¿Merece la pena romper un compromiso por una infidelidad?
No todo el mundo reacciona igual ante la infidelidad y hay quien prefiere ser práctico.
Como si no existieran noticias importantes, el asunto de Tamara Falcó e Íñigo Onieva ha copado casi todos los titulares de actualidad. En apenas dos semanas hemos sabido de su compromiso y de su ruptura a causa de una infidelidad. Su caso ha sido especialmente sonado porque la espontaneidad de Tamara para contar los diferentes aspectos de su vida, buenos o malos, hacen muy fácil empatizar con ella. La chica cae bien y los diferentes capítulos de su biografía sirven para naturalizar y poner sobre la mesa cuestiones relevantes. Algunas tan naturales como el echar unos kilos de más y ahora, la infidelidad.
Tamara demuestra que por guapo y rico que se sea, son cosas que le pueden pasar a uno. Y es que, la infidelidad viene sucediendo “de toda la vida”, pero está castigada socialmente. Todos sabemos que ser infiel está mal, pero quizá el debate esté en cuán mal está o incluso en qué precio estamos dispuestos a pagar si la descubrimos. Así, ¿merece la pena, por ejemplo, romper un compromiso por una infidelidad?
La infidelidad es un concepto de difícil definición
Aunque sea un tema que levante ampollas en la mayoría, la realidad es que cada uno vive la infidelidad de manera muy personal. Sorprendería ver la cantidad de variables y matices que juegan un papel cuando uno decide echar una canita al aire. Todos tenemos una opinión, y (la pobre) Tamara Falcó no ha hecho sino plantear un asunto controvertido pero tan universal como la propia naturaleza humana.
Casi siempre que se habla de infidelidad dentro del campo de la pareja, parece que se está hablando necesariamente de sexo, y concretamente, de relaciones coitales. A ojos de la sociedad, y reduciendo notoriamente el concepto, se es infiel cuando se hace el amor con otra persona. Entendiéndose, también de forma simplista, que hacer el amor significa llevar a cabo comportamientos que conllevan la penetración. Esta concepción reduce la infidelidad solamente a los casos en los que hay penetración. Sin embargo, existen muchas otras formas de atentar contra un compromiso establecido entre dos personas que libremente han aceptado estar juntas.
La condena del adulterio
La sociedad occidental ha condenado desde siempre el adulterio, por considerarlo una amenaza para la unidad familiar. Esta condena viene arrastrándose desde antiguo. Buena parte del arraigo de sus raíces proviene de la tradición judío-cristiana. Sin embargo, y desde el punto de vista cultural, la infidelidad de la mujer ha sido mucho más castigada que la del hombre. Las diferencias son tan acusadas que los hombres en el pasado recibían aprobación social por cometer infidelidad.
En cambio, a la mujer adúltera se le hacía responsable de la estabilidad económica de la sociedad, por atentar contra la familia, considerada el primer estamento de la economía y el prestigio social. Ante el adulterio, ésta recibía la reprobación social, el desprecio de su marido, ofendido en su masculinidad, y la falta de reconocimiento de los hijos. Aún hoy se mantienen ciertos vestigios de antaño. Es fácil ver que los hombres en ocasiones se felicitan entre ellos cuando conquistan a un gran número de mujeres, mientras que la infidelidad femenina se mantiene de forma más secreta.
Existen muchas formas de ser infiel
Partiendo de una única definición, que habla de la falta de lealtad, existen diferentes formas de serle infiel a la pareja. Está claro que la que juega un mayor papel es la sexual, pero no es la única. De hecho, puede decirse que se está manteniendo un comportamiento infiel cuando:
- Se buscan o mantienen relaciones sexuales o de gran intensidad emocional con una persona ajena a la pareja.
- Se engaña a alguien que confía.
- Se hacen cosas de forma deliberada que se le quieren ocultar a la pareja.
- Se falta contra unas reglas establecidas de forma consensuada.
¿Por qué se ponen los cuernos?
Las razones por las que una persona engaña a su pareja son variadas. Generalmente no se trata de una única razón, sino de una combinación de varios motivos. Algunos de ellos son los siguientes: deseo de nuevas experiencias sexuales, búsqueda de emociones, venganza, inconformismo, evolución de una amistad, aburrimiento con la pareja…
Lo que parece claro es que la búsqueda de sensaciones poco tiene que ver con la pareja. De acuerdo con el estudio norteamericano llevado a cabo por Gerhard Neubeck, la infidelidad, bien sea sexual o emocional, no está relacionada directamente con relaciones insatisfactorias con nuestro compañero, ni con ningún trastorno de personalidad. Así pues, no se trata sólo de sexo, sino que parece ser que en las relaciones extramaritales que se sostienen durante tiempo, interviene una combinación de satisfacción sexual e intelectual, siendo esta última tan importante como la primera.
Una interpretación psicoanalítica
La sociedad ha impuesto tales expectativas idílicas acerca del amor, y de cómo deben ser las relaciones de pareja, que cuando no se cumplen, es frecuente que se fantasee con otras personas, creyendo que con ellas sería diferente. Aunque, por otra parte, la culpabilidad asociada a la fantasía de infidelidad hace que se repriman o rechacen estas ideas de forma inconsciente, resultando de todo esto un sentimiento de hostilidad hacia la pareja.
¿Se puede perdonar la infidelidad?
Si ya es de por sí difícil definir lo que es y lo que no es ser infiel, aún lo es más responder a la pregunta sobre si se puede perdonar la infidelidad. Por el momento Tamara Falcó ha sido tajante, y en su caso no lo va a hacer. “Es imposible que vuelva con Íñigo”, ha dicho. No sabemos si será así o no, porque el tiempo ayuda a relativizar las cosas y en cuestiones del corazón nunca se sabe. Por eso mismo si un amigo o amiga pone verde a su pareja tú debes escuchar, pero no hacer sangre, porque más tarde quizá puedan volver.
Las fases de la infidelidad
Lo que resulta evidente es que no se perdona de un día para otro. Tras descubrirse una infidelidad algo se rompe, y por tanto habrá que pasar por una serie de fases:
- Un estado de shock inicial por parte del engañado que le llevará a buscar una explicación y detalles de esta infidelidad. Desde la psicología se aconseja ahorrar estos detalles en la medida de los posible.
- Dolor para ambas partes: la parte engañada por razones obvias, pero el infiel también puede arrepentirse realmente o, por el contrario, puede sentir nostalgia e incluso iniciar un proceso de duelo por haber perdido a la otra persona.
- La búsqueda de apoyo en los demás. Esta ayuda emocional puede ser un arma de doble filo si la opinión externa ejerce demasiada influencia, impidiendo a la persona afectada tomar sus propias decisiones, y a la pareja a activar sus propios mecanismos para arreglar las cosas.
Beneficios de perdonar la infidelidad
Y aunque difícil, no es imposible perdonar, e incluso tiene sus ventajas. Como mínimo, habrá que valorar si nos interesa “cortar” con la vida que llevamos hasta ahora o con el proyecto que tengamos. Perdonando a la pareja podremos conseguir, no siempre, pero a veces, todo lo siguiente:
- Darse cuenta de hasta qué punto valoras a tu pareja y estás dispuesto a perderla. Por ejemplo, si estás casado con hijos y tu pareja tiene un affair, ¿estás dispuesto a divorciarte con todo lo que eso conlleva?
- Relativizar, en términos generales, sobre todo si ha sido una aventura muy puntual y un caso aislado, haciéndose las siguientes preguntas: ¿Es justo que una persona pague el resto de su vida por hacer “una tontería”? Si esta tontería la hubieras hecho tú, ¿pensarías lo mismo?
- A veces la relación puede salir reforzada si la víctima perdona de verdad y el infiel se arrepiente igualmente.