¿Hablan peor los niños de hoy en día que la generación de sus padres?
Los nuevos estilos de comunicación digital afectan al modo en que los niños aprenden a hablar y a escribir.
Hace tiempo que las nuevas tecnologías han dejado de ser tan nuevas. De hecho, ya son dos las generaciones que no conocen un mundo sin Internet: la Generación Z y la Generación Alfa. Básicamente, los nacidos a partir de los años 90. Todos ellos han aprendido y están aprendiendo a leer, a escribir, a hablar y a comunicarse de manera muy diferente a como lo hicimos las generaciones predecesoras. En parte debido a la nueva comunicación digital.
Lo que sí es nuevo en ellas es un estilo propio a la hora de comunicarse, en el que se prescinde cada vez más de la presencia física en el desarrollo de las relaciones personales. Esta aproximación a los procesos de aprendizaje y modos de comunicación no es gratuita. Lejos de eso, puede afectar colateralmente a su lenguaje, y no siempre para bien.
Los efectos negativos de la comunicación digital
La comunicación digital puede simplificar el desarrollo del pensamiento y de las ideas complejas. Esto es algo que seguramente hemos podido ver en nuestros hijos, sobre todo a la hora de interactuar entre ellos.
Lo que más observamos es que son muy visuales y prefieren recurrir a imágenes y a grafismos antes que al lenguaje escrito. No obstante, también vemos que no prescinden de la expresión emocional como parte sustancial de la comunicación.
Disminución del vocabulario
Algunos estudios sobre el impacto de las nuevas tecnologías en el lenguaje han demostrado que los nativos digitales presentan una disminución importante del vocabulario respecto a sus hermanos más mayores o a miembros de la generación anterior.
Concretamente, y en términos cuantitativos, hablamos de que los adolescentes tienen prácticamente la mitad del vocabulario que su generación más inmediata (12.600 palabras versus 21.400 palabras de los jóvenes de entre los 25 y 34 años).
Menor desarrollo cognitivo e intelectual
¿Cómo se traduce la falta de vocabulario? Según los expertos, en las abreviaturas, símbolos y en la tendencia a simplificar las frases. Todo ello está en relación con el efecto de prisa y ansiedad por realizar una comunicación cada vez más rápida, aunque sea a razón de cometer faltas de ortografía.
Como resultado de economizar esfuerzos a la hora de escribir, los textos suelen ser poco meditados, impidiendo el desarrollo léxico del lenguaje más allá de lo justo para comunicarse.
Impaciencia
Una de las singularidades de la comunicación digital por Internet es la facilidad para acceder a ella de forma gratuita y en cualquier momento. En suma, se caracteriza por la inmediatez tanto para el emisor como para el receptor.
Esta velocidad de transmisión a la hora de comunicarse impregna la mayoría de las interacciones, sobre todo entre los niños, volviéndolos impacientes e intolerantes a la frustración a la hora de recibir respuesta.
Riesgo de impulsividad
Esta facilidad de envío de mensajes, unido a la velocidad de la comunicación, a menudo lleva también a los más jóvenes a teclear más rápido de lo que piensan. O lo que es lo mismo: darle al “send” demasiado rápido y sin reflexionar sobre las consecuencias.
Como resultado, los niños podrán expresarse de forma agresiva y ofensiva, como sucede con el ciberacoso. Por su parte, el intercambio de fotos propicia también episodios de riesgo como pueda ser el sexting.
Confusión de los contextos formales e informales
Los adolescentes de hoy fallan a menudo en el protocolo respecto a cómo deben comportarse a la hora de tratar con los demás, según la persona y el lugar. Esto se debe en parte a la falta de madurez, pero también tiene que ver con la forma en que han aprendido a comunicarse.
Su falta de práctica (a la hora de hacer un argumento oral, de desarrollar sus ideas por escrito, etc) los podrá llevar a confundir lo formal con lo informal. Así, se podrán sentir turbados ante una conversación telefónica real o ante una entrevista con un adulto.
En el ámbito escrito, existe el riesgo de emplear abreviaturas creyendo que son una opción válida en contextos académicos como los exámenes, extendiéndolo después a futuras situaciones profesionales.
Fallos en la expresión por escrito
Como parte de la búsqueda de resultados inmediatos, se tiende a economizar esfuerzos. Por ello, una proporción muy importante del lenguaje digital se expresa a través de símbolos, abreviaturas, emoticonos y fotos o selfies.
Esto supone, por un lado, la falta de reflexión intelectual y del desarrollo complejo de ideas; y por otro, la poca práctica del lenguaje escrito. El resultado de ambas cosas, unido a las influencias de otros idiomas por efecto de la globalización de los canales de comunicación digital como TikTok, puede derivar en neologismos y palabras mal expresadas.
Preferencia por las relaciones virtuales
En el entorno de Internet es muy habitual que los niños hagan amigos. Estos amigos son reales, y el afecto entre ellos es verdadero. Esto favorece a los niños más introvertidos y también a aquellos con falta de habilidades sociales en el mundo real. Pero además de estos amigos virtuales, los niños con amistad real y física desarrollan una parte importante de esta en el entorno digital.
Esta tendencia hace que las relaciones virtuales a través de chats, videojuegos o videollamadas lleguen a preferirse a las reales. El problema está en que esta dinámica genera una falta de práctica en las competencias del lenguaje empleadas dentro de las relaciones cara a cara. Con el tiempo, esta podría devenir en falta de habilidades sociales como adultos.
Objetivo: detener el deterioro en la capacidad expresiva
Desde la psicología advierten que luchar contra las nuevas formas de comunicación es estéril, ya que sería como nadar contra corriente. Lo que sí se puede hacer es fomentar la conciencia juvenil de los diferentes contextos y de cómo se debe actuar en cada uno de ellos. Esta es, posiblemente, una de las mayores enseñanzas que les podamos dar los progenitores: el que aprendan a saber estar en las distintas situaciones y en base al grado de formalidad exigida.
Por otro lado, es muy conveniente que los propios padres busquen, paralelamente, la mejora en la expresión oral generando conversaciones extensas con sus hijos en las que obliguen al niño a reflexionar y a expresarse largo y tendido. Para conseguirlo, habrá que procurar, primero, una mejoría en la comunicación con nuestros hijos. Esto, por otra parte, les hará niños más seguros de sí mismos, e incrementará su confianza en nosotros para abordar distintos temas de conversación, cualesquiera que sean.