La cerveza es una de esas bebidas sin las que no podemos imaginarnos nuestra vida. Y es que salir a mediodía de casa para tomar el aperitivo acompañado de una caña es una costumbre que ya forma parte de nuestra cultura popular. Hace 7.000 años el Homo Sapiens ya consumía zumo de cebada y de 2.000 años a. C. datan las primeras recetas para de esta conocida bebida. Pero las referencias que existen de la cerveza en la historia son numerosas, por ejemplo, el conocido Código Hammurabi tenía hasta tres normas que hablaban de una bebida hecha a partir de cebada.
Aunque a día de hoy la cerveza se ha convertido en una de las bebidas más consumidas de nuestro país, la historia de la cerveza en España no es tan antigua. El rey Carlos I fue el que introdujo esta bebida. En la antigua Flandes la cerveza era muy conocida y estaba integrada en la vida de la población, sin embargo en España no existía.
Ahora la cerveza forma parte de nuestra cultura, y son muchas las voces que hemos oído acerca de los beneficios o prejuicios derivados de consumirla. El doctor Enrique Rey Díaz-Rubio, jefe del Servicio del aparato digestivo del Hospital Clínico San Carlos, ha dado a conocer un estudio sobre cómo es el efecto del consumo moderado de cerveza al tubo digestivo. Con este trabajo el doctor quería demostrar si tomar una o dos cervezas antes de la comida y la cena estaba relacionado con la aparición de gases o molestias digestivas, como la acidez, regurgitación y saciedad precoz.
Para ello, realizó un modelo experimental en el que participaron 30 sujetos sanos, sin problemas digestivos, a los que les dio a consumir durante una semana 33 centímetros cúbicos de cerveza al día, lo que equivale a una lata, unos 15 minutos antes de la ingesta de comida controlada. Para poder ver los resultados, el doctor Enrique Rey repitió este estudio con el mismo procedimiento, pero sustituyendo la cerveza por otra sin alcohol y por agua. De este modo se podían comparar los beneficios o prejuicios de consumir una de estas dos bebidas.
Para sorpresa de todos, el estudio ha dado como resultado que el consumo moderado de cerveza no provoca un aumento de los trastornos gastrointestinales o de sensibilidad gástrica que alteren la digestión. Es decir, que tomarse una o dos cervezas antes de la comida no va a hacer que tengas gases o sientas ardor de estómago después de comer. De hecho, los efectos que producía en el estómago el consumo de este zumo de cebada eran prácticamente los mismos que el agua.
Y es que, aunque se pueda pensar que la cerveza, al ser una bebida carbónica procedente de la fermentación natural de sus ingredientes, pudiera modificar tu reflujo gaseoso, esto no es cierto. La cerveza, ni produce más gases, ni genera síntomas digestivos que puedan derivar en molestias o digestiones pesadas.
Cabe destacar que este resultado vale tanto para la cerveza normal como para la sin alcohol, por lo que si eres un amante de esta bebida, estás de enhorabuena. Esa caña fresquita que te tomas cada domingo acompañada de tu aperitivo no produce ningún efecto negativo en el funcionamiento de tu tubo digestivo. Ya decidas tomar agua o una caña, el resultado es el mismo. Eso sí, siempre que realices un consumo moderado.
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