La afición a la caza en España es enorme. Hay unas 850.000 licencias, siendo después del fútbol y el baloncesto, la actividad con mayor número de federados en este país. Es además la única actividad que tiene una sociedad en todos los ayuntamientos. Además, existen muchas modalidades de caza: caza mayor, caza menor, caza de montaña, etc. Cada una con su encanto y particularidades, y algunas tan elegantes y ventajosas para el animal, como es la caza con arco. Nos lo asegura Pedro Ampuero, todo un referente internacional en nuestro país. A sus 33 años, este bilbaíno transmite toda su pasión por la caza, a través de de Instagram y vídeos de Youtube, demostrando que el arco no es sólo cosa de Hunger Games.
Como todo, hay quien se salta las normas e infringe la ley, pero la primera respuesta a si los niños pueden cazar debería tranquilizarnos. «La caza es mucho más que apretar un gatillo o cazar un animal. La caza son el resto de cosas: disfrutar viendo un amanecer en silencio, del ruido de los animales por el bosque, de la incertidumbre de la naturaleza, de ver a los perros haciendo lo que les gusta, de noches bajo las estrellas con amigos… Todo eso es cazar, y a los niños hay que iniciarles no pegando tiros, si no enseñándoles a disfrutar de todo el resto de cosas». Esta es la visión que Ampuero quiere transmitir, ya que él mismo se declara un ferviente defensor del medio ambiente y de los propios animales.
Respecto a la guerra entre los cazadores y los que se oponen a ella, conocidos popularmente como animalistas, refiere la caza como una actividad regulada y puesta al servicio de la conservación del medio ambiente. «La naturaleza necesita ser gestionada para que pueda haber un equilibrio entre los humanos, la fauna y la flora. La caza es el aprovechamiento de ese recurso de una manera sostenible, donde los técnicos dictan la cantidad y el tipo de animales que hay que quitar cada año; los cazadores invierten su tiempo y dinero para asegurarse que esa gestión se lleva a cabo y encima se aseguran de dar aprovechamiento a la carne de esos animales de una forma ética. Por todo ello, la caza regulada y sostenible es la mejor herramienta de conservación de la que disponemos».
«La gente que no es cazadora siempre le da mucha importancia al momento del disparo, cuando en realidad eso es solo el uno por ciento del tiempo en el que estamos cazando. El disparo dura un segundo, y lo normal en caza mayor es contar con los dedos de una mano los disparos que pegas a lo largo del año», matiza el cazador profesional. Con ello quiere señalar que el disparo, a pesar de la emoción que produce, no es esencial para disfrutar del deporte de la caza.
Dicho esto, los educadores en materia de caza deberán obrar con responsabilidad y respetando la ley. Según esta, el permiso para usar la escopeta puede obtenerse a los 14 años, y para el rifle a los 16 años. Sin embargo, y a pesar de la licencia, los menores siempre tendrán que ir acompañados por un adulto con permiso de armas. Sólo a partir de la mayoría de edad, a los 18 años, podrán cazar solos. Respecto a las licencias de caza, el permiso de armas se saca en la Guardia Civil, y se necesita pasar un examen psicotécnico, una revisión de antecedentes penales, un examen teórico de armas y un examen práctico de manejo de armas.
Alberto Muñoz, propietario de la empresa cinegética Caza Planeta, señala la mala fama que quieren otorgar algunos a la caza argumentando que es «un deporte elitista y para ricos». Como cazador y organizador tanto de monterías como de otros muchos tipos de cacería (recechos, aguardos, ojeo, reclamos…) no está de acuerdo. «Tienes monterías que van desde los 300 euros hasta los 6000€». Las diferencias en el precio dependerán de distintas variables: de si la finca está abierta o cerrada, y, fundamentalmente, de los trofeos, que mejorarán si en esa mancha no se ha cazado durante varios años. También dependerá de la modalidad elegida. E incluso podría salirnos a un precio mucho menor, nos explica el portavoz de Caza Planeta: «En todas las reservas es obligatorio hacer un sorteo para nacionales, autonómicos y locales; todo el mundo tiene acceso a cazar, no sólo los ricos».
Algunas familias prefieren huir de lo colectivo de las monterías, por ejemplo, para acudir a «recechos» privados. Estos son una fórmula muy elegida por aquellos que quieren iniciar a sus hijos en el deporte de la caza: «te los llevas, ven cómo cazas, ven los animales… Es una manera de cazar individualmente, acompañado por un guía, y recorriendo una finca o una reserva, disfrutando de la naturaleza», explica Muñoz. Los recechos se pagan por animal abatido y por categoría del animal. Desde 1.000 euros sería posible contratar un rececho, incluyéndose al guía privado y los permisos con la administración. Lo bueno de este tipo de caza es que se educa a los niños en ser selectivos con los animales y a no tener ansias por disparar. «Se busca matar a animales viejos, y siempre respetar a las hembras con crías».
La equipación básica para un niño no requiere de gran inversión, a excepción del arma, si bien esta le podrá durar toda la vida. Esto es lo que podría necesitar un pequeño cazador, con precios aproximados de primera mano:
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