Noruega, famoso por sus fiordos y sus auroras boreales, es un país que representa un destino singularmente atractivo. Por ello está siempre en el radar de los viajeros. Así que si estás pensando en viajar próximamente a la capital nórdica presta atención porque el pasado otoño abrió en el Solli Square de Oslo un hotel muy especial. Sommerro fue, y sigue siendo, uno de los edificios más emblemáticos construido en los años 30.
Fue sede de la antigua compañía eléctrica original de la ciudad, Lysverker. Se sitúa en Frogner, uno de los barrios más antiguos del ‘West End’ y distrito residencial de lujo, que se encuentra a poca distancia de los principales lugares de interés de la capital.
Sommerro, propiedad de Nordic Hotels & Resorts, forma parte de Preferred Hotels & Resorts, el grupo de hoteles independientes de lujo más grande del mundo. Un visionario se empeñó en recuperar este edificio patrimonio arquitectónico de Oslo y con un gran reto delante propuso recrear el glamour Art Déco de la década de 1930. El tiempo que nos separa entre la compañía de luz que fue y el hotel de lujo que es verifica que los vínculos con el pasado siguen ahí. Nada de lo anterior se ha perdido, porque de eso se trataba: de custodiar cuidadosamente el pasado.
Al entrar en Sommerro te encuentras transportado un siglo atrás gracias a una atmósfera inesperada que te seduce de inmediato. La misma que te sugiere mirar a tu alrededor y contemplar su llamativa y elegante rehabilitación. Aquí el binomio forma-función tiene más sentido que en ningún otro lugar.
En este hotel novedoso, refinado y exótico hay que descifrar el espacio y es “obligatorio” diluirse en el placer de observar. El recuerdo me traslada a una conversación con el director del hotel, Dominic Gorham, al que tuve el placer de entrevistar. Una persona fascinante que parecía, como el edificio, alejado del mundo terrenal y con quien conecté increíblemente. Tras la charla de varias horas tuve la certeza de que aquella circunstancia no había sido una casualidad.
Hablamos de la progresiva conversión de fábrica de luz a hotel de lujo. Tuve que esforzarme por imaginar cómo había sido aquella sede central observando los cientos de detalles arquitectónicos del edificio. Por supuesto, me fue imposible no quedar razonablemente impresionada, entre palabras y música jazz.
Reconstruir este edificio enorme con una historia singular e indagar en su pasado es la clave para entenderlo, pues cada decisión tomada tiene su correspondencia subterránea en el pasado. Leer las huellas indelebles de un edificio responde al propósito de rescatarlo de la verdad y todo esto implica compromiso por parte de los arquitectos que hicieron una interpretación arquitectónica partiendo de un concepto. Algo que implicó viajar constantemente al pasado para abarcar todo un mundo en paralelo.
Oslo nos traslada al Art Déco con este hotel de los años 30 meticulosamente restaurado por el estudio local LPO Architects en colaboración con Alice Lund y Adam Greco de Londres; y GrecoDeco con sede en Nueva York, que fueron quienes ganaron la licitación. Su objetivo era conservar el estilo y el aura característicos de sus orígenes. Su extraordinaria atención al detalle se extiende a todos los aspectos del diseño con una fusión de elementos originales y estética neoclásica contemporánea dando lugar a un edificio de espíritu clásico y creativo a la vez.
Una rehabilitación muy reflexiva requiere de inteligencia y rigor. Subrayar la agudeza y el ingenio de los arquitectos para rehuir del maquillaje y dotar al edificio de su verdadera esencia, calibrando todos los elementos, los estructurales y los decorativos.
Con vistas panorámicas a la capital de Noruega, este hotel estilo Art Déco alberga 231 habitaciones que van desde acogedores lofts hasta suntuosas suites. También tiene 56 residencias con una decoración de estilo clásico noruego además de 7 restaurantes, 3 bares, un pequeño cine y un teatro con 100 asientos.
Gran parte del mobiliario está hecho a medida, al igual que la madera de abedul de todo el hotel. Cuenta también con suelos de parqué de roble, lujosas alfombras anudadas a mano, muebles a medida tapizados con motivos noruegos de los años 30 y elegantes cuartos de baño con azulejos personalizados. Impresionantes interiores la mayoría de ellos, diseñados especialmente para el hotel que incluyen una hermosa escalera con la intención de conservar el estilo y el aura originales.
El hotel además se ha posicionado como destino culinario en Oslo. Ahora mismo Sommerro es el epicentro de la gastronomía nórdica internacional siendo un referente no solo para visitantes del hotel sino también para los locales por su amplia oferta gastronómica.
Empezamos por Barramon, el lugar de referencia para tapas y vinos españoles. Plah por su parte es uno de los restaurantes más populares de la ciudad con un concepto más refinado a cargo del “mejor chef tailandés” de Noruega, Terje Ommundsen. Ekspedisjonshallen es un restaurante ubicado en el antiguo salón donde el público pagaba sus facturas de electricidad. Allí e se sirven desayunos, comidas, cenas y brunches dominicales con música en vivo y barra de cócteles inspirados en los años 20.
Dentro del propio hotel hay un salón de té, To Søstre. Allí se ven refinados carritos de pasteles y uno de los únicos pianos de cola Steinway automáticos de Noruega, protagonista de sus conciertos de música clásica. Y no puede quedar atrás el único restaurante en una azotea en la ciudad, Tak Oslo. Ofrece platos nórdicos-japoneses a cargo de la chef sueca, Frida Ronge.
Para su decoración el hotel contó con el asesoramiento del director del museo y crítico de arte de renombre internacional, Sune Nordgren. Él fue quien realizó una selección especial de obras de arte para el mismo como las del emergente Per Krohg, las pinturas folclóricas de Gerhard Munthe, un mural en el techo que hace un guiño a la herencia del edificio o una colaboración con el extraordinario ilustrador Bendik Kaltenborn.
Asimismo el hotel acoge el llamado Vestkantbadet, uno de los pocos baños originales (públicos desde 1932) que quedan en toda Noruega. Ahora, completamente restaurado, se puede ver en su interior un espectacular mural del artista noruego Per Krohg restaurado, mosaico por mosaico, de manera impecable.
Sommerro cuenta también con su Biblioteket, una acogedora biblioteca llena de libros con caprichosos toques nórdicos; y suKinoen, una íntima sala de proyecciones abierta también a todo el mundo.
“Dejarse llevar suena demasiado bien” que diría Vetusta Morla y es que habitar un hotel tiene mucho de dejarse llevar. Y es lo que hice en esa, mi tarea de clasificar los hoteles desde diferentes puntos de vista. Sommerro requiere una mirada estética cuyo código de comunicación es un discurso basado en las imágenes. Porque como dijo alguien: “La belleza no es inherente a nada; hay que encontrarla”.
Ahora entiendo que era inevitable haber viajado allí y recordar equivaldría a reconstruir el placer exquisito que fue, un refugio al que acudir de vez en cuando y para siempre. Quién iba a pensar que este edificio tendría otra oportunidad y vería de nuevo la Luz.
Fotos propiedad de: © Francisco Nogueira
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