La otra final 

Todo está preparado para que el estadio Giuseppe Meazza de Milán acoja el 28 de mayo la gran final de la Champions League que, por segunda vez en apenas dos años, va a enfrentar a los dos grandes rivales de Madrid, Real y Atlético, en un éxito sin precedentes en la historia de la competición. Mientras los clubes preparan la infraestructura, las plantillas diseñan la estrategia y los aficionados alimentan los sueños, en The Luxonomist hemos llevado la final a una comparativa de orden económico de ambos clubes, conscientes de que fútbol y economía parecen argumentos indisolubles en nuestros días, encontrando múltiples paralelismos entre las finanzas y la pelota.

Se trata de un fenómeno estructural por el que los clubes van creciendo en la medida que lo hace su modelo de negocio, dejando siempre la puerta abierta al concepto que hace grande al fútbol y que no es otro que quien manda en el césped es la pelota, en un deporte que resulta una ciencia ordenadamente inexacta. Según la revista Forbes, que cada año elabora la lista de los clubes más ricos del mundo, el Real Madrid, por tercer año consecutivo, se encuentra a la cabeza de los equipos con mayor valor económico, con un total de 3.263 millones de dólares, por delante del Barcelona (3.160), Manchester United (3.100) y Bayern Múnich (2.350).

El Atlético de Madrid ocupa el puesto 16, con 436 millones de dólares. La publicación de negocios y estadísticas tiene en cuenta los ingresos de los clubes por fechas y torneos, los provenientes de publicidad, los ingresos por ventas y servicios, los derechos de televisión, socios y abonados y el número de seguidores en redes sociales, para establecer el valor de mercado de cada entidad.

Con un presupuesto de 525 millones de euros el Real Madrid y 239 el Atlético, y una deuda bruta reconocida de 602 millones los blancos y 549 los rojiblancos, hemos acudido al portal Transfermarkt, especializado en valoración de futbolistas, para buscar ese precio de mercado en los componentes de las plantillas titulares de ambas entidades, que darían un valor a los jugadores atléticos de 267 millones de euros por 548 a los madridistas.

Las fuentes de ingresos, los datos de balances, ratios de solvencia, distribución de menciones por redes sociales, mapas de conversaciones e impactos que generan en los medios de comunicación, son algunos de los parámetros utilizados para elaborar estos informes que no dejan de tener un sesgo subjetivo y que forman parte, como reza el último libro del profesor Gay de Liébana de ‘La gran burbuja del fútbol’.

Mientras el Real Madrid consolida una posición dominante en el sector, con el impresionante impacto que genera su marca y que le lleva a una facturación récord de 240 millones de euros, el Atlético acude a nuevas vías de negocio para mejorar su posición de caja y así captar fondos en los mercados internacionales que le permitan mantener el pulso deportivo que tan brillantemente está logrando en los últimos años. Una ingeniería financiera que ha llegado al fútbol como única salida para mantener una estructura y unos salarios de las plantillas que van desde los 150 millones anuales en el Real Madrid a los 70 en el Atlético.

Otro capítulo es la exposición mediática de los futbolistas, conscientes de que el talento es un activo intangible del que depende un gran negocio y que el tiempo que consumen en los medios de comunicación, bien con entrevistas, bien con información o debates, genera un valor añadido para su imagen de marca y la de sus clubes. En este concepto, la superioridad en la exposición de los jugadores del Real Madrid resulta apabullante con un porcentaje 80/20, lo que provoca que hasta seis jugadores blancos aparezcan en la lista de los deportistas más mediáticos del mundo (Ronaldo, Bale, James, Navas, Benzema y Ramos) y en el Atlético sólo el francés Antoine Griezmann.

Luego, cuando cierren la caja y se enciendan los focos, cuando la industria aparque las finanzas y el marketing quede en el vestuario para dar protagonismo al balón, en esa aparente contradicción que nos muestra la geopolítica del deporte, las fuerzas se igualarán, las distancias serán más cortas y el fútbol volverá a hacer gala de la gran dictadura que le hizo grande. Será lo que quiera el balón que sea.