Bienvenidos a la capital de Noruega. Quienes os hayan hablado o hayan estado ya en Oslo probablemente os dijeran que pasaron por delante del Amerikanlinjen. Un hotel que disfruta de una ubicación fantástica en la parte más céntrica y vibrante de la ciudad donde converge un conglomerado de energías.
Obsérvalo bien hasta que estés seguro de poderlo reconocer cuando visites Oslo. Demos entonces por hecho que es inevitable que todo el mundo que haya visitado la urbe haya pasado por aquí lo cual significaría que también tú podrías, quizá algún día, acabar alojado en este maravilloso hotel escandinavo.
En esta tarea de clasificar hoteles en la que ando inmersa te acabas transformando en observador. Y en esa búsqueda surgen innumerables asombros, en este caso no solo la ubicación privilegiada me lleva a hablar de él, también su historia.
Esta se remonta a principios del siglo XX, cuando este edificio histórico de estilo neo-barroco sirvió como sede de la compañía de cruceros La compañía naviera se dedicó a transportar a miles de inmigrantes a través del Océano Atlántico en busca de una nueva vida en Estados Unidos.
Encontrarás el Amerikalinjen junto a la bulliciosa Estación Central (Sentralstasjon), a dos pasos de la Ópera House y muy cerca del Museo Munch y del Museo Nacional. Se construyó durante una era marcada por la industrialización después de la Primera Guerra Mundial. El edificio original es de 1919, y un siglo después, justo en 2019 abrió sus puertas manteniéndose como un ícono, al igual que lo fue Sommerro, otro hotel de la cadena Nordic Hotels & Resorts.
Hay lugares capaces de comprender su pasado y afortunadamente este edificio lo hace. Conservó lo realmente relevante en la extensa serie de renovaciones llevada a cabo por el estudio de arquitectura local Kritt Arkitekter y por los diseñadores de interiores Puroplan, estudio este último con sede en Helsinki. La reconstrucción del antiguo edificio convirtió un edificio de oficinas en un moderno hotel.
Debido al estado catalogado del inmueble, Amerikalinjen ofrece 122 habitaciones y suites. Con techos altos e interiores de calidad, están divididas en cinco categorías, todas con una atmósfera elegante y acogedora. Habitaciones espaciosas con interiores modernos que hacen referencia a la historia del edificio gracias a detalles neobarrocos originales como los altos techos abovedados con cornisas de madera y grandes escaleras.
La compañía finlandesa Puroplan pensó en una mezcla de elementos de diseño neoclásico como inspiración para su trabajo. Además, utilizó cartas escritas por los inmigrantes noruegos que pasaron por el Amerikalinjen.
En cuanto a la decoración, el espacio cuenta con muebles y luminarias de mediados de siglo. Algunas piezas son clásicos del diseño de las décadas de 1950 y 1960 como la lámpara Birdy, diseñada por Birger Dahl en 1952 o el sillón Veng de Torbjørn Bekken de 1960. Los baños siguen la estética Art Deco en colores blanco y negro.
También hay lugar para el arte con una colección de obras cuidadosamente seleccionadas. Esta incluye piezas del pintor figurativo estadounidense Alex Katz, del artista británico Julian Opie y del ex artista callejero Shepard Fairey. Al igual que sucede en el hotel The Thief, el resultado es un hotel elegante que invita a la relajación.
No obstante, el factor sorpresa de Amerikalinjen viene de la mano de sus diferentes propuestas gastronómicas. En primer lugar Atlas, una brasserie que prioriza los ingredientes de origen local e incluye una combinación ecléctica de platos inspirados en los asadores neoyorquinos.
Le sigue Haven, un café en un patio con techo de vidrio que genera un espacio lleno de luz. Por último, al caer la noche es delicioso tomar un cóctel clásico con el ambiente de Manhattan en Pier 42 y terminar con una copa en Gustav, un íntimo club en el sótano inspirado en la escena del jazz de Nueva York.
En una entrevista al General manager, Ørjan Lundmark, me contaba: “Este hotel engloba todo un universo, como un arcón que recoge los recuerdos de todos aquellos que por aquí pasaron hace un siglo”. Añade que están tratando de combinar lo mejor del antiguo y nuevo Oslo: “Nos gustaría que nuestro hotel tuviera el lugar que le corresponde en esta bulliciosa capital”.
Examinando la lista de cosas que me gustaron de este hotel destaca la biblioteca del segundo piso con salas de lectura que están diseñadas de la misma manera que habrían estado durante las operaciones de Amerikalinjen. Capas que el tiempo ha ido yuxtaponiendo y en las que los interioristas buscaron un relato más hondo.
Así, el intento de dejar registro de muchos detalles descubiertos durante el proceso de construcción incluye joyas como una colección de mapas enmarcados o fotografías históricas que dan testimonio de la existencia de los barcos que aquí tuvieron su territorio, la mayoría de los cuales son reproducciones de clásicos originales de mediados de siglo.
Imprescindible detenerse en Amerikalinjen, uno de esos lugares en los que orbitan muchas energías. Tal vez a eso aspiró cuando se convirtió en las oficinas por donde tenía que pasar quien quería partir hacia el nuevo mundo.
Desde la ventana de la quinta planta se ve la línea del horizonte y cómo esta plaza, la Jernbanetorget Square, es punto de encuentro de muchos viajeros que llegan a esta ciudad. No es posible deshacerse de la memoria porque la síntesis de un hotel está en su capacidad de conservar su singularidad. Una vez más me quedaría aquí a vivir. No hay escapatoria, pasarás tarde o temprano por el Amerikalinjen.
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