En 32 de las 36 ediciones que suma la competición de la Copa del Rey de Vela ha participado el Rey Felipe VI; la primera en 1984, cuando apenas tenía 16 años, la última, este pasado mes de agosto, cuando ya alcanza los 49. Toda una vida en la que Felipe de Borbón y Grecia nunca ha conseguido la ansiada victoria que hasta en cinco ocasiones logró su padre, Juan Carlos I a la caña del ‘Bribón’. Embarcado en el velero ‘Aifos’ (Sofía escrito al revés) el más antiguo de toda la flota participante, 138 barcos de 24 países y 1.600 regatistas, y que pertenece a la Armada española, el Rey peleó por la victoria hasta el último día. Finalmente, el monarca quedó postergado al quinto puesto de la clasificación general, manteniendo, un año más, el reto de ser la Copa de vela su asignatura deportiva pendiente.
La afición al mar de Felipe VI le viene de su abuelo, don Juan, y de su padre Juan Carlos. En la escuela Nacional de vela de Port Calanova, la mayor escuela de España y una de las más prestigiosas del mundo y donde cientos de niños se inician cada año en los cursos de vela, estrenó, con apenas seis años, su primer velero, el ‘Tortuga’. Se trataba de un pequeño Optimist en el que apenas cabía, que daría paso a otros barcos mucho más grandes y a cuya caña, el Rey fue alimentando su entusiasmo por este deporte. Primero de la mano del almirante, ya fallecido, Sánchez Barcaiztégui, y luego de los hermanos Rodríguez Toubes, Jaime y Juan Carlos, quienes, desde la escuela naval de Marín, formaron y modelaron la pasión deportiva del Rey.
La imagen que dio la vuelta al mundo fue, la del entonces Príncipe de Asturias, como abanderado de la delegación española en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Felipe de Borbón, con 24 años, vivió como un deportista más en la Villa Olímpica, participó del día a día de los atletas y representó a España en la clase Soling, con el velero ‘Aifos’, logrando un diploma olímpico, gracias a la sexta posición final, que superaba el decimoquinto puesto que su padre, el Rey Juan Carlos, había conseguido 20 año antes, en los Juegos de Múnich 1972.
La Copa del rey de vela se ha convertido en algo más que un objetivo para Felipe VI, nunca la ganó, pese a los continuos intentos en diferentes barcos; los ‘Sirius’ de la Armada, el ‘Cam’, velero fórmula 1 de última generación y de patrocinio privado o el actual ‘Aifos’. Tampoco lo hizo con el ‘Corel 45′, un viajo barco, estilo vintage, fabricado en 1996, con 13´90 metros de eslora por 4´20 de manga y 3´70 de calado, diseñado por Bruce Farr y modificado para adaptarse a las reglas de la competición. En él se reúnen 12 tripulantes, pertenecientes a distintas escalas de la Armada española, capitaneados por el almirante Rodríguez Toubes y con el rey Felipe VI al timón.
El año que viene la bahía de Palma de Mallorca volverá a recibir a la inmensa flota que competirá por ganar La Copa del Rey de vela; el Real Club Náutico se llenará de barcos y regatistas, con el sueño de alzar los trofeos que acreditan a los vencedores, en medio del glamour, la vistosidad y el reclamo mediático que producen sus ilustres participantes. Entre ellos, si nada lo impide, Felipe VI, en la que será su participación número 33 y donde el objetivo será competir y, a ser posible, superar la asignatura pendiente que, en el mundo de la vela, aún le queda al Rey.
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