¿Por qué nos afecta la muerte de algunos famosos?

Sin ser personajes de rabiosa actualidad, con la muerte de Camilo Sesto y Blanca Fernández Ochoa se ha movilizado toda la sociedad española.

Patricia Peyró. 10/09/2019

Si resulta que este fin de semana has comentado con tu familia la noticia nada más saberla y te has regodeado en el recuerdo musical de Vivir así es morir de amor, has hecho lo normal.  Aunque tal vez en tu fuero interno te hayas preguntado por qué lo has lamentado tanto, tu hondo pesar respecto a la muerte de Camilo Sesto tiene todo el sentido del mundo.  Pero, ¿por qué nos afecta la muerte de las celebridades?

Llevamos una mala racha de muertes de personas conocidas y queridas por toda la sociedad. La primera ha sido la de Blanca Fernández Ochoa, una mujer incomparable en méritos por ostentar el primer y único título español como medallista femenina en unos juegos de invierno. Sin habernos recuperado del todo de este shock, este fin de semana también ha muerto Camilo Sesto, un hombre que será siempre recordado como una de las mayores figuras de la música melódica en nuestro país.

Camilo Sesto siempre ha formado parte del imaginario colectivo sobre una época (Foto: @camilosesto_oficial Instagram)

Con ambos fallecimientos, el conjunto de la sociedad se ha volcado, lamentando profundamente su pérdida y reconociéndoles a nivel póstumo todas esas virtudes que tal vez hubieran podido y merecido disfrutar con anterioridad. Casi siempre sucede así, pero hay una razón de ser para reconocerlos a posteriori y para llorar la muerte de personajes famosos con los que uno no necesariamente está conectado en ese momento.

Razones que explican el sufrimiento por la muerte de personas conocidas

Estos son los motivos por los que la sociedad llora la pérdida de Camilo y de Blanca. Las mismas que llevaron a lamentar  en su momento la muerte de Kurt Cobain, la del jugador Fernando Martín o la del mismísimo George Michael:

  • Los famosos pertenecen a alguna etapa de nuestras vidas. Por eso es posible que te acuerdes exactamente del momento en que sucedió, de con quién estabas, o de lo que hacías exactamente cuando conociste la noticia del accidente de Lady Di.
El apellido Fernández Ochoa ya es leyenda tanto por las victorias deportivas de Blanca y su hermano Paquito, como por la trágica muerte de ambas figuras (Foto: @d.e.p.r.i.p Instagram)
  • La muerte de los famosos que a su vez son artistas, y particularemente de los cantantes, nos afectará muy especialmente, porque con ellos compartimos momentos emocionales muy intensos.
  • Los artistas dejan huella en nosotros porque han sabido captar, a través de la música o de su expresión artística, aquello que hemos sentido y nos ha hecho reir o llorar.  Sobre todo seremos muy sensibles a las emociones que nos evoca el recuerdo musical de nuestra adolescencia y primera juventud.
  • La forma de conectar con la muerte de una celebridad, como en el caso de Camilo Sesto, puede ser muy variada:  por tener la misma edad, por pertenecer a una época, por reconectarnos con nuestro pasado, o por asociar su obra a alguna emoción determinada.
El dramatismo lírico de la música de Camilo Sesto nos despierta a todos una sonrisa porque, en el fondo, nos reconocemos en el tremendismo de esas canciones (Foto: @camilosesto_oficial Instagram)
  • Tal y como ha sucedido en el caso de Blanca Fernández Ochoa, cuando la muerte del famoso es trágica e inesperada, por ejemplo a través de un accidente o del suicidio de ese personaje público, tendemos a empatizar con él y toda su familia, rememorando episodios similares que hayan podido afectarnos con personas allegadas. Así, todos nos sobrecogimos ante el cáncer de mama de Bimba Bosé, el mismo que pudo tener una prima hermana o nuestra madre.
  • La muerte de famosos de nuestra propia edad nos podrá “tocar” muy especialmente, ya que mantenemos con esa persona todo el vínculo de la generación que hemos compartido. Con su fallecimiento, y más aún si suceden varias muertes seguidas (como sucediera hace poco con David Bowie, Prince y George Michael), despierta en nosotros la inquietud de tener más cercano el día de nuestra propia muerte, al ver que la vida va pasando rápido y que, ni siquiera las estrellas, viven para siempre.

*Foto principal: Gtres

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