La riqueza de nuestro panorama empresarial hace que firmas de prestigio y peso internacional convivan con otras más pequeñas y no menos importantes por ello. Lilipa Handmade corresponde a las segundas, esos proyectos personales con un marcado carácter sostenible que responden 100% al nuevo concepto de moda «slow».
Pero empecemos por el principio, porque hasta su nombre, Lilipa, hace referencia a la naturaleza, la esencia y todos los valores de una moda poco agresiva y que reivindica lo natural. Lilipa significa narciso en euskera y rinde homenaje a las dos abuelas de su fundadora y alma máter, Amaia García, que tenían nombre de flor.
Afincada en San Sebastián, formada en publicidad y marketing, luego en patronaje y diseño, Amaia compagina su trabajo con la gestión íntegra de esta firma nacida en 2021 como una apuesta personal.
Sus diseños son atemporales, de colores neutros y telas fluidas pensadas para afrontar bien el paso del tiempo. «No me gusta la temporalidad porque no me gusta el fast fashion«, nos explica. «Además, hacer colecciones grandes es muy complicado y se necesitan muchos medios para ello».
Así, ella defiende una moda que huye de las tendencias pero que sin embargo siempre te puedes poner. Una moda alejada de las grandes producciones y con la que busca recuperar el valor de lo artesanal. «Confeccionar, diseñar, buscar telas… todo eso es tiempo, es calidad y un trabajo que el cliente debe valorar. Ahora las grandes marcas han hecho que todo esto se esté perdiendo y la gente no pare, no se interese, no piense», explica.
Por eso crea pequeñas colecciones con una identidad muy marcada, poco agresivas con el medio ambiente y 100% artesanales. Esto significa que no tiene stock, sino que trabaja bajo pedido, y que en cada uno invierte al menos 20 días desde su confección hasta su envío. Su apuesta son «los armarios cápsula con prendas que no entienden de moda sino que siempre están de moda«.
Vestidores con prendas sencillas y a la vez especiales cuyos nombres, patrones y colores se inspiran en lugares como Japón, conceptos como la floración, estilos como el nórdico o referencias que le gustan y suelen tener que ver con la naturaleza.
Así, la llamada Lorea (flor en euskera) es «una alabanza a la belleza y la naturaleza»; mientras que Bloome (floración en sueco) copia las texturas, formas y colores de algunas de las flores que más inspiran a la marca. Asimismo Suisen, flor en japonés, es una apología a la moda cultural japonesa y a sus flores.
El resultado es una moda natural, esencial y con precios medios. Porque nos dice Amaia que «a la gente le cuesta mucho pagar por las cosas, aunque lo valgan». De momento vende online y en dos puntos de venta físicos en Mungia (Vizcaya) y Menorca que «están funcionando bastante bien».
En el futuro le gustaría que Lilipa tuviera su propia tienda, un concept store en el que también intervendría el arte. Quizás en Francia… «porque allí se valoran más la artesanía y los detalles», concluye.
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