El turismo de lujo se está consolidando como uno de los grandes motores de la economía española. Tanto es así que ha duplicado la tasa de crecimiento del turismo tradicional, según un informe que identifica el llamado lujo silencioso, el residente intermitente y el turismo sostenible como las principales tendencias.
El número de viajeros creció un 20% entre 2015 y 2022, hasta alcanzar los seis millones de turistas de alto impacto el año pasado. Y el turismo de alta gama tuvo en 2022 un impacto económico directo de más de 20.000 millones de euros -cerca del 1,9% del PIB de España-.
Así lo asegura el estudio ‘Perspectivas sobre turismo de alta gama en España’, elaborado por la consultora McKinsey & Company para Círculo Fortuny, asociación española del sector de la alta gama.
De hecho, una de las cifras que pone de manifiesto el auge de este segmento es que el desarrollo de los nuevos hoteles de lujo ha aumentado un 27% desde 2015. A lo que hay que sumar el despegue del ocio de alta gama tras la pandemia y el aumento de los flujos de este tipo de turismo.
Además, el impacto del viajero de alta gama sobre la cultura, las compras y el ocio en España multiplica por cinco el peso del viajero tradicional. Mientras, el gasto en gastronomía es cuatro veces mayor, el desembolso en alojamientos y transporte se triplica y la inversión en el sector inmobiliario es el doble.
Pero el turista de alta gama cada vez busca experiencias más exclusivas y el llamado lujo silencioso es la tendencia que marca el paso. La no ostentación sigue captando adeptos y los datos de Airbnb apuntan a un aumento del 60% en las reservas de alojamientos independientes sin marca de valor cuyo coste supera los 1.000 euros por noche. Una alternativa que contribuye a generar riqueza en destinos únicos, al estar deslocalizados de los centros urbanos y vinculados a la naturaleza.
Y precisamente el cuidado de la naturaleza y la sostenibilidad es otra de las tendencias por las que apuestan los turistas de máximo nivel. De hecho, hay un 74% de los viajeros de lujo que afirman estar dispuestos a pagar más por experiencias turísticas más sostenibles.
Por su parte, el turismo de bienestar es otra tendencia en auge. En los últimos cinco años el 40% de los viajeros de lujo han elegido destinos donde centrarse en el cuidado físico y mental. Asimismo, también se han disparado las experiencias personalizadas, con un 51% de los clientes de largo recorrido que declaran perseguir experiencias «auténticas» en sus viajes.
También ha cobrado importancia el denominado ‘bleisure’ o ‘bluxury’, que consiste en dedicar una parte del tiempo al disfrute personal durante un viaje de negocios. Una tendencia al alza gracias al aumento de los turistas ‘millennials’ y de los nómadas digitales.
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