Hay destinos que llaman al descanso y la desconexión. Y no precisamente porque no tengan atractivos de aventura, descubrimiento o naturaleza. Al contrario. El motivo es que cuentan con una serie de ingredientes, como el clima, los paisajes o su oferta hotelera, idóneos para conquistar a viajeros de todos los perfiles. Uno de ellos es Mauricio, un país insular del océano Índico famoso por sus playas de arena blanca, lagunas y arrecifes. Un lugar exótico y perfecto para desconectar en pareja o en familia en alguno de sus estupendos hoteles.
Como en todo, para gustos hay colores. Pero estoy segura de que hasta el más aventurero no podría resistirse a pasar unos días en alguno de los resorts de 4 y 5 estrellas que Sunlife tiene en la isla.
Hablamos de pequeños universos con salida directa a la playa, piscinas infinitas y una espectacular oferta gastronómica que redondean con actividades de ocio, deportes terrestres o acuáticos y experiencias wellness de todo tipo.
Pero vayamos por partes. Mauricio tiene una superficie de unos 1.800 km2 (similar a la de la isla de Tenerife) que goza de un clima templado todo el año. El termómetro ronda los 24 grados en invierno y no supera los 31 en verano.
Por lo tanto, es un destino perfecto para visitar desde España en cualquier momento. Pero hay que considerar seriamente hacerlo hasta el 24 de septiembre, fecha hasta la que Iberojet opera un vuelo directo cada martes desde Madrid.
Una vez allí, quienes busquen un lugar donde mimetizarse con el entorno, disfrutar de la naturaleza salvaje y de preciosos amaneceres en el mar, su sitio está en Long Beach. Situado en la costa este de Mauricio, es uno de esos hoteles en los que perderse, en todos los sentidos, es casi una obligación.
Sus habitaciones son casitas independientes con salida directa a la playa o al jardín del resort. Rodeadas de palmeras y exuberante vegetación, son pequeños oasis de discreción.
En ellos se puede descansar después de un día de playa, tras visitar el precioso spa del complejo, a continuación de sus piscinas o de exprimirse en sus lugares dedicados al deporte como el gimnasio, el rocódromo o el campo de fútbol.
Mención aparte merecen sus restaurantes, distribuidos alrededor de un coqueto patio central donde sucede todo. Espectacular y deliciosa la cocina japonesa de Hasu; y sabrosa y sorprendente la mezcla italo-oriental de Sapori.
Así como las múltiples opciones de Le Marché entre las que destacan la comida mauriciana y los ingredientes sostenibles como la miel de sus propias colmenas.
Y a solo unos minutos en coche desde Long Beach se toma el barco en Trou d’Eau Douce a la Isla de los Ciervos (Île aux Cerfs).
Un paraje de gran belleza llamado así por estar morado en el pasado por estos animales y que actualmente es un destino idílico rodeado de agua. De hecho, hay quienes afirman que su playa de aguas claras y arena blanca es la más bonita de Mauricio.
El espacio acoge un campo de golf de 18 hoyos diseñado por Bernhard Langer, cuatro restaurantes y la posibilidad de hacer deportes y actividades acuáticas. Es el destino perfecto para un día de playa que también cuenta con una coqueta burbuja/habitación para pasar la noche bajo el cielo estrellado.
En el extremo opuesto de la isla se halla Sugar Beach, uno de esos resorts donde parece que todo empieza, para bien, una y otra vez. Es un lugar luminoso, amplio, con un majestuoso vestíbulo y suites distribuidas en villas blancas de dos alturas de estilo colonial.
Allí se puede jugar al croquet, dejarse mimar en una burbuja de aire puro con experiencias beauty, elaborar un perfume a medida y, por supuesto, descansar. Su playa privada es la continuación de la famosa playa pública de Flic en Flac, el núcleo urbano más cercano.
Un arenal inmenso de arena fina y con una rica diversidad en su fondo coralino que puede disfrutarse haciendo snorkel, sobre una tabla de paddle surf, a bordo de un barco de vela o buceando.
Tanto Sugar Beach como su vecino, La Pirogue, son dos hoteles especialmente privilegiados con los atardeceres más impresionantes de Mauricio.
Nada como ver el mar tiñéndose de rojo con un cóctel en la mano (con o sin alcohol) de su Buddha Bar o degustando una deliciosa cena con los pies sobre la arena en Le Patio o Citronella, dos de sus restaurantes más top.
Justo al lado de Sugar Beach y compartiendo playa encontramos a su hermano pequeño, La Pirogue. Un resort de 4 estrellas cuya particularidad radica en sus coquetos bungalows con techos de paja y paredes encaladas que reproducen las de un antiguo poblado criollo.
Su restaurante Magenta es perfecto para una cena romántica y tranquila junto al mar. Un lugar con una decoración exquisita junto a la piscina especializado en pescado y marisco de la zona.
Ni qué decir tiene que Mauricio es mucho más que hoteles para descansar. Es gente amable, es naturaleza en estado puro, es bullicio en sus mercados, coloridos templos y diversidad. Pero de todo esto hablaremos pronto… cuando hayas reservado ya en alguno de los hoteles de los que hablamos hoy…
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