Si no somos nosotros mismos los damnificados, casi todos tenemos algún conocido con algún familiar fallecido por causa del coronavirus. Han sido cerca de 225 mil los casos confirmados como positivos, y más de 26 mil los muertos en nuestro país. Hemos sido uno de los más abatidos por esta inesperada pandemia que todavía nos mantiene en régimen de confinamiento. Son días raros y de poco contacto social, lo sabemos. Pero eso no nos exime de estar ahí y de presentar las condolencias a nuestros amigos y conocidos. ¿Cómo dar el pésame sin herir? ¿Existe algún protocolo o standard recomendado?
Si bien no se puede hablar de un procedimiento estrictamente definido a la hora de dar el pésame, los expertos aseguran que la verdadera clave es estar ahí para ese amigo o familiar que ahora nos necesita. Y lo más importante: que el otro lo sepa y perciba que nuestro interés es genuino. Tengamos en cuenta que nuestro amigo, vecino o compañero de trabajo, acaba de perder a su padre o a algún otro ser querido importante para él, y que está sufriendo.
De hecho, el psicólogo José González suele referirse a los familiares de los recién fallecidos como “dolientes”. En su consulta, Apertus Psicólogos, no dan abasto en estos días: son uno de los pocos centros especializados en duelo de nuestro país. Desde allí atienden infinidad de casos en relación a pérdidas y duelos que necesitan ayuda para poderse procesar, algunas tan duras como la muerte de la pareja o casos de suicidio.
Pero en estos días han multiplicado su actividad tras la dramática consecución de defunciones por Covid-19, según cuenta José González, que trabaja codo con codo con sanitarios y diferentes instituciones, asesorando y coordinando programas de intervención sobre duelo. En estos días está a punto de publicar su segundo libro, ‘Crecer en la pérdida’ (editorial R.B.A., 2020), en el que habla precisamente del que es un motivo habitual de consulta psicológica.
La razón por la que existen tan pocos especialistas en materia de duelo es que, socialmente, la muerte es un tema tabú que tratamos de evitar a toda costa. Incluso los propios profesionales de la psicología, habitualmente no tenemos una formación específica y necesaria para tratar los casos de duelo. Porque el duelo no es sino “el proceso psicológico que necesitamos tras sufrir alguna pérdida, para digerir y transitar las emociones negativas”, aclara González. Y aunque por pérdida no se refiere sólo a fallecimiento (podría ser también, por ejemplo, un divorcio, o incluso un cambio de país), la muerte sí que viene a ser la máxima expresión del duelo.
Siendo la muerte un proceso tan natural como inevitable, sin embargo, en nuestra sociedad y cultura, tendemos a rehuir hablar del tema, y tenemos mucha dificultad para enfrentarnos a las emociones negativas. Como explica el experto, “se reprime todo lo que tiene que ver con la muerte y las emociones desagradables que van aparejadas en el proceso de duelo, como negación, rabia, ira, e incluso envidia y culpa, porque somos una sociedad que potencia exhibición de la felicidad y la alegría”.
Esta tendencia a reprimir las emociones negativas y lo que sentimos tras la muerte de un ser querido, a través de la contención y de la no expresión (no llorar, no perder la compostura ni derrumbarse, no hablar de ello…) lejos de ayudar, puede convertirse en un problema que se tapa temporalmente, pero que puede aflorar “incluso años después en forma de depresión, por ejemplo”, advierte José González.
La carga traumática de la muerte por Covid-19, su carácter repentino, y fulminante, pone a prueba a los familiares de las víctimas. Estas personas tienen mayor riesgo de padecer un duelo mal procesado por las particularidades de la propia enfermedad. Entre otras cosas, el no poderse despedir o ver el cuerpo, no poder ayudar ni acompañar en el proceso de la estancia en el hospital. Para tratar de evitarlo, en caso de que algún familiar vaya a ser ingresado por Covid, es el momento de expresar y de tratar de resolver los asuntos pendientes con esa persona, que a veces son tan sencillos como pedir “perdón” o decir “te quiero”.
Según afirma José González, “en el intento de acompañar a la persona en duelo, es relativamente frecuente el uso de expresiones inútiles, bienintencionadas pero disfuncionales. Estas frases tienen más que ver con la incomodidad del emisor y la dificultad para sostener la emoción del doliente que con la ayuda emocional y el acompañamiento auténtico”.
A través de Psicólogos sin Fronteras, donde también ha trabajado durante años, tras encuestar a 18 mil personas afectadas por la pérdida de algún ser querido, han llegado a establecer aquellas frases que debemos evitar, porque no ayudan:
A la hora de dar el pésame, debemos intentar evitar estas expresiones, porque dificultan el permiso a conectar con la tristeza, el enfado, o la rabia. Según el director de Apertus, “impiden que cada doliente elabore su duelo a su manera, y que lo construya personalmente. Ponen el acento en el alivio, la esperanza, y en los momentos de pésame es mucho más necesario y útil conectar con las emociones más coherentes a la pérdida”.
¿Cómo actuar, pues? Lo mejor será hacerlo con autenticidad y de acuerdo a la relación que tengamos con la persona a la que queremos dar el pésame. “Acompañar en duelo significa estar sin presionar; nos podemos apoyar en el contacto físico, o sostener la mirada, la mera presencia y que el mensaje verbal sea coherente a la relación y el vínculo que tenemos con el doliente”.
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