Playas para perros en Estados Unidos, el nirvana perruno

Todavía hay lugares donde los perros pueden ser libres y felices.

Sebastián Puig Soler. 15/07/2015
Foto Unsplash @justnjames

Ya era siglo. Tras varios artículos describiendo cómo viajar con vuestras mascotas, compartiendo con los lectores alojamientos caninos de ensueño en los Estados Unidos, insinuando posibles hotelazos en Nueva York donde los perros son más que bienvenidos. Mis amos decidieron darse por enterados y llevarme de vacaciones sin dejarme en la residencia habitual, que por muy buena que sea, no supone lo mismo que recorrer el mundo con la familia en pleno. Y oigan, miren que lo disfruté. Porque vi lo bueno que es para los perros ir a la playa.

Algunos dirán que tener una cala para tu uso exclusivo es algo maravilloso, como ocurre con Key Colony en Florida. Allí uno puede alquilar un alojamiento al pie de una playa privada de arenas blancas y aguas turquesa. Pero también lo es que existan todavía playas tranquilas, limpias, inmensas, donde humanos y perros pueden solazarse libremente juntos. Incluso pescar, hacer surf y disfrutar de una barbacoa en un ambiente de respeto y responsabilidad.

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Difrutar de los perros y la playa

Así ocurre con la mayor parte del litoral de los bellísimos Outer Banks de Carolina del Norte. Es una zona que les recomiendo visitar, tanto por sus bellezas naturales como por la oferta de actividades disponibles para humanos y cánidos. El problema es que los mejores hoteles de la zona, como el Sanderling Resort en Duck o el Oasis Suites Hotel en Nags Head, no admiten mascotas. Esto limita las opciones de los viajeros que quieren disfrutar de alojamientos de calidad a establecimientos de menor categoría. Incluso les obliga a recurrir a la gran oferta de apartamentos, muchos de ellos en ubicaciones privilegiadas, con todas las comodidades, y además pet-friendly, como los que ofrece la empresa Resort Realty de la zona. Una gozada.

El caso es que los perros pueden estar con sus dueños en la playa como unos bañistas más. En el caso de Canela, pude estar remojando la barriga a gusto cuando apretaba el calor, rebozándome después a lo croqueta y haciéndome la cama entre la arena. No soy muy de baño marino, porque cualquier olita de medio pelo me cubre y da un revolcón. Pero adoro pasear por la orilla, olisquearlo todo y quedarme contemplando el atardecer a los pies de mis amos, con sólo el ruido de las olas, suspirando de satisfacción.

Canela, la vigilante de la playa
Canela, la vigilante de la playa

Llevar a los perros a la playa no debería ser un problema; siempre que se respete a los demás bañistas y se tengan a los animales controlados en todo momento. Los perros, por lo general, adoramos el agua y la arena, despiertan en nosotros un instinto atávico de libertad y nos hermana con nuestros humanos. Que en países como Estados Unidos todavía se pueda disfrutar de este placer dice mucho del civismo y de la manera que tienen los norteamericanos de entender la libertad y responsabilidad personales. Desde luego, para nosotros los canes, supone el nirvana. Que me quiten lo bailao…

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