Tailandia, el país de la Sonrisa, acaba de celebrar la entrada de un nuevo año. En concreto del año 2.562 de su calendario solar. Su año cero comenzó en el 543 a.C cuando se estima que muere Siddaharta Gautama, fundador del budismo. La festividad del Songkran, año nuevo tailandés, abarca varias celebraciones; la entrada de año, pero también el comienzo del Monzón que traerá la lluvia necesaria para tener un año de abundantes y prósperas cosechas. Unos días en los que el país celebra su fiesta budista más importante del año. Coincide también con el mes más caluroso de Tailandia. Todo ello unido hace que el Songkran sea la fiesta más pasada por agua del mundo.
Durante los días del Songkran las familias aprovechan para reunirse y rendir homenaje a los más ancianos. La tradición marca agradecer a los mayores de cada casa por haberles dado la vida, también agradecen a la madre tierra y a la madre agua. De uno en uno reciben de los abuelos el agua bendita, aromatizada por 9 tipos de flores; el número 9 significa “adelante”. Se dan las gracias a la vez que se hace el saludo “wai”.
El respeto marca de solemnidad un festejo cargado de buenas intenciones. Tras las bendiciones familiares se acude al templo. Allí se van dejando las ofrendas a los diferentes budas: arena traída de sus pueblos, flores, comida, dinero, pan de oro, velas, cualquier tipo de obsequio para agradecer a Buda y pedir por un buen año de cosechas y prosperidad. Los monjes oran con cada familia, a las que también purifican con agua de flores.
En el templo, frente a cualquier buda o incluso por la calle, se procede también a la ablución. El agua significa purificación y para purificar el alma se derrama suavemente agua con pétalos sobre las figuras de Buda o sobre las personas. En cualquier rincón de la calle se pueden encontrar cubos con flores que la gente amablemente ofrece para purificarte. Es un gesto que cuando se hace en conciencia resulta gratificante y hermoso. Suele ir acompañado de un ungüento a base de polvo de talco y agua aromatizada con jazmín. La pasta se prepara y ofrece en un recipiente y con ella hay que embadurnarse la cara. De esta forma la ablución del Songkran estará completa.
Pude vivir esta experiencia en el Templo Wat Yannawa, el Templo del Barco. Fue construido durante el reinado de Rama III, cuando la capital ya estaba en Bangkok y el comercio con China hizo del siglo XIX un tiempo de prosperidad tras la destrucción por los birmanos del periodo de Ayutthaya.
Los barcos chinos llegaban por el río Chao Phraya hasta aquí y se construyó un templo con forma de barco. Es uno de los templos más antiguos de Bangkok y poco frecuentado por los turistas extranjeros. En el interior del templo las familias sentadas, con las piernas siempre hacia un lado y los pies más atrás que el resto del cuerpo, rezan unidas y los cánticos resultan místicos y relajantes. Uno retoma la esperanza y las ganas de volver a intentar hacer las cosas bien, otra oportunidad de volver a empezar.
Pero la fiesta del agua también hay que vivirla desde su lado más moderno. Tras la oración y buenas intenciones, comienza el Songkran alocado. La ablución ceremoniosa para dar la bienvenida al Monzón que traerá lluvia y vida ha ido degenerando poco a poco hasta convertirse también en una celebración pagana. Las calles se llenan de niños con cubos, pistolas de agua, y todo tipo de objetos que permitan lanzar agua a todo el que pase cerca. Es la temporada más calurosa en Tailandia y acabar empapado es de agradecer.
Poco a poco uno va entrando en el ambiente, cambiando el chip y para cuando te das cuenta ya has descargado gran parte de adrenalina transformada en litros de agua. Recargar las pistolas en los barreños que la gente coloca por las calles para tal uso, tiene su peaje, en algunos la venden a 5 bats, lo que viene a ser 15 céntimos, en otros el peaje es estar dispuesto a recibir un cubo de agua fría por la cabeza. Cuando ya no queda parte del cuerpo sin mojar la vida se ve de otro color.
Las mejores zonas para vivir un disparatado Songkran en Bangkok son las calles de Khao San, más conocida como la calle de los mochileros, donde habitualmente las tiendas y pequeños comercios de ropa se cuentan por centenares, y Silom Road. Durante tres días serán el epicentro de las guerras de agua más divertidas del mundo. El Songkran es un buen ejemplo del espíritu global del país; respeto, ceremonia, gratitud, belleza, color y alegría. Tailandia no deja de sorprenderme. Tailandia me alegra la vida. Sawadee Pi Mai. Feliz Año para todos.
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