La dermatitis atópica es la enfermedad inflamatoria de la piel más frecuente en los niños. Aunque se puede presentar en personas de todas las edades, los expertos estiman que podría afectar hasta al 20% de la población pediátrica, siendo el 50% de los casos diagnosticados en el primer año de vida.
Por lo general los signos que pueden dar la voz de alarma a los padres es la aparición de zonas enrojecidas con mayor o menos descamación y mucho picor. No obstante, la distribución de estas rojeces será distinta en función de la edad de los niños.
“Los lactantes suelen tener afectadas las mejillas, el cuero cabelludo y las extremidades. De los 2 a los 12 años afecta a los codos y las rodillas, alrededor de los ojos y la boca o el dorso de las manos. En adolescentes y adultos se ve también en las extremidades, el cuello y el dorso de manos y pies”, explica la doctora Aurora Garre, Medical Marketing Manager en ISDIN Corporate.
En cuanto a los motivos por los que hay niños que tienen dermatitis atópica y otro no, el Director Científico de SVR, Arturo Álvarez Bautista y el dermatólogo Adrián Alegre lo explican de esta manera: “Normalmente aparece por predisposición genética de tal forma que en algunos niños la barrera cutánea es menos eficaz para protegerse del exterior y la piel tiende a irritarse con frecuencia”.
Lo hace ante mínimos estímulos como cambios de temperatura, contacto con tejidos o agua, con cosméticos, etc… De hecho, se trata de la misma carga genética que predispone a los niños a padecer alergias a determinados alimentos como el cacahuete, el trigo, el huevo o la leche de vaca; la rinitis o el asma. De hecho, la doctora Garre amplía esta sensibilidad a los ácaros, pólenes, hongos o epitelios de animales.
En cualquier caso, la dermatitis atópica es una enfermedad crónica, que no tiene cura. Su tratamiento debe ir enfocado a disminuir la gravedad del brote y esparcirlo en el tiempo.
Para ello es importante realizar una limpieza suave con productos libres de jabón, tomar baños cortos, secar la piel a toquecitos con una toalla e hidratarla profundamente “con productos altamente emolientes y con activos calmantes y reconstituyentes”, explica la doctora Garre. Es el caso de los ácidos grasos Omega 6 que restauran la barrera cutánea; la niacinamida que tiene propiedades calmantes; la provitamina B5 o el Laureth 9, con propiedades anti-picazón.
Tal y como explican los expertos, la dermatitis atópica en los niños puede llegar a ser grave cuando afecta a superficies muy grandes; como más del 20-25% del cuerpo. Y también cuando la zona afectada se sobre infecta por bacterias o herpes.
“En el primer caso hablamos de impétigo, que se caracteriza por tener costras amarillentas encima de los eczemas; y en el segundo aparecen pequeñas ampollas sobre las zonas afectadas”, explican Álvarez y Alegre. Y añaden que otras complicaciones frecuentes de esta enfermedad “pero no graves” pueden ser la aparición de moluscos (erupciones cutáneas contagiosas provocadas por un virus) o alergias cutáneas.
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