Alfombra Roja para las grandes fortunas

Al mismo ritmo que crece el número de millonarios en el mundo, según el último estudio del banco Credit Suisse, los gobiernos de los países desarrollados están articulando instrumentos para atraer a personas con patrimonios superiores a los 100 millones de dólares. En este sentido, el instrumento utilizado es la llamada “Golden Visa” o la concesión de la residencia permanente a partir de una determinada cantidad de inversión.

Australia es el último país que ha aprobado este visado especial, el cual tiene un formato especial ya que está formulado como “carta de invitación” denominada “Premium Investor Visa”. A través de esta carta, el Gobierno australiano “invita” a multimillonarios a invertir un mínimo de 15 millones de dólares en determinados activos nacionales elegidos con anterioridad, principalmente vivienda, para conceder la residencia pasados 12 meses de la formalización de la inversión.

Esta nueva “Premium Investor Visa” coexistirá con la actual “Significant Investor Visa”, la cual ofrece un permiso de residencia permanente (lo que equivale en la práctica a la nacionalidad) a los cuatro años de haber invertido un mínimo de cinco millones de dólares. Este visado ha cosechado un rotundo éxito, sobre todo en el campo de las casas de lujo en zonas como Sydney o Melbourne, tal como señalan consultoras como Knight Frank.

Australia es un mercado en plena efervescencia gracias a las ventajas que presenta tanto económicas como financieras. En este sentido, un elemento clave es la extensión de sus mercados gracias a los pactos de libre comercio que está firmando con países como China. De Australia sale diariamente el 62% de todo el mineral de hierro que se comercia a nivel mundial o el 40% del cobre hacia puertos chinos como el de Qingdao. Las grandes mineras –Rio Tinto, BHP Billiton o Vale– han redoblado su apuesta de producción masiva a pesar de la caída de precios de estas materias primas.

Australia, por tanto, se suma al carro de otros países, principalmente europeos, que han puesto una “alfombra roja” a las grandes fortunas. Es el caso de Portugal, donde inversores chinos (concentran el 80% de los visados concedidos pero con una caída del 20% por un sonado escándalo de corrupción) han solicitado la residencia permanente con un desembolso de apenas 500.000€ y muy escasa burocracia. Con ello, Portugal ha dejado a años luz a España, la cual cuenta con un mínimo parecido pero con una gran cantidad de burocracia.

Según los últimos datos presentados, España ha concedido tres veces menos visados de inversión que Portugal en 2014 (1.500 en Portugal frente a los 500 de España) en aplicación de la Ley 14/2013. En este sentido, España no ofrece la misma garantía que Portugal de que en cinco años el inversor obtenga la residencia permanente y que el dinero se deposite previamente en frontera.

España, una vez más, demuestra falta de destreza a la hora de atraer capital extranjero. A pesar de que consiguió en 1905 ser el foco que atrajo a inversores franceses que huían de la persecución religiosa –con cuyos fondos se pudo desarrollar la industria hidroeléctrica española– desde entonces no ha conseguido volver a dicha posición de privilegio, ni siquiera en los últimos tres años de salida masiva de “ultra-ricos” franceses huyendo “a la Depardieu” del Impuesto de la Renta al 75% para rentas superiores al millón de euros.

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