En 2023 en España había 14.426 hoteles abiertos, según el medio especializado Hosteltur. De ellos, 629 se ubicaban en Tenerife. Aunque si yo estuviera planeando pasar unos días de relax en la isla, no me molestaría en buscar entre tanta oferta. Iría directamente al mejor hotel de Tenerife y uno de los más exclusivos de España y Europa: el resort Bahía del Duque, en plena costa de Adeje.
Aunque hayas viajado por todo el mundo, seguro que nunca has visto algo como Bahía del Duque. Y es que más que hotel o resort, podríamos calificarlo como un pueblo. Con esa idea, se inauguró en 1993. La de recrear un típico pueblo tinerfeño con sus casitas de colores, sus palmeras, sus piscinas naturales y, por supuesto, su mar.
Así te sientes nada más cruzar la puerta de Bahía del Duque. Lo primero que ves es la recepción. Se ubica en la parte alta del hotel y supone la puerta de entrada a este bonito pueblo. Su estética recuerda al de una clásica casa colonial, con techos altos de madera, grandes ventiladores y naturaleza por todos lados, palmeras y árboles frutales dan un toque de color al lugar.
Algo curioso de Bahía del Duque es que todos los trabajadores van vestidos con el traje típico de la isla. Los hombres con el fajín y las polainas, y las mujeres con su falda de lana y su delantal. Un detalle que permite conocer un poco mejor la historia de Tenerife y nos introduce aún más en su universo.
Dentro del hotel las habitaciones de dividen entre Casas Ducales y Las Villas. Estas últimas son, como su nombre indica, villas privadas que se ubican en la parte más apartada del hotel y rodeadas de naturaleza, para garantizar la privacidad de sus huéspedes. Son los alojamientos más exclusivos y que incluso cuentan con piscina privada y solarium independiente.
Como curiosidad, estas villas se construyeron con piedra volcánica y cuentan con un estilo clásico y elegante, pero enmarcado dentro de la estética del hotel.
En Las Casas Ducales encontramos el resto de alojamientos de Bahía del Duque. Aquellas que van desde la habitación deluxe hasta la Suite Imelda, la más exclusiva, con dos plantas, dos terrazas y jacuzzi privado.
En cuanto a las vistas, pueden ser hacia el mar -sobre la playa del Duque- o el jardín del hotel. Ambas son todo un espectáculo, pues si algo llama también la atención de Bahía del Duque es la belleza de sus exteriores.
Como he dicho antes, el hotel es como un pequeño pueblo tinerfeño, lleno de color y naturaleza. El jardín está situado como en cascada, con diferentes niveles en los que podemos encontrar espacios tan distintos como un salón de lectura al aire libre, jardines, un romántico mirador, un ajedrez a tamaño real o cinco piscinas.
Entre ellas dos son las más especiales, puesto que son de agua salada y están hechas a semejanza de las espectaculares piscinas naturales que podemos encontrar en Tenerife. Rodeadas de piedra, con cascadas, un fondo de color turquesa y una gran profundidad. Son auténticos oasis que se funden con las Casas Ducales, pues algunas habitaciones tienen salida directa a la piscina.
Desde el hotel tienes acceso directo a la playa del Duque, una típica playa de Tenerife con arena negra, un profundo mar turquesa y rodeado de acantilados y piedras.
También tienes dentro exclusivas tiendas de moda y joyas, y nueve restaurantes con una variada oferta gastronómica para comer o cenar. Entre ellos destaca Nub, con una estrella Michelin y dos Soles Repsol, que ofrece una mezcla de comida latina y europea a cargo del chefs Andrea Bernardi y Fernanda Fuentes-Cárdenas.
A éste se le suma la cocina japonesa de Kensei, la propuesta belga del chef dos estrellas Michelin Pierre Résimont en La Brasserie; la cocina vanguardista del chef Lucas Ordóñez en Alisios Market Food; la cocina italiana de La Trattoria; el Gastro Lounge Las Villas ubicado en la zona de Las Villas; y Sua, un asador de alta cocina vasca.
Este último fue en el que tuve la oportunidad de cenar y no me arrepiento nada de mi elección. Sua significa fuego en euskera y es, sin duda, lo que mejor define la cocina del restaurante. En su carta podemos encontrar carnes y pescados a la brasa entre los que recomiendo el lomo de lubina del Atlántico, el chuletón de vacuno o el ojo de bife.
También productos de la tierra como los cogollos de Tudela a la brasa, los pimientos del piquillo, una auténtica delicia, o clásicos que nunca fallan como las croquetas de jamón. Y, por supuesto, ricos postres como la tarta de queso, que siempre es un acierto, o el brownie con crema de whisky, con un delicioso bizcocho que elaboran ellos mismos en el hotel.
Sin duda, calificaría mi experiencia en Bahía del Duque de ensueño y te recomiendo que si vas a Tenerife te acerques, aunque sea, a pasar una noche allí. Por mucho que te guste recorrer los lugares a los que vas, sentirás que allí tienes todo lo que necesitas. Los precios de las habitaciones parten de los 300 euros la noche y merece mucho la pena conocer este espectacular espacio y a sus encantadores trabajadores.
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