El escandaloso divorcio de Robert De Niro
La separación entre el actor y Grace Hightower va tomando tintes de película de suspense a medida que se suceden los acontecimientos.
Robert De Niro se está divorciando de su segunda esposa, Grace Hightower, pero no lo está llevando precisamente bien. Ayer gritó a los fotógrafos y periodistas cuando llegó al juzgado de Manhattan donde se está discutiendo la custodia de su hija, Helen Grace, de siete años. Para contestar a un fotógrafo del Post que le saludó le contestó: «Hola, cabrón, ¿qué tal, gilipollas?»… mientras cruzaba el vestíbulo. Fueron los abogados quienes se reunieron primero con el juez y luego con la pareja, tras lo que el veterano actor (75), se marchó con su chófer que se equivocó y en lugar de alejarlo de la prensa lo dejó en pleno meollo, ante lo que la bronca fue fenomenal.
Ver esta publicación en Instagram
Aunque la carrera sentimental de De Niro es muy completa -incluyendo idilios con muchas mujeres casi todas de raza negra, incluida Naomi Campbell-, solo se ha casado en dos ocasiones. La primera fue con Dianhnne Abbott en 1976, con la que realizó un primer periplo turístico por Cataluña, y tuvieron un hijo, Raphael, adoptando además a Drena, una niña habida de una anterior relación de Dianhnne. La pareja se divorció en 1988. De Niro tuvo además dos hijos gemelos, Julian Henry y Aaron Kwendrick, con la modelo Toukie Smith, habidos por fecundación in vitro y con un vientre de alquiler.
Ver esta publicación en Instagram
Más tarde, en 1997, el actor se casó con la que hoy se está peleando, Grace Hightower, con quien tiene dos hijos, Elliot, nacido en 1998 y que es autista, y una niña, Helen Grace, también con fecundación in vitro y una madre de alquiler, que hoy cuenta siete años y es por la que discuten ahora. Ella, una antigua azafata, es diez años más joven que él y ya tuvieron un primer intento de divorcio, aunque en 2004 renovaron sus votos. De Niro y Grace se separaron a finales del pasado año y siguen en el proceso, ahora por la custodia de la pequeña. Y, por lo que se sabe, de muy malos modos.