Estamos de acuerdo en que la moda es una de las empresas que más facturan a nivel mundial. En España, solo el sector internacional mueve miles de millones de euros, a los que si añadimos otros sectores como la perfumería, la cosmética o los accesorios; y las facturaciones indirectas de artesanos, fábricas de tejidos, transportes, logística, marketing, comunicación, publicaciones, etc. las cifras suben exponencialmente de modo vertiginoso. Pensar que una industria que engloba tantísimos sectores y que maneja números de hasta 10 cifras no te afecta o no influye en los movimientos sociales es ingenuo hasta el infinito. Por esto hoy, quiero hablar de feminismo y moda.
Pero no solo de cómo ha cambiado la moda para hacer más fácil la vida de la mujer o más cómoda -que también- sino cómo el feminismo, entendido como la igualdad política, social y económica de los dos sexos ha sido, es y será facilitado -entre otros factores- por la moda, que es un reflejo de la sociedad, no sólo de la que se está viviendo, sino de la que está por venir, porque la auténtica moda, trata siempre del futuro, de mirar hacia adelante.
La moda actual
Hoy más que nunca las empresas tienen en cuenta la opinión de los consumidores y por supuesto de los expertos en Marketing y Comunicación. El mundo de la moda no es ni de lejos una excepción (no tienes más que ver la importancia que se da al street style en las publicaciones especializadas) y por ello, me gustaría hacer un paralelismo con la moda a partir de la opinión sobre el feminismo en la sociedad actual de una directiva de alta responsabilidad, Virginia Ríos.
Virginia Ríos, Directora de Marketing y Comunicación en Thinking Heads y entusiasta del empoderamiento femenino (esta misma semana ha colaborado dando su testimonio para un documental sobre feminismo), tiene una opinión muy actual, global, muy realista sobre el tema que se entiende desde la diversidad y la inclusión. La diversidad de ser el tipo de mujer que tú quieras ser (o seas), la importancia de los programas de mentoring, coaching y sponsoring como fundamentales en el desarrollo del liderazgo femenino en las organizaciones. Virginia Ríos, reconoce que en una pequeña empresa, el tema de la diversidad tiene retos, pero también oportunidades: más posibilidades de cambiar las cosas rápidamente y de tener una conexión con todos en el equipo.
Cualquiera que vea un desfile de moda actual y no tenga “un ojo natural o entrenado” para ello, te dirá que se lleva todo. No es cierto. Hay tendencias y pautas, novedades y “revivals”. Lo que sí es cierto es que la moda en 2018, te da todas las herramientas para que seas la mujer que quieras ser o seas, en la talla que tengas, con tus características personales. Existen hoy día diseños, marcas, diseñadores de todo tipo y condición, raro será que no te guste algo y por si esto no fuera suficiente, tienes la posibilidad de darle tu toque personal y quedar estupenda, porque en estos momentos esto es lo más. Las pasarelas te gritan que la diversidad es fantástica y que seas como seas, eres bienvenida a estos maravillosos tiempos inciertos del siglo XXI, que si tú te aceptas, genial. Y si no, te da herramientas para hacerte el camino más fácil.
Pero lo mejor de todo es que la moda hoy día está enfocada por supuesto a la belleza, a la expresión artística y por encima de todo a que las prendas sean vendibles porque como te comentaba al principio del artículo, en definitiva, esto es una empresa y aunque no quede tan romántico ni tan idealista, la realidad es que las cifras mandan y las que compran, y mucho, son las mujeres, que son a las que les gusta, sean más o menos conservadoras en sus ideas, transmitir, sentirse y saberse empoderadas porque lo son y lo están.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Gracias a la audacia de “grandes”. En ocasiones fueron modistos y diseñadores como Mario Fortuny o Paul Poiret quienes definitivamente despojaron a las mujeres del corsé, aunque Coco Chanel se atribuyera el mérito en exclusiva. Ella sí nos dio los nuevos tejidos y la opción de abrir el campo de visión, nuevas prendas, el armario masculino a disposición de las mujeres, sombreros descomplicados, accesorios con sentido… Vionnet con los fantásticos vestidos sin absurdos cierres, perfectamente cortados, todo para resaltar el cuerpo de la mujer real. Por primera vez aparece el término mujer real, aunque no se dieran cuenta, y esto ya es en sí una liberación que actualmente se nos vende como gran avance y es de principios de siglo pasado.
Más tarde llegó Saint-Laurent y subió a la pasarela prácticamente todas las prendas que tienes en tu armario, incluido el traje pantalón. Vinieron los 60 mientras él hacía todo esto en París además de subir a la primera maniquí negra a una pasarela de alta costura y triunfó la minifalda, la moda que expresaba la revolución de los jóvenes contra la sociedad establecida, y más tarde tras la resaca de los 70, los hippies reconvertidos en yuppies en los 80 se enamoraron de las chaquetas “deconstruidas” de Armani y las powered women las utilizaron para diferenciarse de las working girls y acceder a puestos de poder en un entorno en el que era absolutamente necesario para acceder a ellos, vestir prácticamente como un hombre.
En los 90 las tendencias sufrieron un periodo de transición y a medida que disminuían las hombreras, aumentaba el poder real de las mujeres, empezamos a usar vestidos debajo de las chaquetas e incluso se instauró el casual day en algunas oficinas, la conciliación de la vida laboral era un tema que empezaba a plantearse.
¿Y en el futuro?
Los nuevos tejidos nos darán grandes sorpresas, también las nuevas técnicas de fabricación. Estas prendas nos ayudarán en el logro de que hombres y mujeres sean iguales a todos los niveles, sino que además estén y/o se mantengan sanos, capacitados, cuidados, informados… las posibilidades son infinitas.
Sobre si la palabra feminismo está de moda y se googlea más que nunca, me alegra, pues al menos existe el interés de querer saber, formarse una opinión y por tanto una actitud, pero la realidad y las cifras no son tan optimistas, tenemos problemas muy serios incluso más allá de la brecha salarial, diferencia de oportunidades y dificultades de conciliación, como el problema de malos tratos incluso en relaciones entre adolescentes y aunque se ha conseguido muchísimo, todavía queda por hacer. Espero que como decían las primeras sufragistas y feministas, el feminismo sea un movimiento con fecha de caducidad porque todo se habrá conseguido.
¿Por qué esos colores?
Actualmente el color por excelencia asociado al feminismo es el morado, la razón que muchos piensan es por el aspecto del humo que salía al quemarse una fábrica de Estados Unidos en 1911, con todas las trabajadoras que decidieron hacer huelga, dentro. No es así, ya lo utilizaban las sufragistas inglesas desde al menos 1908, que le daban el significado de sangre real, para resaltar la dignidad de la mujer y la lealtad, junto con el verde (esperanza) y el blanco (honradez y pureza de espíritu), quizás el acontecimiento del incendio sí sirvió para internacionalizarlo. Para ilustrar lo último sobre color y feminismo, nada como la anécdota de Ellen Degeneres y los bolígrafos para mujeres en rosa y morado, el discurso no tiene desperdicio.
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