofrecen el personaje de Jan sin saber la travesía del Alzheimer que habías vivido con tu padre. ¿Reviviste, en cierta medida, el camino andado?
AH: El primero en hablarme y pasarme un primer guión fue Nach Solís. Una vez leído y emocionado, le pregunté si había pensado en mí para el personaje porque sabía que mi padre también tenía Alzheimer. Él me confesó que no, que lo había hecho simplemente porque le gustaba como actor y que me veía perfecto para el personaje. Y que si suponía algún problema o conflicto para mí, que lo entendía. A lo que yo le contesté que no, que si era así, aún me apetecía más ser ese personaje y que lo quería rodar cuanto antes. Al cabo de un par de años, durante el rodaje, pude comprobar que, por momentos, fue muy terapéutico para mí y también fue duro revivir y recordar según qué situaciones.
“Mis hijos son lo mejor que me ha pasado y me pasará en la vida”
TL: ¿La recompensa mediática a este trabajo ha dulcificado el dolor del recuerdo?
AH: No, nada puede dulcificar la tortura y lo indigna que resulta esa enfermedad. Sí que siento orgullo por poder dedicarle los premios que he conseguido a mi padre. Y sobre todo a mi hermano pequeño y a mi madre, que fueron quienes más lo cuidaron.
TL: ¿Ha sido, en cierta medida, terapéutico y sanador?
AH: Terapéutico sí por volver a sacar cosas que se habían quedado guardadas en un cajón bajo llave en mi cabeza y en mi corazón, pero sanador… lo dudo. El dolor me va a acompañar siempre y sé que aparecerá a veces, incluso cuando menos me lo espere.
TL: ¿Los premios son la recompensa o la visibilidad que se ha dado a la enfermedad en la audiencia es el objetivo cumplido?
AH: Conviven las dos cosas y es maravilloso. Siendo sinceros, cuando rodamos el corto lo hicimos con un fin puramente cinematográfico, con lo cual, que gane premios es una recompensa magnífica. Pero lo que está ocurriendo paralelamente a los festivales de cine, nos llena de orgullo. Las asociaciones y fundaciones de Alzheimer o de Curas Paliativas que lo han hecho suyo, su proyección les sirve para dar visibilidad y abrir debates y coloquios… Eso nos encanta tanto o más que los premios en festivales.
TL: ¿Eres de cocinar la vida a fuego lento?
AH: Uno pasa por diferentes etapas en la vida y hay que adaptarse a los ritmos vitales que te exige cada una. La que actualmente me ocupa va demasiado rápida porque los hijos pequeños no entienden muy bien eso de la paciencia…
“El dolor me va a acompañar siempre y sé que aparecerá cuando menos me lo espere”
TL: ¿Lo mejor siempre está por llegar?
AH: A nivel profesional, puede. A nivel personal, mis hijos son lo mejor que me ha pasado y que me pasará en la vida. Y nada lo va a poder superar.
TL: ¿A qué momento de tu pasado regresarías?
AH: A ninguno, no vaya a ser que condicionase el presente y cuando volviera no tuviera lo que tengo ahora.
TL: ¿Tu mayor conquista?
AH: La que conseguí cambiando mi destino.
TL: ¿Recuerdas ese momento de absoluta felicidad?
AH: Claro. Los nacimientos de mis dos hijos. Incluso los recuerdo como a cámara lenta, con mucho detalle.
TL: ¿Qué no le perdonarías nunca a un amigo o a alguien que quieres?
AH: La traición.
TL: ¿Qué le preguntarías a tu yo dentro de veinte años?
AH: Si sigo teniendo salud.
“Si pudiera pedir un deseo sería salud para mí y los míos”
TL: ¿Un personaje histórico con el que te sentarías a cenar?
AH: Robin Williams.
TL: Diez segundos para un deseo. ¿Qué pides?
AH: Salud para mí y los míos.
TL: ¿Cómo haces reír a alguien?
AH: Siendo natural y haciendo comentarios graciosos a partir de alguna situación.
TL: ¿Qué canción odias pero, sin embargo, te sabes de memoria?
AH: “Chiquilla” de Seguridad Social.
TL: Te da un ataque de risa en una situación inapropiada o en un lugar del que no puedes salir. ¿Cómo lo solucionas?
AH: Nada, es imposible solucionar según qué ataques de risa y contra más lo intentes, peor. Solo queda pedir disculpas.
TL: Si pudieras saber una sola cosa del futuro. ¿Cuál sería o qué preguntarías?
AH: Me voy a repetir, pero sería saber si sigo teniendo salud para ver crecer a mis hijos y acompañarles en todo lo que pueda.
“Prefiero tener pocos amigos, pero buenos”
TL: ¿Un día perfecto?
AH: Con familia y mejores amigos jugando, comiendo, bebiendo, conversando y riendo. Y para acabar el día, que gane el Barça.
TL: ¿Cuál es ese tema del que te avergüenza saber tan poco?
AH: Economía.
TL: ¿Qué canción o película resume mejor tu vida?
AH: Quizás ‘Billy Elliot’, por aquello del niño que cambió su destino. Solo que yo cuando lo hice, con 32 años, ya no era un niño, precisamente…
TL: ¿El lugar más loco en el que has terminado después de una noche de fiesta?
AH: Soy bastante clásico en ese sentido y procuro terminar siempre en mi camita.
TL: ¿El objeto más extraño que conservas?
AH: Es más emotivo que extraño, pero conservo mi batita de cuando iba a parvulitos gracias a mi mamá, que me la regaló cuando cumplí 40.
TL: ¿Esa pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder?
AH: “¿Prefieres tener muchos amigos o pocos pero buenos?” Lo segundo, siempre.