Mirar la historia a través de la fotografía es una buena manera de preservar la memoria colectiva. Imágenes emblemáticas que convierten el recuerdo en una forma de conocimiento, donde la parte más fascinante son los pequeños testimonios que recrean. Historias de alegrías, de derrotas, impactantes, influyentes, de momentos de éxtasis y también de frustraciones. Todas las fotos cuentan un testimonio porque todas están llenas de vida. Pero no todas son las mejores fotografías de la historia del deporte.
Las fotografías son el mayor libro de relatos que existe. Si juntamos el arte de la fotografía al deporte, como elemento de pasión que mueve a millones de personas en el mundo, encontraremos verdaderas iconografías, que nos hacen construir mejor un mensaje que quedará grabado en el tiempo. Es por ello que hoy en The Luxonomist vamos a recordar algunas de las instantáneas deportivas que quedarán para siempre en el recuerdo como poderosas herramientas de expresión, entre icónicos escaparates de belleza.
La primera imagen que se recuerda de una fotografía deportiva fue realizada en 1909 por uno de los fotógrafos más reconocidos en el mundo, Charles Colton. Era un partido de béisbol de la época, en blanco y negro y donde el polvo del terreno se confundía con el barro en el fragor de la competición.
Si la de Colton quedará en la historia como la primera fotografía deportiva, la más impactante socialmente hablando, podría ser ‘El saludo Black Power’. La foto de los atletas americanos, Tommie Smith y John Carlos, tras ganar las medallas de oro y bronce, respectivamente, en la carrera de 200 metros en los Juegos Olímpicos de México 1968.
Una imagen, puño en alto envuelto en un guante negro, en señal de protesta de los derechos civiles negros en los Estados Unidos. El saludo del Poder Negro durante la ceremonia de entrega de medallas y mientras sonaba el himno estadounidense resultó uno de los momentos de mayor impacto social en la gran historia del deporte.
Bob Beamon, atleta estadounidense, con su increíble salto de ocho metros y noventa centímetros, mejorando en 55 centímetros la marca anterior y que perduró durante 22 años como el salto de longitud más largo de todos los tiempos, hasta que Mike Powell lo superó en 1991, es otro de los grandes instantes que ha quedado inmortalizado en el libro de oro del deporte.
Como la bautizada ‘Mano de Dios’ que recogía el gol, que nunca debió subir al marcador, del astro argentino Diego Armando Maradona frente a Inglaterra, en los cuartos de final de la Copa Mundial de fútbol de 1986.
Michael Jordan, cómo no, el mejor baloncestista de todos los tiempos y capaz de ofrecer mil imágenes distintas, de gran belleza plástica por su enorme capacidad física, no podía faltar entre las fotos para el recuerdo. O Nadia Comanecci, la gimnasta rumana ganadora de cinco oros, 3 platas y 1 bronce olímpico, además de 2 campeonatos del mundo y 9 campeonatos de Europa, resultando la primera gimnasta que obtuvo una calificación de diez puntos.
Fotos increíbles, momentos para la posteridad donde se expresan emociones, frustraciones y que nos cuentan a gritos lo que ocurre. La fotografía como parte de la historia es el arte de capturar momentos, algunos de inmensa felicidad, otros de terrible amargura, que quedarán grabados en el tiempo. Es entonces cuando la foto se convierte en mucho más que una imagen, añadiendo sensibilidad, crudeza y todas las manifestaciones que nos acercan a la realidad, incluso aquellas que nos transmiten todo el drama y dolor.
Imposible establecer una clasificación de cuál fue la mejor fotografía de la historia, la más influyente o la más impactante o cuál llegó más a la gente, porque todas tienen vida. Todas tienen su crónica, en un arte que cautiva. Las que reivindican, las que expresan felicidad por el éxito conseguido, en las que se refleja la amargura por el fracaso, el rictus del sufrimiento, del esfuerzo, del miedo y en definitiva, aquella que otorga más importancia a la capacidad de transmitir lo que está ocurriendo que a los propios aspectos técnicos de la instantánea.
La historia se cuenta a través de la cultura, de la escritura, del arte y de todas aquellas manifestaciones que nos acerquen a la realidad de las cosas a través del tiempo. Pero hay pocas facetas que nos hagan comprender mejor lo que estamos viviendo, como forma de conocimiento, que la fotografía.
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