#CloseTo Mónica Cruz

Amalia Enríquez. 18/01/2018

La sombra de Penélope siempre ha sido alargada, pero a Mónica no solo nunca le desanimó, sino que le enorgulleció y dio fuerzas para “luchar en solitario” por su sueño de ser actriz. Durante mucho tiempo suspiró por volver a la televisión mientras reivindicaba su independencia profesional y se lanzaba a la aventura de la maternidad. Hoy triunfa como colaboradora en ‘El Hormiguero’ y es una de las incorporaciones estrella en ‘Velvet Colección’, lo que viene a demostrar que apellidarse Cruz no es precisamente una astilla en el zapato…

The Luxonomist: Después de unos años alejada de todo, vives ahora un momento muy dulce…
Mónica Cruz: Es verdad. Todo me ha llegado en un momento en el que estaba preparada para recibirlo. Yo creo que, inconscientemente, mandas ese mensaje, esas vibraciones y se convierten en energía positiva.

TL: En una profesión como la tuya, en la que si desapareces no existes, ¿no te dio miedo que ocurriera eso cuando decidiste dejarlo todo por ser madre?
MC: No lo dudé ni un instante. Sabía que era el momento de vivir esa experiencia y, si no conseguía volver a trabajar y me tenía que dedicar a otra cosa, lo habría hecho igualmente. No cambio por nada del mundo el haber vivido la maternidad como yo quería vivirla. Gracias a Dios me lo podía permitir y me centré más en el apartado del diseño, porque habría sido mucho más difícil hacerlo de otra forma.

Se confiesa una gran lectora desde pequeña

TL: ¿Experiencia adictiva?
MC: Mucho. De hecho tenía pensado repetir a los tres años de Antonella. Ya va camino de los cinco, pero ahora mismo no puedo porque sé cómo quiero enfrentarme y vivir la maternidad y en estos momentos es imposible.

TL: Elijes ser madre al 100%…
MC: Absolutamente. Si no me quedara más remedio que traer un sueldo a casa, haría todo lo posible por vivir la maternidad de otra forma, como lo hacen muchas mujeres. Yo reivindico que las mujeres deberíamos tener más ayudas y también más meses de baja maternal, porque cuatro no son nada. Los niños te necesitan mucho. Yo le di pecho a mi hija hasta los tres años, por ejemplo…

TL: Y eso no lo cambias por nada…
MC: Por supuesto que no. Fueron unos años de mi vida en los que le pude regalar salud a mi hija. ¿Cómo no lo iba a hacer? Me encantaría volver a pasar por esa etapa. Antes de ser madre siempre pensaba que cuanto menos tiempo se llevaran, ¡mejor! y sin embargo ahora no pienso igual. Cada niño necesita su tiempo y yo no he querido robarle a Antonella nada con otro hermano muy seguido. Si Dios quiere y lo hago en un futuro, me encantará que ella pueda ser más partícipe, que lo viva todo de manera consciente porque ya es mayor, evitarle el problema de los celos porque los niños lo pasan mal cuando ven invadido su espacio y no pueden manejar las frustraciones como nosotros. A los niños les exigimos una madurez que es imposible.

Así se tomó la fotografía de portada con Mónica Cruz y Amalia Enríquez

TL: ¿Tenías en tu recámara profesional un plan B por si las cosas no salían bien al regresar?
MC: La verdad es que no. Supongo que me seguiría dedicando al diseño con mi hermana y buscar otras vías, pero esa duda nunca me frenó, no quería meterme esa presión. Lo que tenía claro es que volvería a trabajar, aunque fuera en una actividad diferente a la que siempre me había dedicado. Al ser madre tienes una responsabilidad añadida, así que habría buscado alguna salida.

TL: ‘Velvet colección’ te rescata y, en cierta medida, te hace volver al pasado…
MC: Sí… y no me lo esperaba. Recuerdo que tuve una reunión con Teresa Fdez Valdés, el “alma mater” de Bambú, en la que me dijo que iba a pensar en algo para mí. Jamás imaginé que iba a ser algo relacionado con el baile. Llevaba siete años sin bailar y ya estaba en otra historia profesional completamente distinta.

TL: Es como montar en bicicleta, no se olvida…
MC: (risas) Es verdad. Y te aseguro que me he sorprendido de mí misma. Yo pensaba que los pies, la velocidad, el cuerpo y la elasticidad no me iban a responder y ¡qué va!, lo que me fallaba más era la cabeza (risas). Me costó más la concentración y conseguir evadirme de preocupaciones o cosas pendientes. En ballet ejercitas mucho la mente y, de ese aspecto, me había olvidado.

TL: ¿Cómo recuerdas esa etapa de la niña Mónica, bailarina?
MC: Empecé a los cuatro años a bailar y me encantaba. A esa edad se convirtió en un juego que, con el tiempo, tomó una forma más seria. A mis ochos años nació mi hermano Eduardo y mi madre no podía con todo, con la peluquería, las niñas y el bebé, así que me tuvo que quitar de ballet durante un año. Fue un drama, lloraba sin parar, solo quería volver y volver… hasta que lo conseguí.

TL: Lograste incluso formar parte de la compañía de Joaquín Cortés…
MC: Nunca imaginé que podía ocurrirme algo así. Le conocí en un concierto de Mecano cuando mi hermana salía con Nacho. Fue en Alicante y yo tenía 12 años, lo recuerdo como si fuera ahora mismo. En la academia de Alcobendas a la que yo iba, nos preparaban para los exámenes de final de curso, pero lo de Joaquín eran palabras mayores. Al año siguiente le volví a ver en un espectáculo que hizo en el Albéniz y entonces me dije: “Yo quiero estar ahí”. Fue un pensamiento en alto que me funcionó. Me hice un intensivo de casi dos años y me presenté a sus audiciones.

Se preparó a conciencia para entrar en la compañía de Joaquín Cortés y lo consiguió

TL: ¿En qué te ayuda la disciplina del baile?
MC: En todo. Aunque no me hubiera dedicado a ello…¡es tan buena la disciplina del ballet!, que la llevas a todo lo que haces. Las cosas cuestan mucho esfuerzo y hay que tener muy presente que siempre se puede mejorar, la técnica no tiene un tope.

TL: ¿Alguna vez te has arrepentido de haber cambiado el camino?
MC: No ¡qué va!, al contrario. Y fíjate que fue una decisión arriesgada porque en la escuela, siempre estaba escuchando mensajes contradictorios sobre cómo iba a dedicarme al baile, que era algo que no tenía futuro.. Mi familia era la única que me apoyaba y, al final, eso es lo importante. Yo no quería quedarme con la duda de intentarlo, a pesar de esos mensajes negativos. Así que trabajé muy duro para prepararme con los mejores.

TL: Alguna vez, Penélope y tú, me habéis comentado que pasábais muchas horas en la peluquería de tu madre escuchando las conversaciones de las clientas… ¿Nunca te planteaste seguir la estela materna?
MC: No, nunca. Esa etapa nos ayudó mucho a sabernos manejar bien con el pelo. En la compañía de Joaquín, por ejemplo, me tenía que peinar yo, cortarme el pelo y todo lo que te puedas imaginar, así que me vinieron muy bien esos conocimientos de peluquería. Nos hemos criado en la peluquería y eso nos ha venido muy bien.

Los viernes nos íbamos a dormir a casa de mi abuela y allí veíamos el “Un, dos, tres”

TL: ¿Te recuerdas niña feliz?
MC: Sí, absolutamente. Iba con mi hermana al cole, veníamos a comer a la peluquería (que tenía una cocina) y nos volvíamos al colegio porque teníamos ese horario partido raro. A las 5 me iba a la academia de baile y así todos los días, menos los viernes que nos íbamos a dormir a casa de mi abuela, que vivía al lado de la escuela, y allí veíamos el ‘Un, dos, tres’ con la mesa camilla, el brasero y las pipas (risas). Recuerdo grandes momentos. Ahora todo es distinto.

TL: Te toca vivirlos con tu hija. ¿Cambia mucho la maternidad?
MC: Muchísimo, sobre todo porque visualizo las cosas que aún no han pasado ¿te lo puedes creer? Me atenazan miedos y, como no los controle, cogen una dimensión que no me dejan vivir tranquila. Tuve que aprender a decir ¡relax! y «no te adelantes a los acontecimientos».

TL: No hay que sobreproteger tanto a los niños…
MC: ¡Claro! tienes que aprender a controlarte para que esa sensación que vives no le llegue al niño. No me resultó fácil. Antonella corría y yo ya la veía caerse y con la sangre chorreándole (risas). La verdad es que he tenido mucha suerte con ella porque es tranquila y muy prudente, algo que me encanta. Es de las que, si necesita ayuda, te la pide. Si no lo ve claro, no se tira ni toma la iniciativa.

Las cosas cuestan mucho esfuerzo y hay que tener muy presente que siempre se puede mejorar

TL: ¿En qué ha salido a ti?
MC: Es muy observadora, tiene mucho carácter. Yo veo que es una niña a la que no van a poder manipular y eso me tranquiliza, a la vez que me encanta. Me veo muy reflejada en ella. Yo también era muy observadora, pero en mí lo confundían con timidez. No soy nada tímida, en contra de lo que pueda parecer. Me gusta mucho que mi hija se parezca a mí, al margen de que es normal porque está conmigo las 24 horas del día.

TL: Su infancia, por otro lado, nada tiene que ver con la tuya…
MC: La nuestra no tenía los adelantos técnicos de ahora, pero yo ese tema lo tengo muy controlado. No quiero que vea que el iPad y demás dispositivos son algo especial, porque si lo hago así le llama más la atención, pero le tengo muy medido ese terreno. Es lógico y natural que vea dibujos animados algún momento del día, pero nada de estar cuatro horas colgada de la televisión o de la tablet. Es una niña que tiene juguetes, porque he querido desarrollarle esa parte, pero ahora está en la fase de la imaginación, esa en la que junta dos sofás, les pone una sábana por encima y se lo pasa bomba. Me da igual que me tenga la casa desordenada porque, a cambio, está creando todo el rato. Eso me gusta y es muy bueno para ella.

TL: ¿Te imaginabas madre?
MC: Sí, siempre… desde bien jovencita. Lo habría sido antes, pero había que encontrar el momento de vivir la experiencia con toda la plenitud que yo quería. Necesitaba estabilidad emocional y vital. Cuando estaba con Joaquín Cortés no podía, en la etapa de ‘UPA Dance’ era inviable también, así que lo hice cuando encontré el momento oportuno y no tengo la sensación de haberme perdido nada.

Mónica Cruz durante su etapa en ‘UPA Dance’

TL: ¿Recuerdas el momento en el que te surge la posibilidad de ser actriz?
MC: Sí, claro. Estaba en casa de mi madre, acababa de terminar mi etapa con Joaquín y me llamaron para ‘Un paso adelante’. Nunca me lo pude imaginar porque jamás me había planteado ser actriz. Yo era bailarina, simplemente. No quería hacer lo mismo que mi hermana, porque mi especialidad era otra. Estuve a punto de rechazar la propuesta, pero luego pensé que era una serie como ‘Fama’, en la que el baile tenía gran importancia, y me decidí. El boom que supuso aquello ya lo conoces. Me di cuenta de que interpretar también era una forma de creatividad, como lo era el baile, que suponía subirte a un escenario e interpretar con tu cuerpo. Me estaban dando la oportunidad de expresarme con otra rama de la interpretación. Lo asimilé con el tiempo y fue una escuela increíble.

TL: ¿Pediste opinión?
MC: Pido opinión de todo siempre, todo el rato. Recuerdo que mi primera secuencia fue con Lola Herrera ¡imagínate! He tenido la suerte de trabajar con gente muy potente y he aprendido un montón.

TL: ¿Ha sido un lastre para ti ser la hermana de Penélope?
MC: Al principio sí, no reconocerlo es negar una evidencia. Nunca pensé que me fuera a beneficiar, porque estaría muy confundida y no habría llegado donde estoy. Me intentaron fastidiar mucho con ese tema, pero siempre me dio igual. Nadie te regala nada y estás en el lugar que ocupas porque has demostrado que vales para ello, que te lo has ganado. Las cosas que no tienen un peso y un trabajo detrás, no tienen futuro.

TL: ¿En algún momento sentiste que no te daban tu sitio, que eras maltratada por el entorno?
MC: Sí, al principio.. pero no he querido darle importancia. Siempre he tenido claro que lo que he hecho ha sido con el corazón, sin hacerle mal a nadie y trabajando muy duro. Algunas críticas me las han hecho a la cara, no en artículos escritos, y nunca las he contado. No puedes dejar que los comentarios te maten la ilusión.

TL: ¿Necesitaste ponerte una coraza para sobrevivir a todo ello?
MC: La mejor crítica de una misma eres tú. Ni hago caso de las críticas buenas, porque me generan desconfianza, ni de las malas porque yo sé muy bien cómo he estado y dónde puedo mejorar. No quiero crearme presión externa porque eso no beneficia y no depende siempre de ti.

TL: ¿Cómo está siendo la experiencia ‘Velvet Colección’?
MC: Maravillosa. Al principio iba con mucha cautela, porque era una de las nuevas y entraba en una “familia” que ya llevaba muchos años trabajando junta y con muchos capítulos a sus espaldas, pero me acogieron genial, hay muy buen rollo y no hay diferencia con los demás. En ningún momento noté que tenía que coger el ritmo, fue llegar al plató y se evaporó esa potencial sensación de duda.

TL: Volvamos de nuevo a recordar un poco el pasado. Esa niña bailarina, ¿iba al cine?
MC: Sí, mucho. Mi madre nos llevaba al cine en Alcobendas. Recuerdo las películas de baile de John Travolta, en las que me fascinaban los Bee Gees. Recuerdo ‘Fiebre del sábado noche’, pero sobre todo ‘Staying Alive’ (La fiebre continúa). Esta me encantó y me descubrió el mundo de los bailarines. Yo era una niña… Luego ya, con el paso de los años, fui incorporando otras como ‘Magnolias de acero’ , ‘La fuerza del cariño’, ‘Se acabó el pastel’… Este tipo de películas ¡me encantan!

TL: ¿Y de lecturas cómo andamos?
MC: Siempre he leído mucho, todo el rato, aunque de niña no me daba la vida con el cole y el baile. Me he enganchado a leer más adelante, a raíz de las giras con Joaquín y ahora, que tengo menos tiempo, de repente me despierto a las 4 de la mañana y me pongo a leer. Ahora estoy enganchada a una trilogía de Nora Roberts (Hotel Boonsboro, Bruja oscura, La testigo..). Recuerdo que en los quince días de espera para hacerme el test de mi embarazo, me leí los tres de ‘Cincuenta sombras de Grey’ (risas). Desde que soy madre me despierto mucho de noche, mi hora es entre 5 y 6 de la mañana, todos los días me despierto y aprovecho para leer.

https://www.youtube.com/watch?v=oQwNN-0AgWc&list=RDoQwNN-0AgWc&t=8

TL: ¿Tu hija tiene esa disciplina de la lectura?
MC: Desde bien chiquitita le he leído cuentos todos los días. Eso es muy bueno para ella. Sin que sea una obligación, pero quiero inculcarle el amor por la lectura. Quiero que lo vea como un momento divertido. Así lo ha entendido y espera con ilusión ese rato diario antes de dormirse. Es un momento sagrado.

TL: ¿Apunta maneras de actriz?
MC: Le encanta bailar… y yo no le he inculcado nada ni la he forzado a ello. Ya le gustaba antes de verme a mí bailar. Desde pequeña tiene posiciones perfectas. No sé si se acabará dedicando a esto, pero aptitudes, las tiene todas.

TL: Tenemos que ir terminando y lo hacemos con la pregunta obligada en estas conversaciones. ¿Qué pensaría la niña Mónica de la mujer en la que te has convertido?
MC: ¡Qué difícil!…. pues yo creo que esa niña que estaba cargada de ilusión por lograr su sueño, al final lo consiguió a base de mucho trabajo y superar unos cuantos altibajos, con experiencias buenas y malas. Lo que me gusta es ponerme en esa niña, porque me sirve para entender a mi hija. Esa parte de niño la llevamos todos dentro y, no perder la referencia, te coloca en otro sitio.

*Próxima semana: Ignacio Aguado.

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