Dentro de la oferta deportiva de las grandes ciudades, es cada vez más frecuente en Norteamérica -y por ende en el resto del mundo-, que proliferen centros especializados en una disciplina concreta y no tanto lugares en los que se imparten muchas y variadas clases. Centros exclusivos de yoga como Pure u otros dedicados únicamente a la bicicleta como Soulcycle son cada vez más populares en la Gran Manzana o Los Ángeles.
De todos es sabido que el cine y, en general, las artes no pasan por su mejor momento, pero IMAX no quiere que su imperio (valorado en 1,7 mil millones de dólares) se vea afectado. Por eso, aprovechando esa línea de inversión y con el ánimo de rentabilizar su carísima tecnología, nace IMAXShift, una empresa que cambiará radicalmente tu percepción de lo que pasa dentro de un cine y, quizá con el tiempo, tu cuerpo.
Su propuesta consiste en aprovechar la sensación de inmersión que proporciona la tecnología IMAX -imágenes hiperrealistas y de altísima definición proyectadas en una pantalla gigante y acompañadas de un sonido hiperenvolvente y vibrante-, para conseguir que pedalear como un loco en una bicicleta estática al ritmo de la música, se convierta en una experiencia adictiva. Entre los circuitos por los que puedes ‘viajar’ están la Vía Láctea o la costa de Hawaii. Y hacerlo por el precio medio de una clase cualquiera de fitness en la ciudad, unos 34 dólares por sesión, no suena nada mal.
De momento, están probando en el DUMBO -el barrio más in de Brooklyn, Nueva York- para ver cómo funciona, pues suponen que los habitantes de estos prósperos y bohemios bloques -artistas y jóvenes profesionales- son el perfil perfecto para testar la viabilidad del proyecto. Si tienen éxito, lo extenderán a una buena parte de los 1.061 cines IMAX que tienen en 67 países. Según el jefe de la unidad de negocio de IMAX Corp, Robert D. Lister, «el fitness es una de las oportunidades que hemos identificado en el mercado, porque existe una creciente demanda de experiencias grupales cada vez más interactivas».
El negocio de los centros deportivos en EEUU facturó 24.2 mil millones de dólares en 2014, un 7% más que en 2013 y, según los expertos, los gimnasios boutiques tienen mucho que ver con este incremento. Y es que cada vez somos más los que preferimos pagar por una clase dirigida de nuestra elección y gusto que depender de membresías. Sea como fuere, lo que parece claro es que el spinning ha llegado para quedarse. En los próximos meses veremos si practicarlo dentro de un cine, envuelto en una película, también.
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