El InterContinental Shanghai Wonderland ha abierto sus puertas y ya podemos disfrutar de su buen hacer en una de las regiones al alza (turísticamente hablando) de China. Pero… ¿por qué deberíamos hacerlo? ¿Qué alicientes podría tener viajar hasta este alejado lugar? ¿Estaremos visitando un hotel que vale la pena o sólo uno más de los llamados hoteles de lujo? En pocas palabras, intentaremos desvelarte estas incógnitas… ¡Y alguna más!
Imaginemos que entre nuestras propiedades tenemos una cantera en desuso, que esa cantera se encuentra a 35 kilómetros de Shanghai, en una ciudad llamada Songjiang (cómo molan los nombres chinos, ¿eh?), con unas infraestructuras de buen nivel, con extensos paisajes naturales alrededor y transportes más que suficientes… ¿Qué haríamos allí? Pues sí, lo has adivinado: un pedazo de hotel de lujo de los que dejan huella.
Como nos sobra inteligencia y audacia, convocamos un concurso internacional, que no se nos olvide, buscamos lo mejor de lo mejor y en ese concurso encontramos a una empresa inglesa llamada Atkins que nos enseña lo que, justo, queremos hacer (como si nos hubiera leído la mente). El Quarry Hotel (Hotel Cantera) tiene una característica muy especial que lo hace único y el primero de su especie: se desarrolla hacia abajo, no hacia arriba, es un edificio con vistas al interior de la cantera, no sobre ella.
La única pega es que se nos han adelantado, para ser concretos, la empresa china Shimao Group fue quien se encargó del concurso, adjudicándolo en el año 2006, aunque fue hace pocos días, a mediados de noviembre (de 2018 para quien lea este artículo más tarde) cuando finalizaron las obras, nada más y nada menos que 10 años de ejecución, imagina la complejidad. El hotel cuenta con 336 habitaciones distribuidas en sus 18 plantas de altura, que bajan por los 90 metros del acantilado, eso sí, salvo dos plantas que sobresalen y otras dos que se hunden bajo tierra.
Por supuesto, si existe un ejemplo de integración arquitectónica con la naturaleza, algo que no siempre es buena idea, puede ser éste: el diseño refleja el paisaje natural de la cantera, escondiendo la fachada en el interior de la garganta rocosa, protegiéndose con una cubierta vegetal e interpretando la zona donde se ubica con especial sensibilidad, los acantilados rocosos y las cascadas circundantes, casi parecen haber llegado al mismo tiempo que el hotel.
La cadena Intercontinental Hotels Group tiene una amplia experiencia en el sector, así que se han puesto manos a la obra para operar este complejo, orientado al ocio y al deporte. Conscientes de la novedad de su diseño y ubicación, no les está haciendo mucha falta la publicidad, el interés en este hotel se ha hecho viral y son muchas las expectativas que está generando, sobre todo por su diseño, aunque su ubicación no está nada mal… cerca del Parque Nacional Sheshan y los Jardines Botánicos de Chenshan.
El hotel, además, quiere aprovechar los tiempos que corren, adaptándose a las máximas disposiciones medioambientales y sociales. De esta forma, el complejo presume de estar totalmente adaptado para las personas con movilidad reducida, se protege del exterior con una eficiente envolvente, que aprovecha la masa rocosa cercana para nivelar la temperatura del edificio, y se provee de energías (mal llamadas) limpias gracias a la geotermia y a diversos paneles solares fotovoltaicos.
El edificio, agarrotado a las paredes naturales, forma una onda sinuosa interrumpida por una cascada de cristal, justo frente a otra natural (que cosas ¿no?), que podrás ver desde cualquier habitación. Por supuesto tiene una piscina en el fondo del acantilado, lejos de vientos molestos. Cuenta con una sala de conferencias para 1.000 personas, instalaciones bajo tierra, que albergan un restaurante y suites de lujo con paredes que dan a un acuario (alucino) a 10 metros de profundidad.
Los amantes del deporte encuentran aquí su lugar de culto preferido, con la posibilidad de practicar la escalada en roca natural, deportes acuáticos como el kayak, y, para los adictos a la adrenalina, la alegría de practicar puenting desde un voladizo sobre la cantera, al que se accede por medio de ascensores especiales, desde el sótano subterráneo del hotel. Para mí, es suficiente riesgo pasear por una pasarela que rodea el acantilado con pavimento de cristal… o la terrible agonía de disfrutar de una piscina cubierta (ironía, claro).
Por supuesto hay más, como un espectáculo de luces nocturno que da mucho juego, un Quarry bar donde sirven bebidas, whiskies y licores con cubitos de hielo en forma de piedras de cantera, un gran gimnasio donde tonificar el cuerpo, un enorme salón de baile, una verde terraza con espectaculares vistas, un restaurante tradicional chino, el Cai Feng Lou o un restaurante llamado Mr. Fisher, especializado en productos marinos (cuyas paredes son parte del acuario), aparte, claro, del maravilloso lago artificial al fondo de la (antigua) cantera.
Dicen varios medios que la inversión ha rondado los 250 millones de euros (hasta poco me parece) y que las habitaciones cuestan entre 350 y 700 euros por noche (imagino que las suites más todavía). En el interior del complejo, un atrio (o patio cubierto interior) da paso a una cascada artificial, modulable para el deleite de los usuarios del hotel, una escalera de madera te lleva hasta la parte más profunda de la cantera y, por supuesto, existe un helipuerto por si hay que evacuar de emergencia… ¡O recibir a algún ilustre invitado! (¿Te apuntas?)
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