Lo que los regalos dicen de nosotros en Navidad
Ha llegado la hora de la verdad y de comprar regalos. Aprende a interpretarlos para transmitir el mejor mensaje.
Si existe una temporada alta de regalos, es la Navidad. Ese periodo en el que dejamos de lado nuestras diferencias con los demás, para dar paso a los valores, a menudo religiosos, pero siempre familiares, que hacen que deseemos «volver» a nuestro origen, y nos acercan a nuestros seres queridos. En estas fechas nos sentimos especialmente dadivosos, y a veces nos obligan a improvisar. Las prisas son muy malas consejeras, pero afortunadamente, estamos a tiempo de acertar con los regalos, sabiendo que con ellos entregaremos también un mensaje sobre nosotros mismos.
¿Por qué regalamos? Con la Navidad se remueven sentimientos y se piensa mucho en los que ya no están. Todo ese sentir nos motiva a mirar la vida con optimismo, ya sea precario, y a celebrar lo simbólico de la unión, del nacimiento, y de lo nuevo que traerá el año consecutivo. Con el regalo conseguimos en parte simbolizar todos esos afectos que, de otro modo, jamás seríamos capaces de expresar.
El significado del regalo
Por definición, el regalo es aquello que se entrega sin pedir nada a cambio. Sin embargo, representa mucho más que eso. Con los obsequios que hacemos siempre transmitimos un mensaje acerca de nosotros mismos. Es así hasta tal punto que, su importancia o cuantía nos da pistas sobre el valor real de la relación o de la importancia que le otorga el que regala al que lo recibe.
¿Qué debemos considerar antes de regalar?
Está claro que existen un montón de variables a tener en cuenta antes de repartir obsequios con todo el cariño. Aunque resulte paradójico, con las mejores intenciones, uno puede también meter la pata, poner a alguien en compromiso o incluso hacerle sentir incómodo. Por eso, antes de encomendarte a la compra de regalos, valora detenidamente los siguientes factores:
-¿Viene a cuento hacer este regalo? Parece una obviedad, pero es la primera pregunta que nos debemos hacer. Salvo que sea en el ámbito laboral o sea una política de empresa bien arraigada, es conveniente que haya una cierta relación de confianza para que el destinatario no se sienta abrumado. Pero además, debe haber una razón detrás. Regalar por regalar puede resultar extraño y no saberse interpretar muy bien.
-El tipo de relación con la persona. Suele ser apropiado hacer regalos dentro del ámbito profesional, pero también se pueden hacer regalos a los amigos. Con estos, el cariz debe estar más en el detalle que en el precio. Con los familiares y nuestra pareja es distinto, y ya podemos gastar más e incluso tratar de impresionar.
-El propósito del regalo. Generalmente, lo oportuno de los regalos viene marcado por la ocasión. Así, si se llega de viaje, si hay una despedida o si se visita una casa porque te invitan, es oportuno. Otras veces vienen motivados por el agradecimiento, ya sea profesional o personal.
-La cuantía del regalo. El precio es una variable muy importante. Tanto, que los regalos en especie pueden considerarse una forma de salario, y hay que declararlos a hacienda. Los regalos caros, como los bolsos de lujo o los viajes, se han usado mucho como herramienta de intercambio en política. En general, se supone que se han prohibido porque se asocian a concesiones y tratos de favor por parte de la persona que tiene el poder de otorgarlos.
Tipos de regalo
En función de estas variables anteriores y del destinatario, existen diferentes tipos de regalo. Tener claro a qué categoría pertenece el regalo que vas a hacer te ayudará a acertar o, como mínimo, a no equivocarte.
El regalo social
Cuando el presente está vinculado a una formalidad social, podemos decir que se trata de un gesto instrumental, por el que aceptamos una dinámica de relación en la que hay mutua conveniencia y se respetan unas normas. Es un regalo vinculado al trabajo; como emisores, se trata de un agradecimiento por el que se quiere perpetuar la relación. Como destinatarios, debemos interpretarlo como un gesto positivo por el que nos indican que somos de utilidad para esa persona y que quiere conservarnos en su vida.
El regalo de limpieza de imagen
Es muy propio de las empresas el ofrecer dádivas a colectivos desfavorecidos, haciendo ver a los demás un altruismo alejado del interés lucrativo. Estos donativos forman parte de la estrategia de marketing con la que dar una buena imagen. Sin existir un altruismo real, es una práctica que podemos agradecer, ya que suelen vincularse a causas como el medio ambiente, la hambruna, etc. Los que lo reciben saben que es un tema de «marca» y pueden agradecer haber sido los elegidos.
El regalo de prestigio
No falta quien aprovecha la ocasión de tener que regalar algo para «aparentar» lo que no es, actuando posiblemente en base a complejos no superados. Debemos sospechar de algo así cuando el regalo sea desproporcionadamente caro y no venga a cuento. De ahí el dicho: «Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces». Cuando recibimos este tipo de regalos de lujo nos solemos sentir incómodos, porque el otro quiere utilizarnos para alimentar su propio ego y cultivar nuestra admiración, consiguiendo seguramente el efecto contrario.
El regalo de corazón
Cuando no hay una intención detrás, sino que el regalo se hace con ilusión, pensando en el destinatario, entonces está hecho con amor. La principal característica de este obsequio es que en su elección ha prevalecido el valor sobre el precio, y generalmente la persona ha estado dándole vueltas hasta encontrar el regalo que creía nos haría más ilusión. Su significado es que somos importantes para el otro, y que nos quiere.
¿Por qué regalamos comida?
Regalar comida es un vestigio de los tiempos en los que no había tanta bonanza. Aquellos en los que apenas había qué comer más que sopas de ajo o gachas. En aquel entonces, los pudientes regalaban comida a los demás, a veces por caridad, pero muchas otras para obtener tratos de favor. Como cuando «se mandaban jamones al maestro de la escuela».
En general, la comida navideña, el jamón ibérico, el vino y los productos gourmet son una opción bastante acertada casi siempre, ya que suponen una alternativa con muchas posibilidades en cuanto a precio y contenido. Además, la comida es un regalo que siempre se puede compartir con toda la familia y suele hacer especial ilusión a los niños.