El bikini de tu vida

La piscina del hotel Gasevoort es un must de Manhattan. Si no sabes qué bikini llevar, allí mismo podrás hacerte con el que será el bikini de tu vida de la línea San Sucre de Rachelle Dion y Heather Anne.

Luis Jiménez. 10/08/2015
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Bikini on the rocks. Cortesía @sanssucreswim. Haz clic para comprar

El verano es esa estación en la que, además de hacer mucho calor, demostramos que durante el resto del año hemos sido constantes con los propósitos que hicimos cuando terminó el anterior. Pero como el humano es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra, nunca viene mal un poco de ayuda para camuflar los caprichos del invierno y resaltar los atributos naturales. Las diseñadoras Rachelle Dion y Heather Anne han creado el primer servicio de asesoramiento personal para la compra de bikinis. Y no, no son personal shoppers, sino expertas en el arte de vestir a una mujer con la prenda que más descubre.

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Cortesía de @sanssucreswim. Haz clic para comprarlo

Su tienda abierta en la última planta del hotel más representativo de Meatpacking District, ofrece a las clientas la oportunidad de elegir modelos entre baño y baño. Los escogidos viajan, casi por arte de magia, hasta su habitación y allí se pueden tomar el tiempo que necesiten para probárselos, sin la presión que impone que haya otras personas esperando.

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Varias de las combinaciones de la colección. Cortesia @sanssucreswim. Haz clic para comprar

Tales son sus aciertos, que se han lanzado a la piscina y han hecho que este servicio también esté disponible para las clientas que no se alojan en el hotelDion y Anne, se desplazan hasta sus casas y allí les aconsejan sobre los estampados, colores y formas que más favorecen a sus figuras. Un servicio que cobran añadiéndole un 20% al total de los productos adquiridos.

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Unas vistas inigualables desde la piscina del hotel Gansenvoort. Cortesia @gansenvoort. Haz clic para conocerlo

La luz, forma y ubicación de los espejos de las tiendas son clave para que te decidas a comprar alguna de sus prendas, pero ninguno habla con tanta sinceridad como el de tu casa. Si a esto le sumas una diseñadora que conoce el producto a la perfección, el resultado debería ser la compra de un bikini por el que sentirás una gran pérdida si una ola se lo lleva, y no porque te deje semidesnuda, sino porque era el único que te sentaba como un guante.

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