Resulta que nos pasamos la vida lanzando mensajes a los demás, muchas veces sin darnos cuenta y sin decir “esta boca es mía”. Nuestros gestos hablan por sí mismos y son una parte más de la comunicación sobre nuestra personalidad, sobre nuestros deseos, e incluso sobre nuestro estatus social. Nos referimos a la comunicación no verbal, esa arma de doble filo que siempre aporta una información tan veraz como privilegiada para los que la saben interpretar. Leerla y manejarla bien será especialmente importante a la hora de establecer nuevas relaciones románticas. Descubre cuáles son los gestos de coquetería y cortejo más inconfundibles para poder interpretarlos y emitirlos a voluntad en el dating si se trata de ligar.
A la hora de comunicarnos, tan importante es el lenguaje hablado como lo son los gestos, posturas, posiciones y distancias que entablamos con los demás, puesto que con estas señales estamos dando mensajes acerca de cómo nos sentimos y cuales son nuestros verdaderos deseos o intenciones. Esta comunicación, también llamada “analógica”, puede ser tanto o más importante que el lenguaje verbal, también conocido en comunicación como lenguaje “digital.” En este sentido, cuando existe incongruencia entre los dos tipos de mensajes, siempre se dará más credibilidad al mensaje enviado por claves no verbales que al contenido verbal o mensaje explicito.
La importancia de la comunicación analógica es tal, que la “falta de comunicación” es solo una expresión utilizada por los profesionales para indicar la ausencia de expresión verbal de emociones. Sin embargo, en la vida real, no existe la no comunicación. De hecho, el silencio también es interpretable, y en el campo de la pareja tampoco podía ser de otra manera.
Todos hemos entendido alguna vez un silencio como invitación a un primer beso, aunque la ausencia de palabras también puede significar un cabreo de órdago y emplearse como castigo. Tal es la complejidad de la comunicación no verbal, que lo más importante será siempre entenderla en su conjunto y dentro de la situación y contexto.
Por tanto, cuando damos mensajes a los demás, no solo importa lo que decimos, sino que también importa cómo lo decimos. Esto no es nuevo, pero a veces se subestima cuando se pretende ligar.
Como decíamos, cualquier expresión deberá interpretarse dentro de un todo, pero existen tres factores fundamentales a la hora de lanzar mensajes de flirteo:
La cantidad media de tiempo que la gente suele pasarse mirando en una conversación de dos personas es del 75% del tiempo mientras se escucha, del y 40% mientras se habla. La mirada íntima, que se produce dentro de la pareja o para denotar interés sexual aumenta este tiempo, y se manifiesta con movimientos oculares en un triángulo imaginario compuesto por los ojos y la zona genital del otro. Nuestra mirada recorre sus ojos, pasa por el mentón, y se dirige hacia otras partes del cuerpo.
Nuestro lado más sexy no está en mostrar un buen escote o en los atributos sexuales más típicos en los que a priori se pueda pensar: está en las muñecas. Se ha comprobado que la exhibición de la piel lisa y fina de las muñecas supone un componente de seducción muy importante tanto para el hombre como para la mujer. Este gesto puede utilizarse muy fácilmente mientras se fuma, por ejemplo.
Todos contamos con una burbuja o espacio personal que constituye el área en el que no pueden entrar los intrusos. Existen ciertos comportamientos, como el evitar la mirada del otro, con los que defendemos nuestro espacio personal frente a los demás. El grado de proximidad expresa claramente la naturaleza del encuentro. Acercarse demasiado al otro puede ofenderle, poniéndole a la defensiva. En cambio, cuando esta distancia se acorta, significa que hay complicidad y que se está a gusto con el otro, pudiéndose entender esto como una señal muy positiva.
Respecto a las diferencias específicas por género, estos son los gestos de coquetería o flirteo más implicados inconscientemente en la comunicación no verbal:
Un hombre que desee cortejar a una mujer se llevará la mano a la garganta para arreglarse la corbata. Si no hay corbata, se alisará el cuello de la camisa, se quitará una moto de polvo imaginaria del hombro o tal vez se arreglará los gemelos, la camisa, la chaqueta, o cualquier otra prenda. También puede llevarse la mano al pelo.
El despliegue sexual más agresivo es adoptar la postura del “vaquero”: con los pulgares en el cinturón, destacando el área genital. El hombre también puede desplazar el cuerpo hacia la mujer o señalarla con el pie.
La mirada será de tipo íntimo, sostenida un poco más de lo habitual, y es posible que se observe en sus ojos una dilatación pupilar. Puede poner sus manos en las caderas para aumentar en apariencia su dimensión física, y abrir las piernas si está sentado. Otra de las pistas inequívocas que manifiestan los hombres está en sus pies, puesto que con ellos señalan a la mujer en la que están interesados, dentro de un grupo.
Por su parte, la mujer podrá tocarse el cabello o alisarse la ropa. También mantendrá una mirada íntima y se observará dilatación pupilar, y será sexualmente agresiva cuando ponga los pulgares en el cinturón, o deje asomar uno de ellos por el pantalón o por el bolso. Otro tipo de mirada muy eficaz es jugar a los “espías”, emitiendo miradas de reojo con los párpados bajos, y evitando la mirada cuando sea descubierta. La combinación de la mirada sacudiendo la cabeza hacia atrás, moviendo los cabellos es muy efectiva.
Mantener las piernas abiertas la hará resultar más atractiva sexualmente, aunque también puede cruzarlas en una postura típicamente femenina mientras se sienta, resaltando así la tonicidad muscular. También podrá acariciarse los muslos, indicando inconscientemente su deseo de ser tocada. Cuando la mujer juega descuidadamente a meter y sacar el pie del zapato también está dando una importante clave de cortejo. Otras claves en la mujer son el hablar con voz baja o grave, el tocar objetos cilíndricos, como copas, por ejemplo, y el mantener los labios húmedos con saliva o con pintalabios, ya que éstos simbolizan sus propios genitales.
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