La música siempre ha sido un lugar de refugio, un antídoto contra los males del alma, una compañía para cuando nos sentimos descorazonados. El confinamiento y los efectos de la Covid-19 han multiplicado el uso de grandes plataformas musicales, el consumo de canciones y la creación de versiones de grandes temas para fines benéficos. Uno de los primeros fue el clásico Resistiré del Dúo Dinámico cantado por 50 artistas desde sus propias casas como Alex Ubago, José Mercé, Rozalén, Rosana, Vanesa Martín y otros muchos que decidieron sumarse a la inciativa para levantar el ánimo de la desconcertada población.
Luego vinieron temas originales, íntegramente solidarios como Aves Enjauladas de Rozalén, Cuando estés Aquí de Pablo Alborán o Un canto a la vida de Vanesa Martín. No sólo nuestros artistas se han sumado a la causa sino también otros artista de fuera de nuestro país. El grupo Queen versionó su popular tema We are the Champions y donarán los beneficios al Fondo Covid-19 Solidarity Response para la Organización Mundial de la Salud, impulsada por Naciones Unidas.
La música, que traspasa fronteras, también lo ha hecho con los miedos y con los sentimientos más crueles sentidos en estos días de desconcierto y tristeza. La última en lanzar un tema solidario versionado, ha sido la cantante Rosana. Su popular Sin Miedo junto a Mónica Naranjo, Pitingo, Rosario Flores, La Mari de “Chambao” entre otros ha sido el ultimo en llegar para donar sus beneficios al Plan Cruz Roja Responde. Culmina con la presentación del videoclip la acción solidaria de la cantante que comenzó con un maratón en su cuenta de Instagram de 27 horas ininterrumpidas. Ella se ha sumado como otros artistas a calmar y dar ánimos a quienes no veían el cielo.
La cantante Luz Casal lo lleva haciendo desde el principio, pero con su palabras. Todas las tardes durante dos horas llama a desconocidos para escucharles y darles consuelo. Es su aporte; su granito de arena. Su colaboración, mucho más allá de la música. La crisis mundial que hemos vivido con esta pandemia, como otras crisis nos muestra lo mejor y lo peor de nosotros como sociedad, como colectivo.
Ahora que nos acercamos al final del estado de alarma; al final de las fases y a la llamada “nueva normalidad” , como los músicos del Titanic – “La música no puede dejar de sonar”- Ahora comienza otra realidad que deberemos afrontar unidos y apoyados.
La solidaridad ni la música deben cesar. Ni el ruido ni los gritos pueden silenciar lo que nos da una buena melodía creada en armonía para dar consuelo o recaudar fondos. No puede ser tiempo para los gritos, debemos seguir en la música de seguir ayudándonos, de seguir apostando por el colectivo, por salir de esta con el menor daño posible. No hagamos del dicho -ir con la música a otra parte- una realidad.
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