Los atentados y masacres entre alumnos no sólo suceden con escopetas en Estados Unidos. De hecho, los acontecimientos violentos pueden suceder en cualquier grupo de personas, y cuando son perpetrados por niños, normalmente responden a algún tipo de ajuste de cuentas entre ellos. La razón de las venganzas entre menores pueden ser múltiples, si bien en muchas ocasiones se producen como un acto de represalia frente a algún tipo de acoso escolar o ciberacoso.
Lo acabamos de ver en apenas una semana en dos colegios de Valencia y de Alcalá de Henares, respectivamente, donde se han producido sendos apuñalamientos. En ambos casos los niños portaban cuchillos desde casa; armas que utilizaron para atacar a otros compañeros.
Lamentablemente nunca sabemos cuándo van a pasar las cosas. Los accidentes y los eventos más desafortunados pueden tener lugar en el momento menos esperado. Y cuando uno está a cargo de un grupo de niños, debe tenerlo muy presente, puesto que tendrá que asumir el control ante cualquier eventualidad.
Por difícil o peligrosa que sea. Es por ello que cualquier profesor de colegio o incluso los monitores de campamentos o tiempo libre deberían estar preparados para poder afrontar situaciones difíciles o alguna crisis grave en el aula.
Los hechos que pueden considerarse como una situación de crisis entre niños son múltiples. El caso más habitual podría tratase de algún tipo de emergencia médica, como puedan ser un atragantamiento, un ataque epiléptico o una parada cardiorrespiratoria. Aunque no son los únicos: a veces se dan episodios de niños que amenazan con atacar a sus compañeros o incluso con la idea de agredirse a sí mismos. Lo importante es saber responder ante ellos.
Lo que hagamos y cómo actuemos en los primeros instantes de una crisis grave en el contexto del colegio o dentro de cualquier grupo de niños serán determinantes, y podrán llegar a salvar vidas. Hablamos de ello con Vanessa Abrines, psicoterapeuta privada y docente en El Primer Minuto. Se trata este de un método pionero nacido en España y que combina la formación en primeros auxilios con la psicología necesaria para la gestión emocional de las situaciones graves.
¿Cómo actuar ante una crisis grave en el aula? Sea de la naturaleza que sea (médica, por agresión o incluso por amenaza de autolesiones), conviene que el profesor tenga los recursos de afrontamiento para gestionar cualquier tipo de situaciones. Y estos, afortunadamente, se pueden aprender. La psicóloga de El Primer Minuto nos explica cómo actuar y da las pautas sobre las cuestiones más importantes:
Respecto a lo que puede hacer el maestro o persona que se encuentre en ese momento al cargo del grupo, lo más importante será que mantenga la calma. Sólo así será capaz de gestionar la situación con los niños. “El profesor es un modelo siempre para ellos y a quien van a mirar para interpretar la situación. Los niños asumen que la figura adulta de referencia es capaz de saber lo que está pasando y de lo que hay que hacer en ese momento”, declara Abrines.
En términos generales, y a la hora de dirigirse a ellos, “siempre habrá que mantener un tono de voz calmado para no alterarlos más de lo que están, y describirles lo que está pasando de forma sencilla y compresible para la edad que tengan”, añade. Otra cosa importante, según nos aclaran desde El Primer Minuto, es “hacerles entender que son los adultos los que se van a encargar de resolver la situación, y que lo mejor es que deleguen en ellos”.
En este sentido, habrá que evitar intentos de actos heroicos por parte de los niños, así como improvisaciones peligrosas. “Si hay riesgo real en ese momento, habrá que darles instrucciones claras y sencillas de lo que hay que hacer. Por ejemplo: meteos todos debajo de la mesa”.
Cuando sucede algo traumático que involucre a alguno de los niños o a varios, el acontecimiento no se quedará ahí, sino que puede tener secuelas psicológicas importantes entre todos los que hayan estado presentes.
Por ello, los días después de haber tenido lugar el evento, será necesario trabajar el tema con ellos para que lo superen y así evitar el temido trastorno por estrés post-traumático. Esto se podrá conseguir dándoles aclaraciones sencillas pero sinceras de lo que ha sucedido y por qué ha podido ser.
Según Abrines, habrá que “explicarles que cuando existe un conflicto, una de las maneras de resolverlo es elegir la violencia (hacia otros o hacia uno mismo), pero que existen otras alternativas que se pueden aprender. Que sepan también que cuando estamos muy enfadados, el primer impulso puede ser atacar, pero que si esperan un poco y deciden no actuar en ese momento, pasados unos minutos podrán pensar con más claridad y decidir otras opciones”.
En suma, tendremos que ayudarlos a entender la diferencia entre tener ganas de hacer daño y el comportamiento de hacerlo. “Los sentimientos no se pueden evitar, las conductas, sí”, apostilla.
La actuación ante un niño que amenaza con cometer un acto grave, como disparar o suicidarse, debe ser la siguiente por parte del educador o adulto responsable:
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