Entrenar en pareja es una buena idea y actualmente está muy de moda. Uno se apoya en el otro y la motivación es mayor a la hora de realizar los ejercicios. En este sentido, entrenar juntos puede ser muy beneficioso tanto para fomentar la relación como para lo estrictamente deportivo.
Aunque en este último aspecto habrá que matizar, ya que es fundamental que los objetivos deportivos sean compatibles. Entra en juego también el que exista una buena comunicación para evitar malentendidos o incluso una competencia física mal llevada entre los dos. Analizamos los pros y los contras de una actividad sana y deseable como es el deporte cuando es practicado con la propia pareja.
Entrenar con la pareja será posible siempre que se plantee desde el realismo. Este pasará por ser capaces de definir puntos en común en cuanto a expectativas y metas deportivas, algo que no siempre sucede en todas las parejas. De hecho, lo habitual es que estas no compartan el cien por cien de sus aficiones.
Quizás uno disfruta paseando en bici a ritmo tranquilo, o leyendo en la playa, mientras que el otro lo que quiere es hacer kite surf. Y no pasa nada, si se acepta y respeta lo que quiere hacer el otro, puede haber tiempo para todo. Es decir, para quererse o estar bien, tampoco hay que estar siempre juntos, ni hay que llevar todas las aficiones al plano común, sobre todo cuando uno de los dos tiene un nivel de rendimiento muy alto.
Este es el caso del deporte, que se puede practicar en pareja, siempre que haya una compatibilidad. De no existir esta, y si hubiera diferencias muy acusadas, no hablaríamos tanto de un entreno físico, sino de entretenerse un rato con una actividad física moderada, al igual que cuando se hace deporte con niños.
Bajo estas premisas, el entrenador personal Jorge Prado es partidario de intentarlo. Al fin y al cabo, en la actualidad, las parejas disponen de poco tiempo libre, y uno de los principales beneficios de entrenar los dos es ese: pasar más tiempo juntos.
Además, el entrenamiento en pareja es una nueva forma de entrenar que aporta beneficios tanto físicos como psicológicos, nos explica. En cuanto a los físicos, “ambos se ayudan mutuamente con los ejercicios, cuidando que el otro los realice evitando lesiones”. Respecto al apoyo psicológico, “es mayor a la hora de lograr los objetivos, dado que uno no dejará que el otro abandone la meta que tiene marcada”.
El resultado abundará en una mayor complicidad en la pareja, que de esta forma rompe con la monotonía y genera nuevos hábitos y puntos en común. Además, “el deporte favorece la segregación de serotonina y dopamina, responsables de la felicidad”, nos recuerda Prado. Estos son neurotransmisores que modulan aspectos tales como el estado de ánimo, las emociones, los ciclos de sueño, el apetito, así como la capacidad de experimentar placer.
Tras esto llegamos a otro punto a favor: se reducen las discusiones de pareja y mejora la complicidad entre ambos. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Oxford descubrió que las personas liberamos más endorfinas cuando entrenamos en pareja que cuando entrenamos solos.
Aunque no todo es color de rosa. “Un punto negativo que puede aparecer en el entrenamiento en pareja es que habitualmente la intensidad, la duración o el propio ejercicio puede ser adecuado para uno y contraindicado para el otro”.
Por ello, y como aconseja este experto, lo mejor es que vuestro entrenador proponga un programa de entrenamiento personalizado, “que partirá con una valoración inicial (antropométrica y funcional) que ayude a determinar el estado de partida de cada uno”, aclara. “El motor que permita a cada miembro de la pareja a alcanzar unos resultados deportivos será el compromiso entre ambos y con sus propios retos”.
Al margen de los objetivos físicos, otros puntos de conflicto pueden radicar en una competitividad desmedida. Esto puede suceder en aquellas parejas sumamente deportistas y con un alto nivel de exigencia respecto a sí mismos. La competencia no saludable al entrenar en pareja, sin embargo, puede afectar tanto al rendimiento como la relación entre los compañeros de entrenamiento.
La clave para resolver estos desencuentros estará en llevar una buena comunicación en la que haya espacio para hablar de los sentimientos, miedos y recelos sobre “medirse” contra el otro.
Asimismo, definir los límites de la competitividad ayudará a encontrar un terreno común y no tóxico para la pareja. Por otro lado, diversificar la actividad deportiva alternando entre ejercicios competitivos y no competitivos, también podrá equilibrar las dinámicas de rivalidad más excesivas.
Compartir dificultades deportivas, buscar el apoyo del otro y aplicar la psicología del deporte a casa son otros aspectos a tener en cuenta para comenzar a entrenar en pareja. Esta consiste, al fin y al cabo, en “conocer y mejorar las condiciones internas de cada uno para poder alcanzar su potencial físico, técnico y táctico gracias a un proceso de preparación previo”, recuerda Jorge Prado.
Sólo quedaría resaltar la gran cantidad de beneficios para la salud que tiene el ejercicio físico en sí mismo:
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