Nos dejó el hombre de la sonrisa eterna. El gran Radomir Antic
Este lunes fallecía una de las personas que la vida te da el privilegio de conocer. Radomir Antic fue un gran entendido de fútbol pero sobre todo, una gran persona.
Este pasado lunes fue un día triste. Muy triste. Nos dejaba Radomir Antic, el padre de una gran amiga, mi querida Ana Antic, y una de esas personas a las que es un auténtico privilegio conocer. Radomir Antic fue un magnífico profesional del fútbol, el único entrenador que dirigió a los tres grandes: Atlético de Madrid, FC Barcelona y Real Madrid. Era un visionario. Incluso se fijó y descubrió a Andrés Iniesta cuando jugaba en la cantera del Albacete. De hecho, dicen los que entienden, que era una de las personas que más sabía de fútbol.
Yo solo sé que era maravilloso escucharle hablar con ese acento que le quedaba tan bien. Era adorable, un gran padre, un gran marido, un gran abuelo, un gran amigo y por encima de todo, una gran persona. Me encantaba ver cómo trataba a su familia y a su mujer, Vera, con la cual formaba una de esa parejas de cuento… siempre juntos y siempre tan bien. Radomir Antic te hacía sentir en su casa como si fuera la tuya, te hacía sentir que su familia también era la tuya.
Adiós a la eterna sonrisa
Recuerdo con cariño un día en Marbella, en el que Radomir se enteró de que mi pequeño era en aquella época un gran catador de croissants, esa deliciosa pieza de panadería de origen austriaco que más tarde sería rey de la pastelería francesa. Pues bien, no solo fue a buscarlos a un famoso local regentado por pasteleros italianos, sino que al ver que estaba cerrado pidió por favor que se los hicieran porque para él eran los mejores croissant que mi hijo iba a haber probado. Y allí, en su casa, se sentaron juntos y mi hijo se comió esa bandeja de croissants traídos con tanto cariño. ¡Le hizo tan feliz!
Este pasado lunes me senté a rezar con mi hijo, con la fotografía que tomamos aquel día. Los dos con esa sonrisa, Radomir la que siempre vestía y mi pequeño con la de la felicidad, la admiración, el cariño y el agradecimiento que sentía por él. Le dije que se había ido un grande por la puerta grande y me preguntó: «Pero mamá… ¿se ha muerto?» Le dije que nadie muere si está vivo en nosotros, y para nosotros siempre estará en nuestro recuerdo porque siempre estará en nuestro corazón.
“La vida es la alegría para quien la juega a ganar», Radomir Antic.