Como intermediario, el bróker gestiona la compraventa de acciones, bonos, materias primas y, en definitiva, todo aquello con lo que se opera dentro de los mercados financieros mundiales. Así, la principal característica del bróker ciego es que las operaciones las realiza manteniendo el anonimato del comprador y el vendedor. Más allá de ese punto, la compraventa se realiza de manera habitual, siendo el vendedor quien fija el precio al que quiere vender sus acciones —por citar un ejemplo conocido— y el comprador establece cuánto está dispuesto a pagar por ellas. En todo este proceso, el bróker ejerce sencillamente de facilitador, ya que él es quien está autorizado por ley a comprar y vender directamente dentro del mercado financiero.
Es importante señalar que, aunque el comprador y el vendedor desconozcan la identidad del otro, continúan teniendo acceso a toda la información relacionada con su operación, que está estipulada por ley, según nos explica Caixabank.
En cuanto a su ámbito de actuación, en la actualidad, los brókers ciegos operan principalmente en el mercado de deuda pública anotada, en donde se negocian desde bonos y obligaciones hasta letras del Tesoro (la deuda pública que las administraciones estatales y autonómicas emiten para financiarse en los mercados financieros).