En el pequeño pueblo conquense de Campillo de Altobuey, comarca de la Manchuela, inmerso en bosques frondosos escondidos en la frontera que separa la llanura manchega y la Serranía de Cuenca, se encuentra este pequeño paraíso. Cuesta de Patas es una gran finca agrícola autodefinida como ‘Club Ecológico’. Dirigida con pasión por Juan y Mari Carmen, sus propietarios, que un día decidieron abandonar la gran ciudad y su estilo de vida para comenzar este nuevo proyecto.
Cuesta de Patas es un complejo en el que no falta de nada. Sus más de quince hectáreas se reparten entre el edificio principal, una casa de servicio, jardines, 3.000 metros de huerto ecológico, granja de animales, jardines, cuadras y tierras de cultivo; todo ello destinado en exclusiva para público adulto.
El ecologismo, el descanso y la recuperación de la energía vital son su razón de ser. El huerto es cultivado mediante cuidadosas prácticas de respeto al terreno; sus animales son criados en libertad con alimentación sana procedente de los cultivos ecológicos.
En Cuesta de Patas tienen un dicho «que tu alimento sea tu medicina». La mayor parte de los alimentos que se sirven proceden del huerto y de la granja y tienen por tanto la certificación ecológica. Las semillas no están modificadas genéticamente ni son tratadas con abonos químicos, pesticidas y otros venenos. Estas son las ventajas de una gastronomía basada en recursos propios.
Para acompañar sus platos, disponen de una cuidada selección de vinos tintos y blancos de distintas procedencias, manzanillas, cervezas ecológicas. Y para completar la experiencia gastronómica, los comensales comparten mesa, lo que permite la interacción y genera una energía muy especial.
Aunque lo que más apetece es descubrir cada rincón de sus exteriores, este alojamiento da mucho juego: pasear, recorrer la zona de huerto, leer o darse un baño en su piscina climatizada con sauna y baño turco. Cada una de sus seis habitaciones está individualmente equipada con hidromasaje y todas las comodidades. Eso sí, ¡ninguna tiene televisión!
Pero por si fuera poco, son muchas las actividades que se organizan según la temporada del año: películas, conciertos o documentales en su estupenda sala de cine, jornadas de senderismo por los parajes cercanos, danza del vientre, yoga y taichí. Por la noche, se puede disfrutar de un buen gin-tonic; eso sí, ¡con ginebra ecológica!
Además, en mitad del bosque cuentan con uno de sus tesoros, sus dos refugios, solo para los más atrevidos, ya que están en plena naturaleza donde apenas se llega en todo-terreno. Un lugar donde retirarse a meditar, descansar y encontrarse a uno mismo.
Y para que no te invada la nostalgia tras la partida, disponen de una tienda con productos de producción propia con certificación ecológica, para poder llevarse un trocito de este pequeño paraíso. En definitiva, una experiencia totalmente distinta de la que se vuelve con una sensación increíble de bienestar y ‘buen rollo’ en un espacio donde desconectar, relajarse y disfrutar de las pequeñas cosas.
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