Ahora que miramos especialmente por el medio ambiente y estamos más concienciados que nunca de que ser sostenibles es la única opción, se nos plantean serias dudas con algunos objetos cotidianos. Unos de ellos son los cepillos de dientes de bambú, muy de moda y más ecológicos que los normales pero… ¿igual de recomendables si hablamos de salud oral?
En primer lugar, contextualicemos. Los cepillos de dientes de bambú tienen por lo general el mango de bambú, totalmente biodegradable y ecológico, que además impide el crecimiento bacteriano. En cuanto a las cerdas, suelen estar hechas de nylon o tynex, ambos materiales artificiales, que no se degradan por sí mismos pero que tampoco perjudican a las piezas dentales ni las encías.
Así que si eligiéramos un cepillo de bambú solo por su condición «ecológica» deberíamos retirar los filamentos antes de tirar el mango a la basura marrón.
Si por el contrario atendiéramos a su usabilidad o su condición higiénica, deberíamos tener varios puntos en cuenta, ambos relacionados con sus filamentos o cerdas.
Según explica la odontóloga Beatriz Gutiérrez Orio, «los cepillos de dientes de bambú son una excelente idea a nivel sostenible pero aún les queda muchísimo camino para igualarse en efectividad a los de plástico». Y es que en su opinión, su diseño solo responde a las necesidades de las personas «que tengan buena salud oral».
El motivo serían sus cerdas, estandarizadas a un grosor «medio-suave» que según la experta «no valen para personas con hipersensibilidad, tratamientos quirúrgicos, ortodoncias, etc.». Para ellas la recomendación serían cepillos suaves, muy suaves o específicos para patologías concretas.
En el caso de los cepillos de dientes de bambú 100 % ecológicos, otro aspecto a tener en cuenta sería la idoneidad de las cerdas de bambú para los dientes y encías. «Por sus propias características, el bambú ralla la superficie de los dientes, propiciando el desgaste del esmalte y causando problemas de abrasión e irritación en las encías», explica el doctor Jorge Ferrús, periodoncista e implantólogo de la Clínica Dental Ferrus & Bratos de Madrid.
Como consecuencia, la persona que eligiera este tipo de productos «podría experimentar diversas complicaciones como sensibilidad dental, sangrado o recesión de las encías, entre otros», comenta.
Además, ambos odontólogos coinciden en que al ser completamente orgánico, «el bambú natural es el lugar idóneo para albergar bacterias«. Esto quiere decir que sería necesario cambiar el cepillo cada dos semanas en lugar de cada tres meses como se recomienda con los cepillos de plástico.
Entonces… ¿cómo debe ser un cepillo de dientes? ó ¿qué debe tener un buen cepillo de dientes para ser cómodo, efectivo e higiénico? Según la literatura científica estos artículos de higiene tienen que tener cuatro partes: mango, cuello, cabeza y filamentos.
Gutiérrez en este caso matiza: «Es importante que el mango del cepillo sea lo suficientemente largo para que se pueda coger con la mano; que el cuello sea fino; y que la cabeza sea pequeña para llegar a todos los rincones de la boca. Sobre todo a la parte posterior donde hay muy poco espacio».
«En cuanto a los filamentos -dice- tienen que ser flexibles y sintéticos para evitar la acumulación bacteriana y en ningún caso pueden ser biodegradables». De ahí que ella no recomiende los de bambú.
Así, la diferencia fundamental entre los cepillos de dientes de bambú y los técnicos estaría en su diseño y en los filamentos. Con el paso de los años se sabe que las puntas de estos deben ser pulidas y redondeadas para no dañar el esmalte de los dientes y «en mi opinión preferiblemente suaves», dice Gutiérrez.
«Como cepillos «medios» no son mala opción, sobre todo considerando que hay que apostar por lo biodegradable. Pero estamos hablando de salud y ahora mismo, aunque son mejores para el planeta, no son iguales ni se acercan a los de plástico«, zanja la odontóloga.
Así, podríamos decir que en este momento los cepillos de dientes de bambú están en un punto similar a los primeros cepillos de dientes, que respondían a una buena idea pero tenían mucho por delante.
A modo de curiosidad diremos que las primeras técnicas de cepillado datan de hace unos 5.000 años. Entonces, los habitantes del Antiguo Egipto se limpiaban la boca con la parte blanda de ramitas de árbol que aplastaban.
No obstante no fue hasta 1498 cuando el emperador chino Hongzhi patentó el primer cepillo de dientes elaborado con mango de bambú o hueso y cerdas de puerco.
Este invento se popularizaría en Europa a finales del siglo XVIII gracias a William Addis que durante una temporada en la cárcel agujereó un hueso de pollo e introdujo en él unos pequeños filamentos para su higiene dental. Tras su liberación perfeccionó la idea y fundó su compañía, Addis, que sigue vendiendo hoy millones de cepillos de dientes al año.
Solidarity Xmas Tree es un evento solidario en el que participan las marcas de lujo… Leer más
Tiffany & Co. ha creado algunos de los trofeos deportivos más emblemáticos de la historia… Leer más
La catedral de Notre Dame abrirá sus puertas en apenas unas semanas. Según ha avanzado… Leer más
El mercado global del lujo alcanzará los casi 1,5 billones de euros en 2024 manteniéndose… Leer más
Los ingresos de Aeffe, matriz de marcas como Moschino o Alberta Ferretti, siguen a la… Leer más
La reciente aparición pública de Kate Middleton en los actos por el Día del Recuerdo… Leer más