Si se lo contamos a nuestros hijos a lo mejor no se lo creen, pero hace apenas una generación, el mejor plan para una pareja era ir al cine. Además de ver una película, podía incluso ser garante de un buen magreo o como mínimo, de unos arrumacos, siempre que no mandaran al hermano pequeño de sujetavelas. En nuestros días, las parejas buscan alternativas cómodas y económicas a aquellas románticas salidas mostradas magistralmente por un galán tan irresistible como Jorge Sanz en sus películas de época.
Ya no vamos a la verbena a tomar una gaseosa ni a arrimarnos a ritmo de pasodoble. Pero tenemos las plataformas de contenidos para ver series y entretenernos en casa. ¿Son Netflix o o Apple TV ese comodín romántico con el que todos soñábamos? O, por el contrario, ¿se han convertido en la mejor excusa para no salir y volvernos aburridos en compañía de otro?
Desde la psicología sabemos que la rutina no es el enemigo. Por el contrario, aporta tranquilidad a nuestras vidas, porque supone la consecución de acontecimientos predecibles. O lo que es lo mismo: la ausencia de sorpresas desagradables. Sin embargo, el beneficio de la rutina tiene sus matices cuando hablamos de la vida en pareja.
Más allá de lo que se haga en la cama (que también), hacer siempre lo mismo puede terminar por aburrir. Esto nos obliga a buscar actividades y cosas mundanas que hacer en pareja, como pueda ser ver series.
En este sentido, se dice que las parejas deben compartir alguna actividad, independientemente de que cada uno tenga su parcela personal. Tanto es así, que uno de los peligros que acechan a una relación es dejar de hacer cosas juntos.
Entre los trabajos y los hijos queda poco tiempo libre, y con el poco que queda, algunos aprovechan para ir al gimnasio o incluso a irse de cañas con otra gente. Y, aunque tampoco tenga por qué pasar nada, cuando cada uno comienza a hacer su vida y a pasarlo mejor fuera de casa montándoselo a lo suyo, se está cruzando una línea muy peligrosa: la de empezar a distanciarse.
“La pareja no solo se limita a compartir la crianza de los hijos”, nos recuerda Ane Ortiz Ballesteros, sexóloga del Centro Sexológico Emaize. “Es importante generar espacios íntimos y buscar sinergias para que ambos miembros sientan que ganan estando al estar en pareja”. Esto implica compartir tiempo juntos, aunque no sea haciendo cosas extraordinarias, ni mucho menos sexuales, a todas horas.
Y ahí es donde se encuentran esos momentos tan cotidianos, pero, por qué no decirlo, también placenteros de nuestra vida diaria. Pueda ser el ver una serie con nuestra pareja después de un largo día de trabajo.
Aquí podríamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Ver series puede considerarse una actividad de pareja? Porque también vamos al súper juntos y no lo consideramos algo romántico, precisamente. Sin embargo, esa respuesta solo podrá darla cada uno según su propia vivencia.
“Engancharse a una serie puede ser tiempo de pareja o no, según cómo lo hagamos. Pero desde luego, da la posibilidad de unirnos más a la pareja”, responde por su parte Ortiz Ballesteros, desde la generalidad.
Para empezar, ese buen humor y el clima compartido al ver la serie de forma íntima y cercana, podría incidir positivamente en la vida sexual, si la temática acompaña. “El tema de la serie va a tener una gran influencia a la hora de originar momentos amorosos. Y las escenas de alto contenido erótico pueden incitar a generar esos espacios propicios para el encuentro íntimo”, opina la experta.
Además del tema sexual, Ane Ortiz nos cita algunos motivos por los que ver series en pareja puede llegar a fortalecer la relación:
Desde la psicología social se sabe que, si algo une a las parejas, es precisamente el compartir una identidad social. Pero ¿qué tiene esto que ver con las series?
Según la investigadora y psicóloga Sara Gomillion, de la Universidad de Arbedeen, ante la falta de relaciones en común o amistades compartidas en algunas parejas, ver series o películas “puede compensar esta carencia y fortalecer el vínculo”.
Ver series, por otra parte, también puede tener sus contras, sobre todo si esta constituye la única actividad que tiene la pareja para conectar. En este caso, ¿qué pasaría, por ejemplo, si uno de los dos pierde interés en esa serie en concreto, o deja de encontrarlo divertido, en general?
Al margen de las posibles luchas de poder a la hora de elegir lo que ver, abusar de la tele puede generar monotonía y convertir la dinámica de la pareja en algo aburrido. Por otra parte, el estar pegado a la pantalla como única actividad compartida, restará tiempo para hacer otras cosas, como son el conversar, el salir a la calle y, por supuesto, la actividad sexual.
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