Caminar y hablar de arquitectura en el Dublín Georgiano
En el centro de Dublín podemos encontrar casas palaciegas de ladrillo rojo de estilo Georgiano fáciles de reconocer por las icónicas puertas de colores chillones.
El pasado de la Irlanda Celta o Gaélica está marcado por el asentamiento vikingo y la posterior conquista anglo-normanda. Su historia es compleja y múltiples sus leyendas atrapadas en murallas, castillos medievales, iglesias y monasterios muchos ya desaparecidos. Pero Irlanda es también un país que puede vanagloriarse de tener además de una preciada historia literaria uno los mejores ejemplos de arquitectura Georgiana sobreviviente.
Necesitaríamos mucho tiempo para comprender, tanto los orígenes como los principios subyacentes de la arquitectura del período georgiano. Voy a dar cuatro pinceladas para encender vuestra curiosidad cuando visitéis Dublín (por cierto, aviso a navegantes (la Biblioteca del Trinity College cierra sus puertas en febrero 23).
El Dublín Georgiano proviene del reinado de los cuatro reyes Jorge
El nombre del estilo arquitectónico Georgiano (que va de aproximadamente 1714 a 1830) proviene del reinado de los cuatro reyes Jorge, una influencia que sin entrar en detalles, llega a través del filtro del arquitecto A. Palladio que estudió, midió y exploró monumentos de la antigua Roma. Se trata de un estilo caracterizado por estar dentro de los órdenes clásicos. La proporción, la simetría y el equilibrio fueron características de la arquitectura y el urbanismo Georgiano hasta principios del siglo XIX.
Arquitectos como Edward Lovett Pearce, Richard Cassels, James Gandon, Francis Johnson, entre otros fueron influenciados por Palladio. En ellos vemos cómo las proporciones de la arquitectura antigua griega y romana encuentran su camino en muchos edificios de Dublín. Uno de los ejemplos más conocidos es la Leinster House, ahora sede del Oireachtas (el Parlamento Irlandés), otro edificio situado frente al elegante St Stephen’s Green Park es el MoLI (dos casas Georgianas unidas).
Los edificios georgianos del lado norte se convirtieron en viviendas
Hasta mediados del siglo XVII Dublín era una pequeña ciudad medieval amurallada, con calles estrechas, pero a medida que la ciudad crecía en tamaño y población requería un desarrollo distinto de las áreas residenciales. Fue el Duque de Kildare (Lord Lieutenant of Ireland) en 1748 quien decidió construir su Palacio en lo que se consideraba la zona inferior (el lado sur) lo cual provocó un éxodo masivo de las clases altas a esta nueva “zona de moda”.
Así que el sudeste de Dublín pronto se convirtió en la zona más codiciada de la ciudad. Eso hizo que aristócratas, jueces, abogados, obispos y la élite de la Iglesia en general migraran a los nuevos barrios. Los edificios georgianos del lado norte se acabaron convirtiendo más tarde en viviendas para los pobres de la ciudad.
Así que el centro medieval Dublín con esta reforma a nivel urbanístico y arquitectónico dio lugar a algunos de los más bellos y elegantes edificios allá por los siglos XVIII y XIX. En aquel momento eran casas aristocráticas adosadas construidas por parte de los “promotores inmobiliarios” del siglo XVIII (la llamada Comisión de Calles Anchas).
Muchas casas georgianas fueron demolidas
Durante los años iniciales de la era Georgiana, el norte de la ciudad era la zona residencial. En concreto Henrietta Street donde se ubican algunas de las casas Georgianas más antiguas de Dublín en aquel entonces jueces, abogados y obispos, todos ellos protestantes vivían en la famosa calle adoquinada. Eran casas residenciales de 3 y 4 pisos a lo largo de los muelles que miraran hacia el río Liffey.
En los años posteriores a la independencia de Irlanda como Estado Libre (1922) la arquitectura Georgiana corría un serio peligro. Por aquella época el gobierno pretendía hacer desaparecer todo aquello que les recordase a la época colonial, y muchas de las casas fueron demolidas en lo que se consideró una rebelión contra el antiguo dominio británico, otras muchas permanecieron y ahora forman parte de la rica historia cultural de la ciudad.
Hay numerosos edificios públicos de estilo georgiano
Los mejores lugares para ver la arquitectura Georgiana de Dublín hoy, incluidas las famosas Puertas de colores, son Merrion Square, ubicada en el lado sur del centro de la ciudad; Fitzwilliam Square, la última de las cinco plazas georgianas que se construyeron en Dublín en el siglo XVIII. También hay edificios públicos de estilo georgiano como La Aduana, El Hospital de la Rotonda, el Royal Hospital Kilmainham, el edificio clásico más antiguo de Irlanda o el The Collins Barracks, que ahora alberga el Museo Nacional de Irlanda – Artes decorativas.
El acceso a los edificios era a través de unos pocos escalones desde la calle. Eran casas grandes con un hall de entrada que conducía hasta un piano nobile donde estaban las salas de recepción principales (zona de té, etc). Las ventanas eran grandes y se colocaban en una cuadrícula regular. La altura interior de las viviendas entre forjado y forjado variaba e iba disminuyendo a medida que subíamos más arriba, hasta llegar a las habitaciones principales y ya en el último piso la buhardilla donde se alojaban “las nannies”.
El Dublín Georgiano es una ciudad repleta de encanto
Se usaron relaciones matemáticas simples para determinar la altura de una ventana en relación con su ancho o la forma de una habitación como un cubo doble. La chimenea siguió siendo el foco principal de las habitaciones. A menudo había un patio inglés protegido por barandillas de hierro. Tenían una entrada discreta que bajaba hasta el nivel del sótano como acceso de los sirvientes y las entregas.
Dublín, especial y única, es y será una de mis ciudades favoritas por razones emocionales. Una ciudad, un país que a lo largo de la historia muchos han intentado demoler, pero cuya identidad personal prevalece quizá por eso siempre encuentro en ella algo por descifrar.
Camino por sus calles a modo de espectador en un intento de definir, o más bien identificar, las pautas que rigen su arquitectura como una postal que habla de la esencia de un pasado que perdura, como imágenes de un mundo que registra y permite vislumbrar un estilo más allá de visitantes con apreciación estética, a disposición del mundo entero.