No es ningún secreto que nuestro país es un gran contenedor de talento. Un talento en muchas ocasiones perdido o desaprovechado por la falta de oportunidades, económicas y de promoción, de las que sin embargo disponen las grandes empresas. Para eso, para unir ahora esfuerzos y poner en valor toda esa creatividad explosiva -en este caso en el mundo de la joyería-, nace la Incubadora de Talento de Aristocrazy.
La hermana pequeña del grupo Suárez, más rebelde e innovadora, nació con la idea de que sus piezas de joyería fueran también complementos de moda. Algo que sin duda han conseguido en sus 13 años de vida y que quiere seguir desarrollando. “Queremos que la creatividad sea nuestro motor para hacer diseños atrevidos, osados, que se adelanten a las tendencias”, dijo en la presentación de la iniciativa su directora de diseño, Ainhoa Álvarez.
Para ello han creado esta comunidad creativa, la llamada Incubadora de Talento, que da la posibilidad a artistas emergentes a participar en las colecciones de Aristocrazy aportando sus puntos de vista, sus trabajos y su inspiración.
Su objetivo es combinar el diseño y la creatividad de talentos internos y externos a la marca para crear comunidad, compartir ideas y crecer. Sin duda una manera estupenda de dar voz a muchos artistas emergentes que abandonan sus proyectos por falta de apoyo; y un impulso extra para una empresa abierta a los retos y la novedad.
En esta primera edición del proyecto, propiciado por el reciente director general de la firma, Francisco Álvarez, participarán tres mujeres. Tres artesanas que desarrollan su talento en el mundo de la joyería con tres estilos tan llamativos como diferentes y cuya aportación a Aristocrazy se verá a mediados de 2024.
Por un lado está Kristina, alma y creadora de Luz Negra Jewelry. Después de vivir en México y Barcelona, ahora trabaja y se inspira en su casa taller del País Vasco. Sus piezas son su canal para contar historias, hacerse preguntas y hablar sobre temas que le inquietan como la antropología, la ecología, el arte o la historia.
Por otro lado está Daria Pacelli, una italiana afincada desde hace nueve años en Barcelona, cuyas joyas atemporales se inspiran en la naturaleza. La flora marina o los glaciares son los protagonistas de sus dos colecciones compuestas por “siluetas espontáneas que identifican el concepto de belleza orgánica”.
Iren Bznuni es la tercera participante de esta edición de la Incubadora de Talento. De origen armenio, ha desarrollado su creatividad en Bilbao, Venezia y Valencia. Para sus piezas utiliza metales, resinas, conchas e incluso insectos con las que da rienda suelta a su imaginación.
Las tres fueron captadas por Raquel Castillo, hunter creativa y dueña de su propia firma, que ve en el proyecto algo emocionante y con muchas posibilidades. “Hay mucha gente ahí fuera con poderío, fuerza y juventud. Con ganas y talento para hacer cosas muy chulas pero que pierde la fe por falta de apoyo. Esta iniciativa puede ser una alternativa muy buena a esa falta de desmotivación”.
Para siguientes ediciones se seguirán buscando talentos, no necesariamente del mundo de la joyería, cuyas sinergias serán parte de los innovadores portfolios de Aristocrazy.
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