Hace apenas dos semanas nos planteábamos algunos propósitos de año nuevo, muchos de ellos relacionados con la salud. ¿Quién no prometió secretamente hacer algo más de deporte o comer sano para perder esos kilos de más? Otros aspectos de esta particular lista de deseos se han centrado en el trabajo y en cómo mejorar nuestras condiciones salariales para ganar un poquito más. Menos personas, sin embargo, se han planteado progresar en una mezcla de ambas cosas: trabajo y salud. En eso precisamente consiste el salario emocional. A continuación te explicamos qué es y por qué está cobrando cada vez más relevancia dentro de las empresas.
El salario emocional no tiene que ver con el dinero sino con el bienestar de las personas dentro del ámbito de su trabajo. Y por bienestar se entiende una suerte de comodidades o factores afines a la conveniencia personal, psicológica y social. A pesar de abarcar temas tan relevantes como la conciliación familiar y la salud psicológica, hasta hace no mucho eran factores poco contemplados por las empresas.
Qué decir tiene de los empleados de estas empresas. Para ellos era una utopía pensar en percibir ventajas relacionadas con la salud mental, la tranquilidad emocional y psicológica, o incluso con la propia felicidad.
Sin embargo, esta percepción sobre las verdaderas necesidades de las personas y cómo inciden en el trabajo se ha visto alterada desde la aparición de la pandemia. Así lo explican desde la multinacional de consultoría y servicios profesionales BTS con sede en Estocolmo (Suecia). Para resolverlo, apuestan por reconducir el descontento de los empleados de forma que se beneficien tanto los trabajadores como las empresas.
Los portavoces de la consultora sueca reportan un abandono masivo y voluntario de empleos desde que comenzara la pandemia, dentro de un movimiento iniciado en Estados Unidos y conocido como La Gran Dimisión. El fenómeno se empezó a detectar en 2021 coincidiendo con la reapertura de la economía tras la etapa más dura del cierre provocado por la pandemia de la COVID-19.
Lo que sucedió realmente fue “una especie de revolución individualizada por la que muchas personas en todo el mundo comenzaron a reevaluar no solo cómo deben ser los puestos de trabajo a partir de ahora, sino qué relación queremos tener con el trabajo”.
Una crisis como la vivida entonces puso patas arriba las prioridades de las personas, cambiando todos nuestros valores. Como consecuencia, a nivel individual, cada vez nos planteamos más cómo queremos vivir y trabajar. Hasta el punto de que “la insatisfacción de buena parte de los empleados y la guerra abierta por el talento serán los principales retos a los que se tendrán que enfrentar los líderes en los próximos años”, aseguran desde BTS.
En este sentido, aunque el dinero sigue siendo la prioridad más importante a la hora de buscar un empleo, según el informe Employer Brand Research 2021 de Randstad, tampoco estamos dispuestos a todo. Otras consultoras han llegado a una conclusión similar. En España, el 43 % de los trabajadores reconoce estar “quemado” en su actual empleo, según un reciente informe publicado por Hays. Además, otro análisis de Adecco, identifica hasta el 48 % como descontento con su salario.
Desde la plataforma de telemedicina y salud digital Opensalud, definen salario emocional “como el conjunto de beneficios no económicos que hacen sentirse cómodos a los empleados de una empresa y que, además, contribuyen a mejorar su calidad de vida haciéndoles crecer tanto personal como profesionalmente”. En suma, lo que se busca cada vez más es un equilibrio emocional entre la vida personal y el trabajo que repercuta positivamente tanto en la empresa como en el trabajador.
Desde este prisma, a las empresas les conviene instaurar algunas políticas de bienestar para el empleado. Sus beneficios no se harán esperar y son cuantificables en varios sentidos:
Desde esta aplicación para la salud destacan la importancia de “humanizar el trabajo” estableciendo estrategias que contemplen la búsqueda de este bienestar para el empleado, generándose un clima laboral positivo. Algunas fórmulas aplicadas en las empresas que procuran esta humanización son las siguientes:
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