Las alarmas en los mercados financieros han saltado debido a los muy graves problemas de Evergrande. Una firma inmobiliaria con enormes deudas, de casi 300 mil millones de dólares. El gobierno chino está intentando imponer un incumplimiento ordenado a algunos de sus acreedores, pero se enfrenta al riesgo de contagio. Paralelamente se ha hecho patente la represión del presidente Xi Jinping contra ciertas empresas y contra aquellos que se han enriquecido rápidamente, los más propensos a consumir bienes de lujo.
Pekín ha venido tomado medidas enérgicas en muchas facetas de la vida cotidiana en los últimos meses: karaoke, videojuegos e incluso la enseñanza online. A finales de agosto, el presidente chino, Xi Jinping, llevó la campaña reguladora de su gobierno un paso más allá. Pidió “prosperidad común” y “redistribución de la riqueza”. La directiva sugirió que otra campaña gubernamental podría estar en camino, algo que frenaría la inclinación de los consumidores chinos por los artículos de lujo.
En su discurso, Xi dijo que “es necesario regular los ingresos excesivamente altos y alentar a los grupos de altos ingresos a regresar más a la sociedad”. Su doctrina de prosperidad común no estuvo acompañada de ninguna acción concreta del gobierno. Aún así, las palabras de Xi fueron suficientes para asustar a los inversores, dada la enorme contribución de China al gasto mundial en lujo, que creció a casi 270 mil millones de euros el año pasado. LVMH, Kering, Hermès y Richemont, los principales grupos de lujo de Europa, perdieron colectivamente 60 mil millones de euros en valor de mercado en solo dos días, tras las incendiarias declaraciones del presidente chino.
El gigante inmobiliario chino Evergrande tiene un enorme desajuste de liquidez. Posee una cartera ilíquida de proyectos inmobiliarios financiados por 300 mil millones de dólares de pasivos, el 80 % de ellos a corto plazo. Y ha esquivado los controles estatales contra el exceso de endeudamiento.
La industria inmobiliaria y financiera china ha venido creciendo de manera exponencial con el recurso excesivo del endeudamiento. El crédito total otorgado a empresas y hogares se ha disparado de cerca del 180 % del PIB hace una década más del 285 % en la actualidad. La industria adolece de opacidad, de falta de señales de mercado y presenta una aplicación errática de las reglas. Otro de los problemas es el excesivo recurso del ladrillo como método de canalizar la inversión. Las familias dirigen sus ahorros hacia viviendas en lugar de a los mercados de valores o depósitos bancarios, lo que ha generado una burbuja inmobiliaria, algo que en Occidente sabemos bien cómo puede acabar.
Una crisis de liquidez en la economía de China afectaría la actividad global, desde los mercados de materias primas hasta las ventas de artículos de lujo. Al gobierno de China le preocupa que un incumplimiento pueda causar contagio en el mercado de bonos y la industria bancaria, así como provocar la pérdida de puestos de trabajo y proyectos estancados en el sector inmobiliario, que sustenta aproximadamente una quinta parte del PIB. Por otro lado, un enorme rescate financiero como el que precisaría Evergrande tampoco nos es ajeno en Occidente donde se produjeron los recates de AIG o Citigroup.
Alrededor del 50 % de los ingresos del sector de artículos de lujo de Europa proviene de China. Cualquier desaceleración en China afectará a los mercados de lujo europeos. Alemania, la potencia europea, exporta más del 10 % de su producción a China. Cualquier desaceleración en China dificultará la recuperación económica de una Europa que quedó muy afectada por la crisis económica como consecuencia de la pandemia de Covid-19.
El gigante asiático posee más de 1,1 billones de dólares en bonos y pagarés del Tesoro de EEUU. Para pagar los pasivos denominados en dólares de las empresas inmobiliarias chinas, China puede optar por vender esta deuda o devaluar el yuan. En ambas condiciones, la tensión entre Estados Unidos y China puede extenderse aún más, en un momento en que China, viendo la debilidad de EEUU tras su errática salida de Afganistán, podría ejercer una mayor presión militar sobre Taiwan, un territorio que lleva muchas décadas reivindicando.
A parte de ser el en la actualidad el principal consumidor de bienes de lujo, China es el mayor cliente de la mayoría de los productos de los mercados emergentes. Compra energía a Rusia, semiconductores en Taiwán, bienes de capital de Corea, mineral de hierro y otras materias primas de India. Es el mayor socio comercial de la mayoría de los países asiáticos.
Estas semanas son cruciales para los mercados financieros de todo el mundo. Las principales esperanzas se centran en que el gobierno Chino no deje hundir al gigante inmobiliario. Y que de alguna manera logre rescatarlo minimizando en lo posible el contagio a otros sectores del país y a otros países. Pero a día de hoy no es descartable ningún escenario. De momento, los mercados no se muestran demasiado pesimistas y, sus movimientos dejan entrever que una crisis como la de Lehman Brothers en 2008 parece descartada.
Bancos de inversión como HSBC, Deutsche Bank o Barclays siguen siendo partidarios de invertir en un sector “de crecimiento secular y de alta calidad”. Como hemos visto en estas páginas de The Luxonomist, las principales multinacionales del lujo han venido presentando espectaculares resultados y un crecimiento muy sólido de sus cotizaciones en bolsa. El hecho de que las más grandes como Prada, LVMH, Richemont o Kering hayan experimentado correcciones a la baja hace que los analistas animen a entrar en dichos valores a un precio, como el actual, de descuento.
El crecimiento del sector está impulsado en China, principalmente por la creciente clase media. El mercado puede estar sobrevalorando el impacto del sentimiento negativo comentado. Para los principales analistas bursátiles las perspectivas a largo plazo del lujo en China son positivas. Y la solidez de los estados financieros de, al menos, las principales multinacionales de la industria, así como la creciente valoración de sus icónicas marcas dan razones para el optimismo. Al menos mientras no haya un fallo sistémico del sistema financiero mundial provocado por la actual crisis china. Seguiremos atentos.
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