Si hacemos una encuesta de andar por casa, prácticamente cualquier mujer adulta mayor de treinta años podrá relatar algún episodio lejano de acoso por parte de algún novio, ex-novio o amigo enamorado que no supo gestionarlo bien. O que no llegó a aceptar el “no” por respuesta. Como resultado, incurrió en episodios de persecuciones callejeras, espionajes o llamadas compulsivas no deseadas. Comportamientos, todos ellos, con el denominador común de la obsesión por la chica, que incluso solía terminar por asustarse.
Aquello fue todo antes de Internet (el fenómeno del espionaje obsesivo hacia otra persona ciertamente no tiene nada de nuevo). Sí lo tienen las vías de acceso a la información proporcionadas por Internet y las redes sociales, capaces de agravar los comportamientos de vigilancia y acecho hacia una misma persona, generalmente mujer y joven. Con ellas, este fenómeno obsesivo ha tomado una nueva dimensión. El espía actual permanece oculto en la red, es ahora conocido como stalker, y puede considerar un tipo de acosador. ¿Qué hacer en esa situación? Os damos pautas para saber cómo reaccionar en este tipo de situación si se presenta en vuestras hijas.
En nuestros días, una de las formas más habituales de acosar es a través de la vía digital, en el medio de internet. Esta fórmula se conoce como ciberacoso o ciberbullying, típicamente referido al hostigamiento producido entre niños de edad escolar, y que en sí mismo tiene distintas formas de expresión. Sin embargo, otra de las variantes del acoso en Internet puede manifestarse, precisamente, a través del acoso encubierto o invisible que tiene lugar cuando una persona vigila a otra. Este testigo mudo de las vidas ajenas, más conocido como stalker, también puede considerarse un acosador.
El espionaje obsesivo y silencioso es generalmente dirigido a mujeres y no deja de ser habitual en edades tempranas. Es por ello que muchas niñas y, sobre todo, adolescentes, podrían ser acosadas por un stalker. Y aunque muchas veces la condición de espionaje es puntual y permanece oculta, en otras ocasiones, en cambio, puede volverse patológico y llegar a asustar a la adolescente.
Todos tenemos seguidores más especiales o intensos en las redes sociales, y eso no les convierte en stalkers. La diferencia entre un stalker y un amigo un poco pesado se manifiesta tanto en el conocimiento del propio stalker por su obsesión enfermiza, como en la incomodidad o incluso el miedo que le supone a la chica saberse espiada constantemente por una persona.
Existen fundamentalmente dos perfiles psicológicos que engloban a todos los tipos de stalkers: el que desarrolla una obsesión por una persona en concreto y el stalker serial, que va “mudando” las víctimas de su stalkeo. Aunque algunos stalkers son inofensivos y, tras notar su presencia, lo más que nos van a producir es la incomodidad de sentirnos acosados y en perpetua observación. Es especialmente delicado cuando estos dirijan su atención a menores de edad, lo cual sucederá fundamentalmente a través de las redes sociales.
En este sentido, nuestros hijos no tienen la madurez necesaria para confrontar esta situación con éxito y por ello les debemos ayudar si un stalker comienza a acosarlos. Cuando se padece, hay que pensar en algunas figura de nuestro entorno. Aquellas que hayan tenido un papel en nuestras vidas, como pueda ser un exnovio, algún compañero de trabajo o simplemente alguien que nos mire mucho porque se haya enamorado de nosotros y no sepa manejar la situación. En las adolescentes sucederá igual y probablemente sea alguien de su entorno cercano o algún compañero de colegio. Aconseja a tus hijos frente a su reaccionar ante los stalkers obsesivos bajo estos principios:
Por otro lado, no debemos olvidar que la prevención de este tipo de asedios pasa por tener uno mismo una actitud responsable en la que la protección de datos personales y el cuidado de su reputación “on-line”, que se comienza a forjar en la adolescencia, sean temas prioritarios.
Y si hemos hablado de las chicas como víctimas, tampoco debemos dejar de hablar de los adolescentes varones. Si tienes hijos adolescentes, debes saber que los chicos son muy proclives a este tipo de comportamiento cuando se enamoran u obsesionan con una chica. Para evitarles sufrimientos innecesarios y el rechazo de los demás, conviene prevenir estas actuaciones manteniendo conversaciones con ellos acerca de lo que es y lo que no es socialmente aceptable.
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