Arrancada ya la primavera, nos ponemos de mejor humor al sentirnos rodeados de la belleza que emerge con las flores y que afecta hasta los estados de ánimo más sombríos. Pero esa recién estrenada luz de la mañana se podrá ver opacada por un enemigo común en muchas personas: la alergia. Con ella aparecerán una serie de signos desagradables, que llegarán a ser realmente llamativos en niños, por la incomodidad y el sufrimiento que les producen.
Repasamos, de la mano de expertos, cuáles son los síntomas más frecuentes de la alergia y lo que podemos hacer para evitar que afecten negativamente a la visión. Según las previsiones de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) se estima que, debido a las altas temperaturas experimentadas al inicio del año y las abundantes lluvias de febrero, los niveles de polen (el alérgeno por excelencia) serán de moderados a leves a lo largo de esta primavera.
Sin embargo, en algunos lugares como Madrid, y en zonas de mucho calor como en Extremadura y otras provincias como Toledo, Sevilla y Jaén, la primavera será intensa, con más de 7.000 granos de polen por metro cúbico. Esto podrá causar síntomas alérgicos persistentes, siendo los ojos una de las áreas más perjudicadas.
En nuestros días debemos olvidarnos ya de la fiebre del heno, que es una nomenclatura antigua y en desuso. Lo que ahora se conoce como rinoconjuntivitis alérgica por pólenes es una afección muy común y típica de la primavera porque coincide con la floración de gramíneas. Y aunque se suele decir que “el amor está en el aire” ya que, supuestamente, somos más susceptibles a enamorarnos en primavera, en realidad lo que está en el aire con toda seguridad es el polen.
El polen prolifera y sus efectos no son inocuos. Así lo explica el doctor y director del Instituto Oftalmológico Fernández Vega, Jesús Merayo Lloves. Su experiencia como investigador especializado en inflamación ocular, alergia y medicina regenerativa ocular, entre otras materias oftálmicas, le permite explicar lo que les sucede a nuestros ojos con la alergia.
Sobre todo, en esta época del año. “En primavera hay más aeroalérgenos (alérgenos vehiculados por el aire) que en otras estaciones. Como por ejemplo, el polen. Cuando una persona se expone a estos alérgenos el sistema inmunitario reacciona produciendo síntomas persistentes, siendo los ojos una de las áreas más afectadas”.
Ayudará, según indica, el tener un diagnóstico, aunque siempre siendo conscientes que la alergia no es patrimonio exclusivo de la primavera. “Los pacientes que saben a qué son alérgicos tienen en cuenta los contajes de polen en el ambiente para reducir la exposición a los mismos. Sin embargo, hay pacientes que reaccionan a otros alérgenos que se presentan durante otras épocas del año. Por ejemplo, a los ácaros o alérgenos relacionados con los animales de compañía que están presentes todo el año”.
Además del moqueo de nariz, una de las zonas más afectadas por la alergia son los ojos. Esto no es ningún secreto, aunque va más allá del simple lagrimeo que todos conocemos, tal y como esclarece el doctor Merayo Lloves. “La alergia se evidencia en la inflamación de la superficie ocular y la conjuntiva. La lágrima cambia su composición y puede tener mediadores inflamatorios. También puede afectar a la córnea, por lo que los pacientes pueden notar picor y sensibilidad a la luz. La afectación corneal es grave y debe ser vista por un oftalmólogo. Otros de los síntomas más comunes son el enrojecimiento de los ojos, la inflamación de los párpados y la sensación de ardor”.
Desde el Instituto Universitario Fernández-Vega nos previenen de la importancia de no obviar los síntomas y de recibir el tratamiento oportuno. “Normalmente, con reducir la exposición al alérgeno, tratarlo con colirios antialérgicos, poner frío local y administrar lágrimas artificiales, es suficiente para controlar los síntomas. Pero si el paciente continúa con síntomas persistentes es porque necesita una revisión oftalmológica, ya que la afectación corneal puede comprometer la visión”.
Reducir los síntomas pasará por seguir medidas algunas medidas preventivas como las siguientes:
Según aclara Jesús Merayo, “la alergia en los ojos en niños se manifiesta igual que en los adultos, con síntomas como sensación de cuerpo extraño en los ojos, inflamación ocular, lagrimeo y picor. Por lo tanto, las recomendaciones son las mismas. Pero es aconsejable llevar al niño o niña al oftalmólogo para pautar un tratamiento adecuado y aliviar los síntomas”.
En cuanto a las prácticas caseras “de toda la vida”, como la de aplicar manzanilla sobre los párpados hinchados o cuando el niño tiene legañitas, estas se justifican y pueden ser una medida paliativa temporal. “El empleo de una infusión de manzanilla está muy arraigado en la cultura popular. La camomila tiene propiedades antiinflamatorias y al hervir el agua para hacer la infusión, se evita que pueda tener agentes infecciosos. Sin embargo, hoy en día contamos con lágrimas artificiales y soluciones oftálmicas balanceadas para el uso en la vía ocular que son más recomendables”.
Para un exceso de legañas secas al despertar que impidan al niño abrir bien los ojos al despertar sería conveniente ir un paso más allá de la manzanilla. “En estos casos, podemos limpiar los párpados con suero fisiológico o lágrimas artificiales. De todas formas, debemos llevar al niño a un oftalmólogo para un diagnóstico completo y así pautar un tratamiento adecuado”.
La relación entre la génesis de la alergia y los componentes psicológicos no está nada clara, por más que algunas corrientes psicológicas consideren que la alergia es siempre psicosomática. Lo que sí se sabe es que existe una relación entre la salud y la psicología. Así, cuando existe una predisposición biológica, los factores psicológicos y emocionales intervienen en el sentido de poder precipitar los síntomas e incluso cronificarlos.
Al margen de lo somático, las molestias en los ojos por la alergia comportan una gran molestia que, en los niños, se hará especialmente evidente. La irritación en los ojos derivará en un gran malestar agravado por la ansiedad, y esto los llevará a tocarse los ojos constantemente. Será fácil que el niño entre en un círculo vicioso del que le debemos ayudar a salir. Para conseguirlo, lo primero será seguir la pauta del oftalmólogo, por supuesto. Si bien, como padres, también podemos probar algunas estrategias de distracción para evitar que el niño no se obsesione y se deje de tocar.
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