Fiesta en el jardín botánico
Una visita a uno de los más bellos jardines botánicos del mundo en busca de cerezos japoneses en flor y delicados lirios del valle, las flores que la Duquesa de Cambridge llevó en su bouquet de novia.
Detesto las multitudes. Esta afirmación puede resultar ridícula teniendo en cuenta que vivo en Nueva York, ciudad que recibe 56,5 millones de turistas al año. Pero unos pequeños ajustes hicieron mi vida más placentera. Lo que más me dolió fue dejar mis zapatos de tacón invernando en el armario (¡ahora sólo salen cuando vamos de fiesta!). Y como no soporto las zapatillas, me hice adicta a las flats. Por las aceras camino por la derecha y rápido. Y el mejor tip: después de un tren atestado de gente en el metro, siempre le sigue otro vacío.
Elisa, mexicana y preciada guitarrista del Essemble de Robert Fripp, me contó que había ido al Botanical Garden y que los cerezos japoneses seguían todavía en flor. Decreté, pues, que este año no me los perdía. Mi único momento libre era el Día de la Madre y allá que me fui haciendo transbordo en la calle 125 para luego tomar el Metro North de cercanías.
El espectáculo comenzaba ya en la cola formada frente a las taquillas. Unas ramas de cerezos se mecían con la suave brisa matinal y creaban a sus pies un manto rosa de pétalos. Una vez dentro, crecía la exaltación vernal: majestuosos árboles diseminados por exquisitos prados de hierba fresca y húmeda, parterres de flores interminables en jardines de lo más colorido.
Nada de lo visto y olido fue por casualidad. El New York Botanical Garden abrió sus puertas en 1891 y cuenta con más de cien hectáreas de parque distribuidas en 48 jardines, un bosque, tres imponentes edificios y una colección de plantas única. Para celebrar sus 125 años, la próxima primavera, el proyecto es plantar otro millón de narcisos amarillos y blancos.
El Jane Watson Irwin Perennial Garden es uno de sus rincones más visitados. Creado por el paisajista Lynden Miller con el objetivo de ser atractivo a lo largo de todo el año, ofrece cuatro espacios definidos como Otoño, Pantano, Frío y Caluroso. Hay especies perennes, árboles floridos, arbustos y flores. En esta época maravilla a todos sus visitantes una colección de campanillas de invierno y tulipanes. Los rododendros se muestran exuberantes y los iris, tranquilamente soberbios. A la sombra descansan, lacios, los eléboros Blue Lady y los delicados lirios del valle que Kate Middleton llevó en su ramo de novias.
Visitamos el Enid A. Haupt Conservatory, un impresionante invernadero de estilo victoriano con una colección mundial de plantas y flores venidas de las selvas tropicales, así como cactus y suculentas traídos de los desiertos. Me quedé sorprendida con los árboles de gardenias. Su fragancia hacía detenerse a quien cruzase ese corredor y su color blanco cremoso parecía tener la textura de las flores de azúcar. Y luego, unas diminutas flores que crecían en una planta con forma conífera asemejada a un mini árbol de Navidad.
En el patio central, Trish O’Sullivan, la directora del programa de Diseño Floral, dio una clase magistral de cómo armar un bouquet. Trish, además de ser mi primera maestra, es todo un personaje. Dueña de una exitosa boutique de moda en el Soho, a los 40 años echó el candado, entregó las llaves al arrendatario y tomó un curso intensivo en el Botanical Garden. Se especializó en arreglos florales para hoteles, entre ellos el W, el United Nations Plaza y los Trump International, así como atrezos para el Nate Berkus Show y el Dr. Oz Show, entre otros programas de televisión.
Para el bouquet de ese día trajo la nueva variedad de rosas Nórdica (tono blush tirando a lavanda), flores Montecasino, rosas en miniatura, ramitas de salvia, menta, romero, membrillo y áster amarillo. El resultado fue un delicado bouquet campestre sorteado después entre el público.
A la salida, nos instalamos en el césped para disfrutar de la pieza Flowers, el ballet de Jennifer Muller/The Works. Esta dramaturga y coreógrafa es todo un icono en el mundo de la danza. Autora de 110 obras, algunas en colaboración con artistas como Yoko Ono, y creadora de una técnica particular inspirada en la filosofía oriental. En China existen cinco estaciones del año y en ellas se inspiró para crear Flowers. Y empezó con late summer, la estación que Occidente no marca en sus calendarios. Con música de Lawrence Nachsin, los bailarines se desplazaron por la hierba a pies desnudos emulando los distintos estados por los que pasa una flor: nacimiento, delicadeza, sensualidad y flotante belleza.
A lo largo de las horas, los senderos y los bancos se llenaron de familias con coches de bebés. Mediada la tarde dimos por buena la jornada y abandonamos con melancolía este pulmón oxigenante al norte de la Gran Manzana. New York Botanical Garden (2900 Southern Blvd., Bronx, New York. Abierto de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas -en invierno hasta las 17:00 horas-. Entrada general $20, mayores de 65 y estudiantes $18).