El próximo 12 de mayo, la casa de subastas Christie´s pondrá a disposición del público, en Ginebra, un conjunto de joyas únicas y de un valor histórico casi incalculable por haber pertenecido a la hija de Napoleón. Se trata de unas piezas compuestas por diamantes y zafiros “de una calidad asombrosa” que fueron de a la hija adoptiva del emperador, Stéphanie de Beauharnais. Así lo explica el especialista en joyería de la casa de subastas, Lukas Biehler. Él ha calificado de “sincronización fortuita” el hecho de que casi exactamente 200 años después de la muerte del militar (5 de mayo de 1821), se subaste este “deslumbrante conjunto de joyas” que él mismo regaló a su hija.
Se trata de un exclusivo conjunto de piezas que podría superar el millón de euros formado por un collar, un anillo, una pulsera, un par de pendientes, dos broches, dos colgantes y una tiara. Esta última es la corona real de la reina María II de Portugal, que fue una adición posterior al pack. En cualquier caso, tal y como explica el experto, los zafiros y diamantes provienen de Sri Lanka y a juzgar por el conjunto “es posible que costara una generación coleccionar un set como éste”.
De lo que no hay duda es de que pertenecieron a Stéphanie de Beauharnais (1789-1860), sobrina de la primera esposa de Napoleón, Joséphine Tascher de la Pagerie y a quien él adoptó formalmente. El motivo fue meramente diplomático. Él quería una alianza política con Alemania y para ello arregló el matrimonio entre ella y Carlos, el Gran Duque de Baden, cuya boda se celebró en París en abril de 1806. Según el Victoria and Albert Museum de Londres, entre los muchos tesoros de la dote de Stéphanie se encontraba un collar de diamantes y esmeraldas del propio emperador.
El lote de joyas viene acompañado de una nota que indica que Stéphanie lo adquirió de su prima, Hortense de Beauharnais, hija de Joséphine y su primer marido. La pareja compartió una amistad particularmente cercana después de la muerte prematura del esposo de Stéphanie en 1818 de la que el Archivo Napoleón de París conserva 80 cartas. No obstante, se desconoce cómo o por qué se realizó la transferencia. “Sólo podemos especular sobre las circunstancias precisas en las que la propiedad del conjunto de joyas se transfirió de Hortense a Stéphanie así como exactamente cuándo sucedió”, dice Biehler. “Las joyas podrían haber sido un regalo o Stéphanie pudo haberlas comprado a Hortense, de quien se sabe que vendió otras joyas para recaudar fondos”.
Sea como fuere, el próximo día 12 se subastarán en Ginebra estas joyas que pasaron a la hija mediana de Stéphanie, la princesa Josefina de Hohenzollern Sigmaringen, tras su muerte. De hecho, en su propio testamento el lote aparecía como “un collar, un colgante, dos pendientes, 7 alfileres y un cinturón”, que se montó después para crear una tiara.
Después de la muerte de la princesa Josephine, las joyas pasaron a su hijo mayor, el príncipe Leopoldo de Hohenzollern. En 1861 se casó con la infanta Antónia, hija de la reina María II de Portugal. Fue la unión de Leopoldo y Antónia la que hizo que la espectacular corona de la Reina María se uniera al conjunto, elevando el número total de joyas a 10. Han permanecido con los descendientes de su familia desde entonces y apenas se han visto en público.
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