Hoy, 10 de octubre, celebramos el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha quizá más importante de lo que pensamos, ya que sirve como recordatorio de la relevancia que tiene el bienestar psicológico dentro de nuestra vida. La mente y la psique son conceptos abstractos y algo difíciles de entender, por eso aprovechamos esta efeméride para recordar qué es la salud mental y qué temas abarca, así como los mitos por los que se ve afectada.
Con frecuencia se incurre en el estereotipo de supeditar la salud mental a la dicotomía de ser normal versus estar mal de la cabeza, o directamente, estar loco. Hay quien piensa, pues, que la enfermedad mental es sinónimo de esquizofrenia, y que es, por tanto, un problema que le queda muy lejos. Sin embargo, la ausencia de salud mental va mucho más allá de algunas enfermedades mentales tratadas desde la psiquiatría y que pocos conocemos de cerca. El ejemplo más claro es la esquizofrenia, que quizá sea la enfermedad mental más divulgada, pero no la única en su especie.
Las enfermedades mentales como la mencionada esquizofrenia se consideran trastornos muy graves y están englobados dentro del grupo de los trastornos psicóticos o psicosis. La causa de estas, esquizofrenia, trastorno delirante, trastorno bipolar, etc, suele tener componentes genéticos y hereditarios. Su génesis está en un desequilibrio en el cerebro a nivel de neurotransmisores, y por ello necesitan un tratamiento médico proporcionado por el psiquiatra. Al margen de este, no es infrecuente que reciban una psicoterapia que les ayude a convivir con su enfermedad. Por ejemplo, aprendiendo cuáles son las señales para detectar las crisis y cómo actuar ante ellas.
Los trastornos psicóticos son quizá los menos conocidos por la población en general, y ocasionan a menudo tanto miedo como rechazo social, en parte por este desconocimiento. A nivel de síntomas, la psicosis se caracteriza por presentar la persona afectada un defecto en su percepción. Como consecuencia, el enfermo mental ve y siente la realidad alterada y distinta a como es y a como la entendemos los demás.
Por ejemplo, podrá tener alucinaciones y ver cosas que no estén u oír voces dentro de su cabeza que le hagan sentirse amenazado. Como efecto, la persona tal vez sienta que se debe defender. En otras ocasiones esas voces no le instarán a cometer actos graves hacia los demás, sino hacia sí mismo, autolesionándose o llevándole incluso al suicidio.
En ciertas circunstancias los propios medios han contribuido, sin querer, a crear la imagen del enfermo mental como un individuo que resulta peligroso para los que conviven con él. La mayoría de las veces sucede por hacerse una divulgación poco sensible a los parámetros a tener en cuenta a la hora de dar noticias sobre ciertos temas como el suicidio o los ataques a terceros.
Ejemplo de ello fue el caso, muy sonado, de Noelia de Mingo, que además no tuvo un final feliz. Sin embargo, la realidad es que muchos de estos enfermos mentales hacen una vida totalmente normal gracias a llevar una medicación muy controlada.
Continuando con los mitos y con el estereotipo del enfermo mental como sinónimo de loco, conviene recordar que la sintomatología propia de un brote psicótico le puede suceder a cualquiera. Es decir, aunque la mayoría de las veces se trate de una enfermedad hereditaria y que aparezca casi siempre en la edad adulta, ciertos acontecimientos vitales o externos podrían precipitarla desde una edad más temprana:
Este sería el ejemplo más corriente de una alteración de la percepción por causa de un agente externo; en este caso, las sustancias. El resultado será, no obstante, el mismo, ya que el consumo de drogas puede conducir episodios psicóticos con riesgos para uno mismo y para los demás. Y tampoco hay que pensar en “drogas duras”.
A pesar de lo que se piensa, las “drogas blandas” como la marihuana y el hachís se relacionan con ataques de pánico y pueden producir alucinaciones. Por su parte, otras como la cocaína podrían llegar a producir serios episodios de paranoia, mientras que las drogas alucinógenas podrían presentar flash back mucho tiempo después y sin avisar.
Otra fuente de sintomatología propia de la enfermedad mental puede venir derivada de algún episodio vital muy estresante y generador de un intenso malestar emocional. Podría suceder, por ejemplo, tras la muerte de un familiar, o después de vivir alguna catástrofe, traduciéndose en un Trastorno por Estrés Post-Traumático.
Un ejemplo cercano lo hemos visto tras la pandemia y el confinamiento, que se sabe que han afectado muy seriamente a la salud mental de los jóvenes, por ejemplo.
Sobre todo si suceden en el cerebro, como pueda ser un tumor cerebral, alguna enfermedad o infección grave podrían también derivar en algún tipo de delirio propio del brote psicótico.
Al margen de los estereotipos, hoy en día se concibe la salud mental de una forma mucho más amplia a la abordada por la psiquiatría, ya que comienza con cualquier problema o discapacidad psicológica y social. Por tanto, abarca también una serie de problemas mucho más cotidianos que podemos tener cualquiera de nosotros o nuestros hijos u otros familiares.
Cuando se habla de salud mental se hace referencia a todos estos aspectos:
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