El sector de la cosmética y de alta perfumería se enfrenta desde hace años a un problema que se ha acabado por convertir en endémico: las falsificaciones de sus productos. Una cuestión que, además de afectar a la salud de los consumidores (baja calidad y nulo control sanitario) y la imagen de las marcas, supone un grave perjuicio económico.
Según EUIPO (Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea) la industria cosmética perdió 839 millones de euros en 2019 (el último año prepandémico del que se tienen datos oficiales equiparables). Se prevé que los datos de los últimos tres años, atravesados por la crisis del Coronavirus, sean similares o superiores ya que la tendencia desde que el fraude cosmético se mide por estadísticas siempre ha sido al alza. De hecho, en los últimos años dicho fraude se ha duplicado.
Según SICPA, multinacional suiza experta en seguridad material y digital, la industria cosmética se enfrenta en la actualidad a tres grandes amenazas. En primer lugar la falsificación (la copia de un producto o su envasado que se simula como original); la alteración (variación de un producto); y las fisuras en la cadena de suministro (el problema de los mercados negros y los mercados paralelos).
Parte de la solución a este problema la plantea de acuerdo a una estrategia que pasaría por identificar los objetivos de la empresa para securizar sus productos y valorar el nivel de amenaza. De esta manera podrá saber qué tecnología o solución de seguridad es más adecuada implementar. Esas soluciones van desde la autentificación visible a la invisible, de la seguridad material a la digital o la serialización del producto para su seguimiento individualizado.
Las soluciones de seguridad visibles están diseñadas para que el cliente final o la propia marca pueda identificar su producto lícito a simple vista. Por ejemplo, mediante la introducción en sus sellos y precintas de las tintas de seguridad SICPA. Las soluciones invisibles requieren de un dispositivo adicional de inspección que está a disposición de las marcas y que es confidencial.
SICPA también securiza la integridad del embalaje de los productos cosméticos. Mediante determinadas características o sellos de calidad son capaces de determinar si un embalaje aparentemente lícito ha sido manipulado para alterar el interior del producto e introducir una falsificación en su lugar o si se trata de un producto que ha circulado por los mercados paralelos.
Por su parte, la serialización controla la producción y la agregación de productos, profundizando en un mayor nivel de seguridad con la identificación y la gestión de los datos. El seguimiento amplía el control, dando un DNI único a cada uno de los productos serializados que permite realizar su seguimiento y localización, para su autentificación e incluso su retirada del mercado si se detecta alguna incidencia.
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