El modelo anterior del Mercedes-Benz Clase A se olvidó del espíritu monovolumen para entrar de lleno en el segmento de los compactos, un cambio que conquistó al comprador español y que se ha mantenido en esta nueva hornada que ha mejorado en todos su aspectos. Hemos probado su variante diésel A 180 d de 116 CV que sale desde 32.700 euros.
En 2012 eran tiempos convulsos para Mercedes-Benz. La firma había tomado un nuevo rumbo con tal de rejuvenecer su clientela a base de propuestas más atractivas y accesibles al gran público. El Clase A presentado ese año fue un claro ejemplo y rompió moldes tanto en el mercado como dentro de la casa de la estrella. La tercera generación dejaba a un lado su vocación familiar y carrocería monovolumen para adentrarse en un segmento al alza con el permiso de los SUV’s, los compactos.
Ese vehículo de proporciones contenidas y aspecto deportivo se actualizó en 2016 y fue en 2018 cuando se presentó el modelo que hoy nos ocupa. El compacto premium que tanto hemos visto por nuestras carreteras vuelve a cambiar pero esta vez manteniendo la esencia que tantos éxitos le ha traído. Medidas compactas, pero más grandes, estilo desenfadado, motores para todos los gustos y, esta vez, mayor equipamiento y refinamiento en los acabados.
Solo la nueva Mercedes podía entrar en un segmento desconocido para ellos y arrasar como hicieron con el anterior Clase A. Por ello, no es de extrañar que los cambios sean significativos, que no radicales. Estamos ante un modelo más grande y sus cotas son de 4,22 metros de largo (+12 centímetros), 1,80 de ancho (+ 2 cm) y 1,44 de alto (+1 cm) con una distancia entre ejes de 2,73 metros (+3 cm). En cuanto a su diseño, hay cambios visibles que, sin duda, han mejorado su presencia y su lado más sofisticado.
La fórmula para ese plus de diseño exterior se centra en un frontal más deportivo si cabe. La solución de alargar el capó e inclinar el morro al suelo es un infalible. Aporta la sensación de retrasar el habitáculo, algo muy próximo a los superdeportivos. También han achatado la parrilla que, junto a las considerables entradas de aire, le aportan un aspecto contundente. Los grupos ópticos extremadamente afilados también ayudan y en España llegan con tecnología LED de serie.
La zaga estrena firma lumínica, pero este cambio va más allá de lo visual. Los faros de la generación anterior se inmiscuían a la hora de abrir el portón, empeorando la accesibilidad a la boca del maletero. Esta vez no hay pilotos que entorpezcan la carga, que gana 20 centímetros de amplitud y 29 litros de carga, hasta los 370 litros de capacidad, más que suficiente para viajar con el equipaje de cuatro personas. No nos olvidamos de destacar el pésimo error de juicio de Mercedes-Benz (y muchas otras marcas) al introducir unas salidas de escape falsas.
Cuando se presentó el nuevo Mercedes-Benz Clase A, muchos pasaron de puntillas por sus cambios exteriores, no es para menos. El habitáculo supone la verdadera revolución de este compacto. Llega cargado de tecnología punta, mejores acabados y un diseño minimalista y digital como el día a día en el que vivimos. Adiós a la clásica visera frente al conductor, las dos pantallas son las únicas protagonistas de su salpicadero junto a unos aireadores de corte AMG y un volante. ¡Qué volante! Bonito, con un tacto exquisito y los mandos multifunción en cromado o táctiles, sensacional. La sensación de amplitud apenas ha variado, pero su crecimiento en cotas se traduce en más altura interior y espacio para las piernas en las posiciones traseras.
Las pantallas digitales serán de 7 pulgadas cada una de serie, dejando las de 10,25’’ que montaba la unidad probada para los opcionales (5.403 euros el paquete Premium Plus). En cuanto a sus funciones, no han cambiado. Frente al volante encontramos el cuadro de instrumentos 100 % configurable mientras a la derecha se controla el nuevo sistema de infoentretenimiento MBUX.
El sistema Mercedes-Benz User Experience (MBUX) merece un alto en el camino. Este ordenador basado en inteligencia artificial es capaz de aprender de nosotros y podemos hablar con él como haríamos con el copiloto. Tan solo hace falta activar su atención con un “Hey, Mercedes” y darle órdenes de forma natural, sin comandos previos. Un Siri, pero en el coche.
Sobre la asociación de Mercedes-Benz y Renault para el desarrollo de motores se ha escrito largo y tendido. Puede que para los conductores más puristas sea una traición pero la economía vencerá, siempre, esa batalla. La firma de la estrella recurre al rombo para los propulsores más pequeños como el que estuvimos probando, el A 180 d. Se trata de un bloque 1.5 litros y cuatro cilindros que rinde 116 CV con un par máximo nada criticable de 260 Nm. Va unido al cambio automático 7G-DCT y sin contar los extras, se pone a la venta desde 32.700 euros.
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