¿Descansar en el desierto? Parece una quimera, un sueño imposible, una de esas locas ideas que salen de la ciencia ficción y que solo contribuyen a la idealización de un absurdo, pero no, nada más lejos de la realidad. Descansar en el desierto más antiguo del mundo no es solo posible, sino ahora también deseable. Escuchar la impactante ausencia de sonido nos ayuda a relajar los sentidos al máximo, a encontrarnos con nosotros mismos y, sí, para eso también hace falta algo de arquitectura.
Viste el desierto en Mad Max furia en la carretera, una película producida y coescrita por George Miller, y protagonizada por la incombustible Charlize Theron y el imponderable Tom Hardy. Sin embargo, había demasiado ruido de motores en la peli, tanto, que incluso hubo quejas de deterioro medioambiental en la zona de rodaje. En fin, el caso es que el intratable desierto de Namibia, junto a la costa atlántica, posee unos 80.000 kilómetros cuadrados de superficie, y dentro de este enclave encontramos un hotel muy especial que seguro querrás visitar: el Sossusvlei Desert Lodge.
El hotel de lujo se ubica dentro del Parque nacional de Namib-Naukluft, el más grande de África y el cuarto más grande del mundo. En concreto, se asienta en la zona conocida como Sossusvlei, una superficie de 130 kilómetros cuadrados protegidos que albergan un océano de dunas, extensiones de grava y formaciones rocosas sin igual. Algunas dunas sobrepasan los 300 metros de altitud, con lo que podrás imaginar su inmensa riqueza paisajística. Si a esto unes sus espectaculares cielos nocturnos, entenderás la razón por la que muchas personas están optando por descansar en este idílico espacio sin casi vida.
Las obras finalizaron en 2019. Unas obras en las que se rehabilitó y reformó un antiguo albergue de los años 90. En total, el hotel ocupa unos 4.100 metros cuadrados. La promoción corrió a cargo de la empresa AndBeyond, especializada en el turismo de lujo, diseña tours personalizados en África, Asia y América del Sur. Diez espectaculares suites de piedra se distribuyen en forma curva bajo una abrupta formación rocosa, frente a ellas, el infinito desierto, con su árida expresión de la libertad.
Cada suite posee piscina, aire acondicionado, sala de estar con chimenea, un dormitorio de quitar la respiración, que incluye una enorme claraboya sobre la cama; y un baño con vistas al desierto, para que no te pierdas ni un minuto del mágico espectáculo. Todo esto con un exquisito diseño obra del estudio con base en Sudáfrica Fox Browne, y, en concreto, con el arquitecto Jack Alexander, quién se encargó de los detalles más técnicos.
El edificio de invitados posee dos plantas y está resuelto con los materiales más perdurables del mundo: el vidrio, la roca y el acero. El vidrio nos sirve para aprovechar al máximo las vistas, la roca nos protege de las inclemencias atmosféricas, al mismo tiempo que nos incorporan al paisaje reinante, es decir, nos involucra; y el acero corten marca la diferencia, distingue el edificio principal y crea una estética propia. Sus planchas taladradas orientadas según el camino solar y su escalera de caracol son dignas de elogio.
Como buen hotel de lujo, tiene a la disposición de sus clientes un fantástico bar, un generoso lounge, una bodega, cocina interactiva, una piscina infinita, gimnasio para tonificarnos, un centro wellness con bañera hidromasaje, spa y sala de masajes. La conceptualización de este hotel suponía traer el antiguo albergue al presente siglo. La selección de colores neutros que reflejan los colores de las rocas, la incorporación de detalles decorativos con reminiscencias del lugar, como huevos de avestruz, o detalles de cuero del mismo animal, de piezas artesanales de Namibia y su concepto actual de arte.
El segundo e ineludible compromiso con la conceptualización del hotel consistió en darle la mayor credibilidad en materia de sostenibilidad. Para ello, incluyeron paneles fotovoltaicos en cada edificio capaces de suministrar energía aprovechando los 50 grados centígrados que a menudo soporta el lugar. La electricidad creada por el calor se utiliza para generar aire acondicionado y reciclar el agua de forma autosuficiente, garantizando el mínimo impacto medioambiental. Además, cada piscina tiene un volumen y tamaño adecuado al consumo energético de las instalaciones y cuando no se usan las suites, las piscinas se cubren para evitar la evaporación del agua. Nada se escapa en el desierto.
Pero si pensabas que era silencio lo único que podías encontrar en este hotel, te equivocas. Los propietarios te invitarán a contemplar las estrellas con un astrónomo residente, a volar en un helicóptero o en un globo aerostático para disfrutar, aún más, de las impresionantes vistas del océano de rocas y arenas del desierto más antiguo del mundo. Y, por supuesto, te llevarán de safari o de picnic. El lujo sostenible es caro, pero tiene unas ventajas incuestionables, como ya vimos en otro singular espacio hotelero, el Fogo Island Inn.
Por si te preguntas cuanto te puede salir una pequeña estancia en el paraíso más aislado del mundo, te podemos decir que una suite está entre los 532 euros de la temporada baja y los 854 de temporada alta, por noche y persona. El precio incluye casi todo, tres comidas diarias, safaris, etc. Ahora bien, si te sientes en plenitud económica puedes quedarte en la suite Star Dune por el módico precio de 2.396 euros la noche o 3.847, en función de la temporada. El desierto bien vale la pena, pero claro, no te adentres en él en soledad.
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